Drina Ergueta
SemMéxico, La Paz-Bolivia, 28 de marzo, 2025.- En junio de 2017, en esta columna que se publicaba en otros periódicos de Bolivia y webs de México y España, escribía sobre la feminización de los altos cargos de los principales diarios generalistas de las ciudades del eje de boliviano, como algo diferente y excepcional en el contexto internacional donde la presencia masculina es mayoritaria en los medios. Esta semana, Claudia Benavente, anunció su renuncia a la dirección del diario La Razón y con ella se va la última de estas mujeres que ocuparon esos puestos que hoy son de nuevo principalmente masculinos.
Por entonces, en los cargos de dirección o subdirección estaban, además de Benavente en La Razón, Isabel Mercado y Mery Vaca en el que fue Página Siete; Carmen Miranda en Cambio (hoy Ahora el Pueblo); Luz Marina Canelas en Los Tiempos; Amparo Canedo en Opinión; y por esos años también figuraba el nombre de Maggy Talavera en El Nuevo Día. Es posible que me deje algún otro nombre.
Tantas mujeres juntas, no era ni es habitual en un mundo patriarcal (que es real y no un slogan) donde los altos cargos los ocupan los hombres, especialmente en espacios de poder como lo son los medios de comunicación, ya que a través de las noticias se construye la realidad. En 2023, según el informe del Reuter Institute que toma como referencia a 240 grandes medios de cuatro continentes, sólo el 22 por ciento de 180 puestos jerárquicos de salas de redacción estaban ocupados por mujeres. Por ello, hace pocos años, Bolivia era una excepción.
Si bien al escribir esta columna no se sabe quién dirigirá La Razón, sea hombre o mujer, la renuncia de Benavides significa que se va la última de ese grupo de mujeres que asumió la dirección de los principales diarios de Bolivia. Fue también la que más duró, 15 años en los que hubo indudablemente momentos difíciles. Ella explica que asumió la decisión de irse por motivos personales, desde aquí le deseo lo mejor y le agradezco que me haya abierto las puertas de este diario.
El trabajo de Antropología que en 2020 realicé sobre el proceso de las relaciones de poder y género en dos medios de comunicación bolivianos comenzaba con un comentario que alguien me dijo: “El periodismo en Bolivia está muy mal porque ahora mandan las mujeres”. ¿Es que cambia en algo el enfoque de las noticias, la manera de llevar un diario o cualquier aspecto de un medio de comunicación el hecho de que lo dirija una mujer o un hombre? Es que no tiene relevancia alguna si es de un sexo u otro, las mujeres y los hombres pueden hacer igual de bien o igual de mal su trabajo. El problema está en que no hay mujeres al mando porque su rol social no es ese en una sociedad patriarcal. Por eso, el comentario ese es machista y misógino ya que hay un listado de razones por las que la percepción de la prensa ha bajado de valoración, pero hoy no toca entrar en ello.
Es posible que una mujer en una dirección tenga una imagen de ser más dialogante o con mejor mano izquierda o, por el contrario, una imagen muy masculinizada de frialdad y dureza ejecutiva. Ambas, que ellas mismas pueden construir, forman parte de esos roles de género en los que se las percibe “más femeninas” o “más masculinas”. En todo caso, para algunos el hecho de que estén allí es un “fuera de lugar” y eso es lo que hay que rechazar enfáticamente.
En general, las mujeres tienen mucha menor presencia en los medios, tanto si se trata de las noticias (sólo un 25 %), como tema sobre el que se informa (siempre mucho menos en las poderosas áreas de economía 24 por ciento y política 20 %), como fuente experta que da la información (24 %) o también como periodista que la escribe o la presenta. Esto lo denuncia, entre otros varios estudios, el Monitoreo Global de Medios (GMMP) que de manera quinquenal presenta un informe desde 1995. El último de 2020 cubrió 116 países y más de 30 mil medios de comunicación.
Los medios hoy no son lo que eran, ya no tienen el monopolio de la información ya que las redes sociales generan actualmente gran flujo informativo (aunque de dudosa calidad y sin control), pero en ellos también las mujeres tienen menor presencia (sólo un 27 % según la GMMP 2020).
La participación de las mujeres en los puestos directivos de los medios, como en cualquier otra actividad humana y especialmente donde está el poder, es una necesidad de justicia simplemente porque la mitad del planeta es femenina. Por ello, al margen de quién sea y cómo lo haga, la posición que asuma y las decisiones que tome, que haya cada vez menos mujeres directoras de diarios es algo para lamentar.