Mujeres Indígenas en la Política
Yaneth Tamayo Ávalos
SemMéxico, 16 de mayo, 2022.-Abigail Vasconcelos Castellanos, es zapoteca oriunda de San Bartolo Coyotepec, Oaxaca, debido a que es hija de un oriundo, quien desde el catálogo de usos y costumbres de su comunidad se encuentran limitados para ejercer su ciudadanía plena*
San Bartolo Coyotepec (Coyotepec en la lengua náhuatl significa “cerro de coyotes”) es un colorido pueblo que se ubica en los valles centrales de Oaxaca, ahí las mujeres visten flores bordadas y portan un rebozo negro a modo de turbante, entre el olor a mezcal y el barro negro, sus manos crean hermosas piezas de barro negro, símbolo de identidad para sus habitantes, no por nada es considerado el pueblo alfarero más famoso de México.
Ese pueblo pintoresco ha sido el testigo de las contrariedades que ha vivido Abigail Vasconcelos. Desde temprana edad conoció las dificultades de ser mujer e indígena, pero de esas dificultades resurgió de la adversidad y enfrentándose a esta realidad aprendió a construir una vida significativa y productiva.
Ella conoció el martirio en manos de su padrastro, los golpes y el abuso sufrido a sus escasos ocho años por parte del esposo de su madre, fue el horror más traumático de su vida, el ser despojada y silenciada por la complicidad de los adultos.
Al ser rescatada por sus abuelos y guiada en la espiritualidad le permitió aferrase a la vida y superar las dificultades. “Quería vivir, yo siempre soñé con una vida feliz, y luchaba por conseguirlo, el daño físico que sufría, las hambres que pasaba, tenían un objetivo a donde llegar y eso era ser feliz.”
Cuenta que al principio de su infancia vivió en la abundancia y prosperidad que su abuelo materno le otorgó, sin embargo, la vida de forma repentina la despojaría de ese privilegio, ahí fue donde aprendió su segunda lección.
Ver a su abuela y las mujeres de su casa vender todo, para salvar a su abuelo de una embolia cerebral -en la creencia que solo él podía traer estabilidad económica a su familia- para después quedarse en la pobreza, le enseñó que las mujeres no podían depender de los hombres, que tenía que aprender y trabajar para salir adelante.
Es así que, desde los ocho años tuvo que reconstruirse y empezar a trabajar vendiendo cuanto podía dentro de la comunidad de Coyotepec. Señala que sin querer empezó a tener mentalidad de empresaria, siempre vendió cosas para poder salir adelante y estudiar. No quería volver a una vida de violencia.
Por eso se empeñó, en salir de su pueblo y estudiar. Fue en la UNAM donde comenzó a escuchar sobre los derechos de las mujeres -aun cuando ella asistía a la facultad de ciencias-, aunque no concluyo la licenciatura como actuaria, si aprendió sobre sus derechos.
El inicio por la defensa de los derechos de las mujeres
Entre las peculiaridades de este pueblo alfarero – San Bartolo Coyotepec-, se encuentra su sistema social y de gobierno regido por los usos y la costumbre, en donde hasta hace algunos años las mujeres no tenían voz y no podían ser elegidas para representar sus intereses ante el pueblo.
A forma de anécdota, Abigail Vasconcelos cuenta cómo fue el inicio de la lucha por los derechos políticos electorales en su pueblo. Con una sonrisa y aun con incredulidad relata que después de pasar una temporada fuera de su comunidad, decidió acudir a la plaza central, donde se llevaba a cabo la asamblea comunitaria, ahí se elegirían los representantes de gobierno -presidente municipal y ayuntamiento- e incluso a forma de broma le comentó a su familia: “voy a ir a votar, voy a que me nombren como parte del ayuntamiento”.
Riéndose, cuenta que esta frase la dijo de juego ya que no era su intensión formar parte del gobierno comunitario, solo quería apoyar a las mujeres, nunca imaginó que las personas que en ese momento gobernaban en su comunidad querían despojar de sus derechos a las mujeres que querían participar en el ayuntamiento.
Comentó, que la justificación de los hombres que gobernaban en ese entonces, era que las mujeres no servían para gobernar, porque no tenían la capacidad para apagar incendios, arrestar delincuentes, ni mucho menos cuidar los intereses de la comunidad, porque ante los problemas las mujeres siempre lloraban. Ese fue el detonador que hizo que Abigail Vasconcelos alzara la voz.
