Por Drina Ergueta
SemMéxico, La Paz-Bolivia. 1 de marzo de 2024.- Pablo Lavallén es el director técnico de uno de los equipos de fútbol más importantes de Bolivia, el The Strongest, y hace unos días, cuando explicaba la hazaña de su equipo en una remontada frente a su gran rival, el Club Bolívar, se llenó la boca de masculinidad caduca y hasta grosera representada, cómo no, en los huevos que hay que tener.
“Se habla de gallardía”, comenzó diciendo con cierta elegancia y luego agregó que “en Argentina, se dice otro tipo de atributos varoniles: el equipo empató con huevos», y entonces tocó fondo. Fondo no en un sentido de ¡qué tipo más ordinario!, que también; ni mucho menos en un sentido puritano por hacer mención a esa parte del cuerpo de los hombres, no; fondo porque hizo públicamente una expresión profundamente machista que atribuye ciertas características conductuales que serían únicas de los verdaderos hombres, en desmedro de quienes ‘no tienen huevos’ porque no son suficientemente hombres o porque, peor aún, son mujeres.
Lavallén habló primero de “gallardía”, como “atributo varonil”. Se equivoca. El diccionario de la Real Academia de la Lengua señala que “gallardía” significa, por una parte, “bizarría y buen aire, especialmente en el movimiento de cuerpo”, tiene como sinónimos palabras como “gentileza, donaire, galanura, garbo, gracia, prestancia, salero” y como antónimo a “desgarbo”; por otra parte, tiene que ver con “esfuerzo y arrojo en ejecutar las acciones y acometer las empresas”, por lo que sus sinónimos son “arresto, bravura, brío, valor, atrevimiento”, mientras que los antónimos serían “cobardía, pusilanimidad”. Todas esas palabras con significados y adjetivaciones tan agradables y bonitas que, que se entere la afición, sirven tanto para hombres como para mujeres.
¿Qué tiene que ver gallardía con lo masculino en exclusividad? Nada, si se usa así es una apropiación de género. Es más, muchos de sus sinónimos podrían ser relacionados más con lo femenino: “buen aire especialmente en el movimiento del cuerpo, garbo, gracia…”. Pensándolo bien, lo gallardo tiene mucho de femenino, incluso cuando se refiere a “bravura, brío, valor o atrevimiento”. Mucho de femenino y también mucho de homosexual ¿Qué más gallardo hay que una lesbiana o un gay en una actividad cotidiana o saliendo del closet? Perdón, en el mundo del fútbol no hay homosexuales… pero ese es otro tema.
Estamos hablando de “tener huevos” que en el mundo machista significa valentía masculina, que cuando hace una concesión dice que “hay mujeres con huevos”. En fin, la valentía es un atributo exigido hasta la saciedad a los hombres, su cruz, porque no hay nada tan despreciable como un hombre cobarde y los hay a montones, porque la gente no siempre es valiente ya que depende del momento y sus circunstancias. ¿Qué pasa con las jugadoras de fútbol? ¿Acaso ellas no tienen atributos de valentía siendo mujeres cuando remontan un partido? A las mujeres no se les exige valentía, pero suelen ser muy valientes. Es un atributo muy femenino, señoros.
Lavallén podrá decir, seguramente lo hará, que es una expresión coloquial muy utilizada y que no hay que tomárselo a la tremenda. De hecho, lo de tener huevos es tan usado que incluso tiene significados distintos según su tamaño, porque hay que tenerlos, pero en la medida justa. Muy grandes ya significa otra cosa, pasa de ser un alago a ser un insulto: es propio de alguien un poco lerdo o imbécil. En España se hace referencia a ellos, “tan grandes que se los pisa”, cuando se trata de una persona caradura o muy atrevida en sentido negativo.
Se hace tanta referencia a los testículos porque, en esta sociedad patriarcal, son junto al falo el centro de su universo, la muestra biológica de pertenencia al sexo dominante. Por ello, es naturalizada la expresión de “tener huevos” cuando se trata de atributos positivos, es una naturalización de esa diferencia, ventajas y privilegios de ser hombre a costa de las mujeres. Por eso mismo, es necesario rechazarlo cuando se usa y mostrarlo tal como es, una expresión socialmente negativa y profundamente discriminadora.
Lavallén tiene una responsabilidad que va más allá de su posición como director técnico de un equipo de fútbol importante. Como su representante, es capaz de llegar con su discurso a un público enorme, ya que es un referente para multitudes, y ese discurso no puede poner en valor características machistas ni discriminadoras hacia gran parte de la población.