por Sara Lovera
SemMèxico. Cd. de México a 9 de junio de 2025.- Como en tiempos de represión, amenazas y persecución, este lunes muchas personas —incluidas funcionarias y universitarias— fueron intimidadas, sin más armas que el razonamiento. Todo por defender la libertad de expresión, el pensamiento crítico, el debate y el respeto a las diferencias.
Sucede en pleno siglo XXI, cuando la libertad de expresión es un derecho humano fundamental, consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, nacida tras el Holocausto y el intento de borrar a todo un pueblo de la historia. Defender esta libertad sigue siendo la única forma de evitar actos de barbarie y ultrajes a la conciencia humana.
En México, nadie tiene derecho a prohibir o limitar mi libertad de expresión. Así lo establecen los artículos 6º y 7º de la Constitución.
Las feministas que surgieron con fuerza en el último tercio del siglo XX, hoy están expuestas a la censura y la agresión. Hay quienes no toleran un feminismo que ha confrontado durante siglos al patriarcado. Ahora también enfrentamos a ciertos grupos que, en lugar de dialogar, recurren a la violencia verbal.
Quieren invalidar la historia. Ignoran que las sufragistas inglesas fueron perseguidas en 1911 por las fuerzas del orden y pasaron semanas en la cárcel. Hoy esos grupos agreden desde redes sociales o, como este lunes en Aguascalientes, de forma directa. Buscan imponer una teoría queer, incluso deformada.
Esta corriente ha tejido alianzas institucionales para boicotear conferencias y actividades académicas de feministas. Influyen en ciertos sectores oficiales para borrar la palabra «mujer» de leyes y comunicados.
En su afán, desprecian a quienes construyeron el cuerpo de conocimiento, las leyes y las políticas públicas del nuevo feminismo. Un feminismo que defiende a la mitad de la población y a los grupos históricamente discriminados. Estos grupos confunden, y confunden mucho.
En la Universidad de Aguascalientes, un pequeño grupo con seis carteles y unas cuantas personas intentó sabotear la conferencia de Marcela Lagarde y de los Ríos, gritando frente a un auditorio lleno de jóvenes. No lo lograron. El público frustró el intento de silenciarla. Pero —inaudito— fue necesario proteger el evento con fuerzas de seguridad, incluso de la Guardia Nacional.
Las diferencias entre la visión feminista y la teoría queer ya han provocado amenazas contra la doctora Lagarde. Algunas de sus conferencias han sido suspendidas. La pregunta es: ¿por qué estas amenazas siguen en la impunidad?
En marzo pasado se canceló una conferencia organizada por el Instituto Municipal de las Mujeres de Ciudad Juárez y la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Antes, ocurrió en España. ¿Qué sigue?
Esta vez, las autoridades de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y del Instituto Aguascalentense de las Mujeres impidieron que se lograra ese silenciamiento. En el evento se analizó el 31 aniversario de la Convención de Belem do Pará, clave para enfrentar todas las formas de violencia contra las mujeres en América. Un tema vigente y necesario, que Lagarde abordó a partir de la ley integral sobre la violencia feminicida.
Hoy, ante la falta de voluntad para respetar y dialogar, cabe preguntarnos: ¿hasta dónde llegará este intento de acallar la libertad de expresión?
Veremos.
Periodista, editora de género en la OEM, directora del portal informativo Semmexico.mx