Aunque, se describe como respetuosa de los usos y costumbres de su comunidad, ese día, la rabia e indignación la hicieron consciente de las circunstancias en las que vivían las mujeres y cómo los usos y costumbres las mantenían sometidas y silenciadas.
Decidió, en plena asamblea -sin tener derecho por ser oriunda- hablar sobre la igualdad y el derecho que las mujeres tenían de participar en la toma de decisiones y defender su derecho a una vida libre de violencia.
Nostálgica, Abigail recordó cómo fue ver a las mujeres de su comunidad, mencionó que, cuando les decían que no servían para nada, sus ojos se veían llorosos y reflejaban su indignación por no poder hacer nada; ver esto y saber que era el futuro que le deparaba a las niñas, fue lo que la impulsó a defender de forma legal la causa de las mujeres en su pueblo.
No fue fácil, el machismo arraigado en la comunidad, sembró la amenaza e incertidumbre en las mujeres que tomaran parte, cerrarles las puertas de las asambleas y segregarlas, fue la amenaza. La mayoría se negó a que ellas participaran. En el sistema de usos y costumbres las mujeres no podían gobernar.
Es así que, solo 90 personas de la comunidad y Abigail Vasconcelos firmaron ante la asamblea su inconformidad y decidieron defender sus derechos político electorales, el deseo de ser escuchadas y ser votadas, dieron origen al paradigmático juicio electoral de San Bartolo Coyotepec (SUP-REC-16/2014). **
La lucha y la sobrevivencia
“Yo no sabía cómo se hacía un juicio electoral, tuve que investigar, preguntar y documentarme, en el camino fui aprendiendo. Tuve que honrar la confianza que me dieron las mujeres de mi comunidad, elegirme como su representante no fue fácil, sabía que podían correrme del pueblo y quitarme mi casa, estuve dispuesta a darlo todo. Sabía que ya no podía echarme para atrás, ya había alzado la voz”
Con un rostro desencajado dice: “No sabía lo que se avecinaba y mucho menos el costo que tendría que pagar”.
El primer golpe lo recibió, cuando se interpuso el juicio y solo ella firmó, escuchar repentinamente a las 90 personas que junto con ella desafiaron a la autoridad comunitaria, decir que ya no querían seguir, porque no querían perturbar la paz de la comunidad; representó no solo el abandono de sus compañeras y su comunidad, le quedó claro que era el inicio de su lucha por sobrevivir a un pueblo iracundo.
Con serenidad, Abigail declara que no les guarda rencor, porque es consciente que esas personas tenían una convicción limitada, sabe que la decisión que tomaron pesó más que sus derechos.
Aun con esta situación y bajo la presión que ejercieron las autoridades comunitarias, Abigail Vasconcelos Castellanos decidió seguir y presentó ante los Tribunales Electorales el juicio para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano. ***
Esa osadía, provocó que la desconocieran como parte de la comunidad, excluyéndola e ignorándola socialmente, lo que significó para ella “estar muerta en vida dentro de la comunidad”, segregada enfrentó la soledad y la ira de los pobladores, que ya maquinaban la forma de hacerla pagar.
Se encerró en su casa, nadie quería venderle comida, la discriminaron, la soledad y la depresión llegó, solo hubo una persona que vio su sufrimiento y entendió su lucha. Si quieres que las cosas cambian en este pueblo, involúcrate y lucha -le dijo el sacerdote de su comunidad- quien, junto con dos religiosas, a escondidas le acercaban alimento y medicinas, le dieron la mano y el valor para afrontar y soportar lo que se avecinaba.
En San Bartolo Coyotepec y ya con el pueblo enardecido le darían el segundo golpe.
Las campanas de la iglesia sonaron para reunir a una horda de personas quienes, apropiadas del derecho de ser juez, jurado y verdugo, se dirigieron a la casa de Abigail Vasconcelos -la cual se encontraba enfrente-, el vocerío de la multitud advertía el castigo corporal que le infligirían por su atrevimiento.
Cuenta con detalle que, el miedo y la desesperación la invadió, no sabía dónde esconderse, pues aún en su casa, no había lugar seguro, ellos entrarían y la matarían. Lo único que pudo hacer es arrodillarse a la mitad del patio y decirle a Dios. “Se que hoy voy a morir, solo te pido que no me duela, auxíliame Dios mío”.
Su súplica fue escuchada, atrás de su puerta se oía a un hombre que, les pedía a los pobladores que pararan, que no hicieran nada contra Abigail, que los medios de comunicación estaban al pendiente del juicio y si le pasaba algo se haría viral, si la golpeaban o la mataban las cosas empeorarían.
