Desobediencia

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A-Normalidad

Olimpia Flores Ortiz

SemMéxico, 1 de junio, 2020.- Hablar de normalidad, me parece una generalización de suyo excluyente. Lo que queda dentro de un canon preestablecido. Todo lo que no se ajusta, se señala. El canon, por supuesto, ha venido siendo arbitrario en el curso de los tiempos, tal y como es toda convención que además ha adolecido de la hegemonía costumbrista de las religiones que han dado sustento a una norma que la Ley se encarga de instituir.

Esa normalidad, propagandizada por prejuicios y estereotipos transmitida por todos los dispositivos de control posibles, desde la familia, la escuela, la moral pública, estigmatiza todo aquello que considera fuera y se encarga de hacerle saber en todo momento a qué clasificación corresponde.

Todo lo que no es normal, es anormal por antonomasia, es monstruoso, es incomprensible, es peligroso o está enfermo. Las sociedades en cada tiempo se encargan de establecer sus parámetros que no son estáticos, sino histórica y geográficamente determinados. Cuánto tiempo no se consideró que los ciegos y los sordomudos eran imbéciles y como estos últimos recibieron trato inhumano.

La nave de los locos que nos cuenta Foucault en su Historia de la Locura, que solía llevarse a los insensatos a perder al mar, allá en el siglo XV, albores del Renacimiento.

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“La locura no se puede encontrar en estado salvaje. La locura no existe sino en una sociedad, ella no existe por fuera de las formas de sensibilidad que la aíslan y de las formas de repulsión que la excluyen o la capturan”.

-Michel Foucault-

El transcurso que los diferentes estados de la normalidad ha tenido, se ha referido fundamentalmente a oponer el cuerpo productivo al cuerpo placer. La Ley primordial consistió en penalizar los adulterios, los incestos, la sodomía el bestialismo. Para ello se impuso una economía de las relaciones familiares a partir de la familia nuclear, en contra de la familia extensa.

Se legisló el Deseo por medio del poder y la familia fungió como un nuevo aparato de saber-poder que gira alrededor de administra la sexualidad y el cuidado de los infantes.

En el siglo XIX, los vientos de la modernización, llevaron al Estado a asumir la responsabilidad de la vida de los individuos. Ese adelanto lo impulsó Juárez en México, quien con las Leyes de Reforma, desde el Registro Civil, pasando por La Ley del Matrimonio, hasta La Ley de Panteones, controló todo el ciclo vital de las personas. Y entonces proliferaron las instituciones, los discursos y saberes, los aparatos de rectificación como cárceles y manicomios: el Estado visible y vigía para resguardar a la sociedad de los límites de la medicina y de la justicia.

En el siglo XX La sexualidad infantil se constituyó como el eje de la normalidad desde el nacimiento y fue el siglo del perfeccionamiento de los procedimientos jurídicos del castigo. Así la violencia primigenia al venir a la vida: la asignación de sexo ineludible que hace vivir la vida en tonos rosa o azul con sus bonitas desigualdades de género y asimetrías sociales. ¡Hay de los hermafroditas! Y los incompletos, y deformes o cualquier variación… aún en este siglo XXI cínico y descarnado se producen monstruos, los que no caben en la clasificación original.

¿Qué de esa Vieja Normalidad que nos dicen se queda atrás, persiste? ¿La Nueva Normalidad tendrá los mismos valores, ahora con menos libertades y aún más restringido el campo del placer?

A la violencia primigenia de venir a la vida y la asignación de sexo, se acumulan las condiciones de la violencia estructural que sostiene al capital y sus desigualdades sociales. Generadoras ellas de violencia normalizada en la vida familiar y en el acontecer social. Ese otro estadio normalizado de la vida antigua que vendrá a la nueva, sin tregua y recrudecida.

Así, la Nueva Normalidad se trae consigo toda la violencia simbólica, estructural y fáctica de la vieja normalidad, que entre los cambios incluye ya retrocesos en la política pública y además abren paso a movimientos de reajuste legal restrictivo.

Nos habremos de traer a la Nueva Normalidad, también la experiencia que nos ha dejado el Nuevo Gerencialismo Penal, de clasificar a la sociedad por grupos de riesgo y en perfeccionar las técnicas “preventivas” de la vigilancia y persecución.

La profilaxis de la vida en la Nueva Normalidad, es difícil además, que nos haga mejores: distancia y desconfianza. No nos anuncian ningún buen tiempo. Sólo es un salto hacia otra etapa en la que nos manipularán con información a modo de lo que decidan ser prioritario. Tampoco es novedad que la prioridad no sea la vida, sino la economía a pesar de la vida.

Oaxaca. Última semana de mayo de 2020 y última del decreto de confinamiento

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A partir de este domingo 2 de marzo ofrecemos: una retrospectiva, a 50 años de la primera conferencia mundial de la mujer que se celebró en México, de los 30 años de la IV Conferencia Mundial de la Mujer, Beijing 1995 y todo lo que sucede y está sucediendo alrededor del 8M.


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