Drina Ergueta
SemMéxico. La Paz-Bolivia. 14 de febrero de 2025.- Situaciones de desequilibrio o desigualdad lamentablemente se producen y reproducen constantemente en todos los ámbitos de la vida y uno de los más importantes y decisorios es la política. En este espacio se reclama desde hace siglos “la ciudadanía” para toda la población y no sólo una parte de ella; pero no termina de lograrse. Un ejemplo claro de ello es el foro “Liderazgo para un Nuevo Ciclo”, realizado hace una semana en Santa Cruz y al que asistieron personalidades del mundo político con participación y voz de algunas precandidaturas a la presidencia del país, en vista a las Elecciones Generales a realizarse en agosto de este año.
El nombre del encuentro ya indica el primer sesgo, “nuevo ciclo”, y se refiere a la seguridad de que en Bolivia se producirá un cambio de ciclo en la política del país. ¿En qué sentido? Pues, dejando atrás los 20 años del gobierno del MAS-IPSP. Está bien desearlo y trabajar por ello; sin embargo, si viene de tres medios de comunicación del peso de El Deber, de Radio Panamericana y Nueva Economía, habría que tener más cuidado en mostrar menos posicionamiento y, aunque haya ciertos indicios, habría asumir que en política todo es posible. Más importante aún, habría que tomar en cuenta que la población que respalda a este partido o instrumento político aún es muy numerosa y que tiene también sus liderazgos y que merece estar representada, eso da la ciudadanía. Evidentemente, estuvo el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, pero ¿era suficiente para dicha población que también es diversa? En ciertos espacios, a esta gente pocas veces se la toma en cuenta y también se la generaliza. Evidentemente, el objetivo sólo era mostrar las propuestas de la parte que quiere el cambio de línea política en el gobierno y no todas las propuestas para el país.
Dado que aún no hay candidaturas oficiales, según se explicó durante el foro, quienes participaron lo hicieron por su liderazgo. Muy bien por eso; sin embargo, aún con esas características se notó un segundo sesgo que señala que hay ciclos que no acaban: es la ausencia de mujeres, remarcando así su ciudadanía de segunda. La única presencia de la precandidata Amparo Ballivián (en la misma línea de los invitados, pero con gran saber, experiencia y carisma) colocada al final del evento, no es suficiente representación. En alguna publicación se ha dicho que también fue invitada la alcaldesa de El Alto, Eva Copa, y que declinó asistir. Habría compensado en algo el desequilibrio de género; sin embargo, ya que se trataba de liderazgos políticos y no candidaturas, con seguridad hay más mujeres que podrían haber estado presentes. ¿Qué se debería hacer con Bolivia?, allí estuvieron mayoritariamente hombres con la respuesta.
No se habló de sectores desfavorecidos, sí mucho de empresa privada, protección de la propiedad, y si se mencionó a las comunidades campesinas fue para eliminar las tierras comunitarias y volverlas objeto de compra. Mundos distintos donde sólo pudo expresarse uno. ¿Es que no sería bueno dar un espacio para todas las voces?
En los discursos, no se hizo la mínima mención a las mujeres ni a su situación de desventaja en la sociedad, cuando ellas, al ser la mitad de la población, deberían también estar reflejadas en las políticas de gobierno y de Estado. En una ocasión se preguntó sobre los feminicidios, ¿a quién? ¡Obviamente que a la única mujer, Amparo Ballivián! Señores, los feminicidios son asunto de hombres, no miren para otro lado.
¿Y quiénes hacían las preguntas? Hombres. Es que, por favor, cuando hay un espacio para lucirse en asunto serios allí están ellos. En estos casos, las preguntas son tanto o más importantes que las respuestas. Por cierto, las preguntas fueron abundantemente comedidas y no críticas, como invitándoles amablemente a continuar con su discurso. Un discurso que, en general, de nuevo tenía poco, fue una vuelta a los años 90 de privatizaciones y reducción del aparato estatal.
Eso sí, el extenuante trabajo de organización y logística estuvo encabezado por una mujer, Carola Capra, a quien se le reconoció aquello como cuando se aplaude lo buena que estuvo la comida en una cena, pero de lavar los platos nada. Quienes recibieron sonrientes a la gente asistente, quienes traían y llevaban las bandejas y luego se hicieron cargo de la limpieza fueron, con seguridad, mayoritariamente mujeres. Un cambio aquí también importa.