Las imágenes son elocuentes. Las largas filas para comprar tortillas o recibir agua las hacen las mujeres; mayoría en las filas organizadas por el Ejército para recibir despensas; cuando reconstruyan sus casas, serán ellas las que organizarán enceres y cocinas destruidas; ellas las buscadoras de cuerpos y desaparecidos.
Otis, el huracán, le cambió el rostro al puerto de Acapulco, bastaron menos de tres horas para mostrar la fragilidad que tenemos los seres humanos y mostrarnos, también, la dimensión de los gobiernos que tenemos.