- No hay pretextos para excluir a las mujeres de las dirigencias sindicales: Sara Lovera López
- Por convicción y omisión las Instituciones de Educación Superior anteponen el contrato colectivo a denuncias de violencia sexual: Gabriela Delgado Ballesteros
- Solo 8 de cada 100 dirigentes sindicales son mujeres
Elda Montiel
SemMexico, Ciudad de México, 21 de octubre del 2022.- El problema social, político y cultural de la violencia política sindical contra las mujeres, cuya persistencia es responsabilidad del Estado y tarea para los sindicatos de generar las condiciones para que se prevenga y sancione, lo anterior lo plantea, Claudia Domínguez en un texto de la Red de Mujeres Sindicalistas.
Por lo que, entre las propuestas de Claudia Domínguez para democratizar la vida sindical, está que en las Secretarías Generales de toda organización deben estar representadas por mujeres con conciencia feminista y de género que le facilite, en el ejercicio de sus funciones, a la clase trabajadora, y en especial a las mujeres trabajadoras conquistar la igualdad real que tanto se anhela en el mundo del trabajo.
También que la participación sindical de las mujeres en igualdad, sea efectiva la paridad en la toma de decisiones y no sólo en proporción, la desventaja para las trabajadoras en el Apartado B donde el patrón es el gobierno, y principalmente derrumbar la impunidad y la injusticia fue expuesto por feministas, sindicalistas y periodistas en la presentación del libro la “Violencia política contra las mujeres en los sindicatos: Un desafío para la democracia en México”.
Por su parte, la periodista y feminista, Sara Lovera López, resaltó que en los tiempos llenos de contradicción y miedo que vive el país, hay que derribar la impunidad y la injusticia. En los tiempos llenos de contradicción, miedo y violencia son las mujeres las que abonan a la democracia sindical para enfrentar la amenaza sistemática del desempleo, los salarios que no alcanzan para las trabajadoras y sus familias.
Para la exsindicalista, ya no hay pretextos para mantener la exclusión de las mujeres en la dirección de los sindicatos como lo expone Claudia Domínguez en su trabajo al que calificó de “provocador”, porque sostiene que la lucha y el activismo sindical de las mujeres trabajadoras sigue siendo la mejor opción para enfrentar el desafío de erradicar la violencia política sindical contra las mujeres.
Las cifras refieren que solo ocho de cada 100 dirigentes sindicales son mujeres, lo que significa que únicamente 8.67 por ciento del total de organizaciones gremiales cuenta con la participación de mujeres trabajadoras en la dirección sindical. Las mujeres tienen presencia en 275 Secretarías Generales de sindicatos, en 39 federaciones y en una confederación.
Resalta la propuesta de Claudia Domínguez, que es necesario democratizar la vida sindical de modo que las trabajadoras y los trabajadores estén representados en paridad como un medio para lograr la igualdad sustantiva en el mundo del trabajo.
Coincide que, en los tiempos llenos de contradicciones para las mujeres del porvenir, llenos de miedo y violencia son las mujeres las que abonan a la democracia sindical para enfrentar la amenaza sistemática del desempleo, los salarios que no alcanzan para las trabajadoras y sus familias.
El texto presenta como hace tres décadas las mujeres sindicalistas construyeron desde el feminismo el legítimo derecho a participar en la política sindical y sus órganos de dirección en lo que llamo, la autora “el camino a la democracia paritaria sindical”.
Ex secretaria general del Sindicato del periódico La Jornada, Sara Lovera, reconoció que el libro le obligó a recordar el comienzo de un largo camino de las mujeres que se atrevieron a reclamar a sus dirigencias su legítimo derecho a dirigir sus sindicatos y que se adoptara su agenda específica, en una época –creo que no ha desaparecido- que llamamos del charrismo sindical, misógino, prepotente, autoritario, antidemocrático, abusador.
Agradeció a la autora esta herramienta fundamental, didáctica y explicativa para los tiempos por venir, teñidos de miedo, no sólo por violencia contra las mujeres, la discriminación y la negativa sistemática a valorarnos como seres humanos, sino también cómo mujeres.
Agregó que han sido las mujeres organizadas, desde una perspectiva feminista, quienes directamente hemos construido con tenacidad y perseverancia, sabiduría y unidad, cada uno de los avances normativos que están plasmados en el andamiaje jurídico nacional y las directivas internacionales.