Hasta el día de hoy, Abigail Vasconcelos desconoce quién fue la persona que intercedió por ella, quiere creer que fue un ángel enviado por Dios. Le gustaría saber algún día quién y que fue de esa persona.
El final y el resultado
Comenta que días después, tratando de huir de lo sucedido y rumbo a la Ciudad de México, le notificarían por teléfono que se celebraría la audiencia final del juicio promovido, ella no esperaba que por fin se dictara sentencia. Pero, tampoco esperaba que al llegar al Tribunal Electoral los pobladores que días antes pretendían lincharla, estarían esperándola en la entrada y estarían presentes en la audiencia.
Es así que el 5 de marzo del 2014, la entrada de la Sala Superior del Tribunal Electoral, se encontraban tomada por mujeres y hombres de San Bartolo Coyotepec, quienes, al ver a Abigail Vasconcelos Castellanos, trataron de perseguirla para impedirle la entrada. ****
La suerte nuevamente le sonreiría, un grupo de policías estatales la escoltaron a la sala de audiencias, estando ahí los magistrados, reconocieron ante los pobladores de San Bartolo, que el sistema social, judicial y de usos y costumbres habían violado los derechos de las mujeres indígenas, discriminándolas y violentándolas.
Es así que, el Tribunal declaró la nulidad de la elección del municipio de San Bartolo Coyotepec y ordenó que convocará a una nueva elección, en donde los cargos a ocupar fueran el 50% para mujeres y el otro 50% para hombres, además de ordenar que informaran a todo el pueblo que las mujeres tenían los mismos derechos de votar y ser votada.
Esto sentó precedente, la lucha en San Bartolo Coyotepec, cambio la vida de las mujeres de ese pueblo, pero también la de todos los pueblos del país regidos bajo los usos y costumbres, ahora todas las mujeres indígenas pueden participar en igualdad de condiciones en la toma de decisiones, de forma libre y sin violencia.
Se puede decir que esta sentencia ha sido la primera que la Sala Superior del Tribunal Electoral ha resuelto respecto del derecho de las mujeres indígenas a ser votadas en la elección de las autoridades de su ayuntamiento, creando además jurisprudencias con carácter obligatorio para que las mujeres indígenas puedan defender sus derechos humanos y político-electorales.
A pesar de todo lo que sufrió para obtener esta sentencia, con lágrimas en los ojos, Abigail Vasconcelos Castellanos comenta que, se siente feliz de lograr su objetivo, el romper con las costumbres que restringen y lastiman a las mujeres, no solo de su comunidad sino de todos los pueblos indígenas, hizo que cada esfuerzo valiera la pena.
Es consciente, del daño que la violencia psicológica, la segregación y e insultos le causaron, sin embargo, no se arrepiente de su lucha. Aun con amenazas, puede decir que no vive con miedo.
Y eso lo transmite en su mensaje: “las mujeres sufrimos violencia desde que nacemos, lo primero que debemos hacer es llenarnos de amor propio, tuvieron que pasar 50 años para hacer valer mi amor propio, respetarme y hacer que me respetaran, eso me hizo romper las cadenas y alzar la voz. Lo segundo, es que no permitamos, ni resistamos la violencia porque eso afecta a terceras personas -no dejemos que eso sea ejemplo para nuestros hijos, hay que evitar que repitan historias-. Y tercero, es muy difícil en nuestro país ejercer justicia, no permitamos que las instituciones y el sistema nos violente, sé que no es fácil, pero como mujeres debemos acompañarnos y luchar por nuestra autonomía. Las cosas pueden ser difíciles, pero eso nos ayuda a fortalecernos, no dejemos que el miedo nos paralice, ni que nos digan qué no servimos para nada, luchemos por nosotras y por salir adelante, aferrémonos a la vida.”
*En el sistema de usos y costumbres los oriundos (no nacidos en el lugar) no pueden participar en las asambleas a menos que los lideres lo permitan, es un derecho que solo los originarios (nacidos) puede ejercer.
**El termino paradigma es comúnmente usado para denotar aquellos actos que son tomados como modelo a seguir al momento de solucionar cualquier tipo de problemas que puedan surgir en determinadas situaciones.
*** Es un medio de impugnación en materia electoral, a través del cual los ciudadanos pueden solicitar la protección de sus derechos político-electorales y consiste en restituir a los ciudadanos en el uso y goce de sus derechos, a través de su protección legal y constitucional.
**** La Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es un organo especializado y maxima autoridad en materia electoral, su equipareble seria la Suprema Corte de Justicia de la Nación.