AMLO una víctima de la ciudadanía
Yaneth Angélica Tamayo Avalos
SemMéxico. 05 de septiembre 2019.- Desde hace años, la ciudadanía mexicana ha experimentado la pasividad del Estado al momento de enfrentar los reclamos sociales; los cuales, generalmente se centran en violaciones a los derechos humanos.
Estas violaciones son ocasionadas por la debilidad de las instituciones democráticas de representación y por el deterioro y la falta de coordinación en los espacios destinados a la mediación y atención social; en donde la falta de reconocimiento y respeto a los derechos humanos y fundamentales han ocasionado conflictos públicos que trascienden en lo individual.
Dichos conflictos se han suscitado debido a la falta de acciones por parte de los representantes del Estado, quienes han invisibilizado los problemas que aquejan a la ciudadanía, especialmente cuando se habla de temas que tienen que ver con la impunidad, la violencia institucional, la exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales, entre otros.
En donde, el cinismo de los funcionarios públicos los ha llevado a negar la existencia de dichos problemas y tildar de facciosos a los ciudadanos que les exigen cumplan con el trabajo que se les encomendó cuando aspiraron al cargo público que ostentan; dejando en un completo estado de indefensión a las personas que más necesitan de la intervención del Estado.
Esta situación, cada vez se ha vuelto más complicada, especialmente en el Gobierno Federal en turno, ya que, más que solucionar y brindar “bienestar”, se ha dedicado a vivir en el pasado y politizar el sufrimiento social.
Prueba de lo anterior, son las declaraciones que a diario emite el Presidente de la República, quien ante los cuestionamientos que se le hacen respecto de la seguridad, de los feminicidios, de las desapariciones forzadas, de los desabastos médicos, entre otros; siempre emite la misma respuesta como disco rayado, “la culpa es de las administraciones pasadas y su sistema neoliberal; las cifras que reportan son tendenciosas, yo tengo otros datos; mis adversarios solo buscan polarizar”.
Lo anterior, sin olvidar como AMLO reaccionó ante el reclamo de los padres por desabasto de medicamentos para los niños con cáncer; en donde a una madre doliente por la muerte de su hija, se le acusó de ser una conservadora que se opone al cambio y de estar gestando una campaña de desprestigio en su contra, cuando la mujer solo evidenciaba que a causa del desabasto de medicamentos la salud de su hija había mermado.
Y que se diga de su informe de gobierno, en donde más que informar sus logros se quejó de la obsesión que se tiene en su contra por medirlo todo; y de nueva cuenta se centró en culpabilizar a las administraciones pasadas de los problemas actuales y de acusar de facciosos y reaccionarios a todos aquellos que le cuestionan y se manifiestan para exigirle su intervención.
Indebidamente, declarando que “estaban moralmente derrotados” porque de los mexicanos están felices con la 4T; cuando ni todos los mexicanos están felices, ni todos los mexicanos que le cuestionan y se manifiestan pertenecen a una fuerza política para calificarlos de tendenciosos y reaccionarios, pues sus comentarios generalizados no solo ofenden a sus adversarios políticos sino a la ciudadanía que no aprueba sus formas.
De ahí que se entienda, que para AMLO las exigencias ciudadanas producidas por el temor y la desesperación que provocan sus prácticas y estrategias, solo sean formas de desacreditar su labor como Presidente de la República, pues ante sus ojos y datos en México no pasa nada y todos son felices, y los que no son su oposición.
Vivimos en una crisis social, donde los encargados del Estado no se pueden permitir el lujo de seguir haciendo campaña política y promesas para mantener el control de las instituciones y mucho menos, se pueden dar el lujo de desacreditara a la colectividad ciudadana cuando exigen sus derechos e informan los datos reales, pues son ellos quienes viven en carne propia los problemas causados por pésimas decisiones.
El trabajo y la voz de los ciudadanos, de las organizaciones civiles, de los académicos y de los defensores de derechos humanos, no deben ser calificados de facciosos y tendenciosos, ya que no tienen intereses políticos que busquen desprestigiar al Presidente de la República, antes bien se busca la concordia y el trabajo en colectivo con miras a mejorar las acciones que permitan un verdadero estado de bienestar.
Si bien AMLO, tiene conflictos políticos y partidarios, estos deben ser resueltos aparte; claro, sin olvidar que también estos son ciudadanos; ya que no se puede gobernar para unos cuantos, pues en un acto de corresponsabilidad todos están involucrados.
Como bien lo refirió en su informe de gobierno; no tiene derecho a fallar y no puede poner por encima del interés nacional, sus intereses particulares, como bien lo ha dicho, el poder se debe ejercer con humildad.
Y lo primero que se debe hacer, es iniciar con el reconocimiento de las cifras reales de los problemas que aquejan a la ciudadanía y afrontarlos de manera directa. Ya se debe dejar de lado esa narrativa popular y comercial con la que se trata de convencer al pueblo de que no pasa nada, ya que es muy visible lo que sucede a lo que se informa, pues de lo contrario será un discurso que solo adorne lo que se oculta.