En el texto destacó, están presentadas, las distintas formas de discriminación y violencias contra las mujeres, el intríngulis de cómo se impide su participación y se nulifica, en la práctica la riqueza de sus experiencias.
En los testimonios las sindicalistas reclaman la necesidad de cambios de raíz contra la violencia, con una normativa estatutaria que la caracterice, la prohíba claramente y la sancione en justa medida. Y también advierten el riesgo de que surjan formas más sutiles de violencia que afecten el desarrollo de las mujeres.
Afirmó Sara Lovera, que las mujeres, las trabajadoras sindicalistas contemporáneas ya saben de qué viene la violencia contra las mujeres y también saben que quieren y cómo lo quieren.
Recordó que la travesía de las mujeres trabajadoras, hoy reunidas en la Red Nacional de Mujeres Sindicalistas, quienes en los años 80 iniciaron una pelea para crear grupos autónomos de mujeres, para incidir y discutir desde el feminismo; desde entonces empezaron a cuestionar al charrismo, a su machismo; identificaron las formas brutales de la violencia contra las mujeres.
Destacó lo que dice la autora que ahora tenemos nuevos desafíos, para materializar el andamiaje jurídico y de derechos, como la Nom 025 para que las empresas y los sindicatos transversalicen otra visión del papel y la contribución de las mujeres; como hacer efectivas las normas inscritas en la Ley Federal del Trabajo y la aplicación del Convenio 190 de la OIT, que ya ratificó el gobierno federal hace unos meses, para eliminar los ambientes hostiles en los centros de trabajo y las responsabilidades de las dirigencias sindicales.
Propone ahora, discutir una nueva agenda de lucha, basada en esos instrumentos normativos que describe en el texto, desde la CEDAW hasta las recomendaciones de la OIT, y yo agregaría el convenio 190, es decir asuntos urgentes.
Las mujeres en el Apartado B no se sienten respaldadas por el gobierno
Jocabeh Galindo Diego, la secretaria general del Sindicato de Nacional Financiera (SUTNAFIN) sostuvo que mientras mas mujeres participen en la vida sindical con conciencia real y respaldadas por el sistema de justicia en México se lograra erradicar la violencia política sindical en razón de género.
Compartió lo expuesto por la autora Claudia Domínguez en el sentido de una simulada democracia sindical pues a pesar de que algunas organizaciones tienen el 50 y 50 de la paridad en su Comité, en la realidad no se ejerce porque las decisiones las toma el dirigente sindical sin tomar en cuenta a las mujeres. No existe la igualdad para las mujeres.
“Se sigue dando la segregación en la igualdad”, afirmó.
Si bien, dijo, en México la violencia político sindical puede ser investigada sancionada y castigada, y en su caso exigir la reparación del daño por la vía administrativa, penal y laboral. En la Ley Federal del Trabajo no se prevé un mecanismo para proteger el derecho fundamental para erradicar la violencia política sindical de género, no hay mecanismos efectivos en el Apartado B donde el patrón es el gobierno y existen varios lineamientos que impiden una verdadera democracia.
Las mujeres en el Apartado B no se sienten protegidas por el gobierno, porque es él patrón.
En el Apartado A existe más apertura por parte de algunos patrones, algunos trabajadores para realizar mecanismos libres en los centros de trabajo.
En base a los testimonios del libro de Claudia Domínguez hablo de la connotación fuerte de la palabra “Líder” de mucho respeto generalmente identificada para los hombres, pero que debe ser horizontal, y de apertura ya que las mujeres si pueden llegar a esa posición.
Se refirió también a la desmotivación que se promueve contra las mujeres sindicalistas a ocupar cargos en la organización sindical por campañas de difamación, descalificación, falsedades, menosprecio a sus capacidades, faltas de respeto. Aprovechan su situación de mujer si son casadas, madres o hijas, cuando en realidad las mujeres tienen muchas más habilidades porque atienden sus obligaciones sindicales y el hogar.
Las mujeres siempre están firmes en la vida sindical y van más allá de cualquier reto que enfrentamos.
En la violencia política contra las mujeres han fallado las estrategias por qué no hay una medida realmente correctiva, demandó cero tolerancias y al Estado la exigencia de erradicar cualquier tipo de violencia. Como mujeres sindicalistas tenemos, dijo, la obligación de fomentar la inclusión y participación de las mujeres.
