Angélica de la Peña
SemMéxico, Ciudad de México, 22 de diciembre, 2025.- Desde el parlamento se dirimen las argumentaciones del orden legislativo; es el ámbito idóneo, no único, por cierto, para el debate de las ideas políticas que deben fundamentar cada precepto legislativo.
En teoría las ideas de quienes integran un parlamento se sustentan en lo que se pretende sea la caracterización del Estado y sus instituciones. También en teoría, en el trabajo legislativo, quienes lo integran, fundamentan sus argumentos sustantivos de manera fundada y respetuosa.
En las democracias, el parlamento es un ámbito de discusión intenso, pero no se debe perder su esencia. El debate de las ideas políticas deja de ser diplomático, cuando se dejen de lado las buenas formas y se pierde la civilidad. Tampoco debe sorprendernos cuando la discusión parlamentaria sube de tono. El fuero, por cierto, fue concebido justo para proteger a cada legislador o legisladora, en su libertad para dirimir y debatir sus ideas frente a otras, sobre el país que se pretende en función de sus propuestas programáticas y principios ideológicos y de los propios partidos políticos que representan.
El debate parlamentario, en teoría, debería realizarse desde el buen trato entre las diversas fuerzas representadas en el parlamento. Las diferencias no admiten censura, a menos que no haya respeto a la diversidad política y se busque acallar a las voces de las oposiciones, por una mayoría que quizás gane, pero lo hace cumpliendo con las reglas.
En el parlamento mexicano hay etapas donde no había voces de ninguna oposición, y otras etapas donde el debate llevó a consensos a partir de acuerdos que se construyen desde las comisiones legislativas; también desde los compromisos con las y los electores, y las agendas de las organizaciones de la sociedad civil; es lo que se define como Parlamento Abierto.
Pero mayoritear desde la fuerza preponderante en cada cámara legislativa, es un defecto que nada tiene que ver con la genealogía de un parlamento en las democracias.
Cuando se anula el debate entre las partes, y la oposición es sólo una figura decorativa a la que no se le toma en cuenta, y peor, no se respetan los procedimientos reglamentarios, entonces devienen hechos como el que observamos en el Congreso de la Ciudad de México. La reacción del PAN ante la pretensión de Morena, que finalmente se impuso, de desaparecer del marco jurídico, de la institución de transparencia, fue el inicio de jaladas de pelos entre las diputadas de ambos partidos. Este bochornoso hecho, le dio vueltas al mundo.
“Desgreñadero”, “trifulca”, “zafarrancho”, “desgreñada legislativa”, “legisladoras del PAN y Morena se liaron a golpes, denuestos y jalones de pelos” inscribieron en sus portadas varios diarios y redes nacionales e internacionales.
Los enfrentamientos en los congresos no es nuevo. Los señores también han dado “espectáculos deplorables”. Hemos visto muchos espectáculos que distan del objeto teórico que debe distinguir a un parlamento.
Más allá de lo vergonzoso e impropio de estos hechos, es necesario señalar lo que está en el fondo: una mayoría que no escucha incumple procedimientos reglamentarios; anula la discusión, el debate, e invalida al contrincante político. Quienes hoy abusan de su conformación numérica, deben voltear hacia atrás: recordar que nada asegura que no serán minoría en algún próximo proceso.
Pisotear el proceso legislativo democrático que se ha construido, no será por siempre. Al tiempo.
- Defensora de derechos humanos



https://www.cepal.org
• Portada del sitio de la reunión: 