Las mujeres sindicalistas tenemos, enfatizó, mucho por hacer para erradicar ese machismo estructural y la violencia política sindical contra las mujeres.
En las Instituciones de Educación Superior se antepone el contrato colectivo.
Gabriela Delgado Ballesteros, investigadora feminista en la Universidad Autónoma de México celebra el texto de Claudia Domínguez al dejar claro que hay cumplir con el mandato constitucional de la paridad en las dirigencias sindicales para que en conjunto con las mujeres se vele por la erradicación de la violencia política sindical y se acabe la impunidad contra ellas.
Para ello la primera enseñanza es conocer las leyes nacionales y tratados internacionales para poder defender los derechos de las mujeres.
Delgado Ballesteros refiere, como en su experiencia en el ámbito laboral y sindical en las Instituciones de Educación Superior, en éstas ante los hechos de denuncia de las mujeres o las diversidades sexuales se antepone el contrato colectivo de trabajo por convicción, a mantener los pactos patriarcales, y por omisión a los principios constitucionales y tratados internacionales de los derechos humanos de las mujeres.
También se refirió a dos mujeres que en posiciones de poder se olvidan de las mujeres.
La titular de la Secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, que en 2020 declaró que “las reformas laborales exigen un cambio de cultura laboral, libertad y democracia laboral para las trabajadores y trabajadoras” en relación al nuevo modelo laboral, pero en opinión de Delgado Ballesteros se le olvido el abismo entre el “jure y el facto”, y explicar cómo hacerlo. Cuando en su posición de privilegio debería iniciar con propuestas específicas para sentar las bases de este cambio estructural en la cultura.
También menciono a Elba Esther Gordillo que es ejemplo de que “cuerpo de mujer no es garantía de conciencia de género”, quien estuvo al frente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la primera fuerza sindical en México por el número de trabajadoras y trabajadores, ya que durante su gestión perdió la gran oportunidad de un cambio cultural estructural por medio de la educación que es donde se siembran las semillas de raíz para lograr la igualdad sustantiva y la justicia social.
Destaca el trabajo puntual de la autora que va desde los marcos legislativos, tratados internacionales, el diagnostico de los lugares que ocupan las mujeres en los sindicatos, el cómo se conforman las dirigencias sindicales tanto en secretarías generales, como en las confederaciones, y describe claramente la baja proporción, por no decir casi nula, de las mujeres en ellas, y como en las representaciones han confinado a las mujeres: la educación, la industria textil y la telefonía.
Resaltó los testimonios de la vida cotidiana de las mujeres en la vida sindical que ejemplifican las condiciones de violencia a que son sometidas, que ejemplifican la fuerza de los prejuicios, los estereotipos, la minusvaloración que tiene el género femenino y las violencias manifiestas y simbólicas.
Cita el texto: “Porque la lógica de la política sindical responde aún al sistema patriarcal y sus reglas, sus estereotipos y a la concepción de la división sexual del trabajo”.
Los mismos testimonios dan cuenta de la deshumanización de los agresores como parte del pacto patriarcal o el ataque estereotipado de hacer alusión a lo obtenido por las mujeres en una posición sindical por utilizar su sexualidad.
Ejemplos vivos de que la violencia psicológica o psicoemocional está presente en todos los tipos de violencia la Física, la Patrimonial, Económica, Sexual, contra los Derechos Reproductivos y la Feminicida. Baste con ver el impacto que se tiene en todos estos ámbitos la violencia política contra las mujeres.
Como principal desafío para las secretarias generales y para las mujeres en general es la proporcionalidad para la participación en la organización sindical, lo que profundiza la desigualdad laboral entre hombres y mujeres. Esta más que claro que no es por falta de capacidad, sino por la evidente segregación histórica establecida por los estereotipos y la división sexual del trabajo. El problema es que en muchos espacios laborales se prefiere contratar a hombres.
No negó la existencia del techo de cristal, pero muchas veces no se rompe por el comportamiento de algunas mujeres. Apostó por el colectivo sororal, hay que erradicar la indefensión aprendida, en ocasiones quienes la mantienen son las mujeres por comportamientos y actitudes pasiva que determinan la no participación.
Concluyó que hay que hacer que la democracia, en todas sus concepciones, representativa, participativa y deliberativa se logre en la vida sindical para lograr la igualdad sustantiva y la justicia para todas y todos.