Roberto Vizcaíno
SemMéxico, Cd. de México, 20 de enero, 2022.-Por vez primera Andrés Manuel López Obrador camina sobre el filo de una filosa catana política que lo podría hundir rápida y definitivamente en el peor de sus desastres.
De hacia dónde de los siguientes pasos respecto no sólo de la permanencia de Ricardo Monreal como líder de Morena en el Senado, sino para abrir o cerrar el proceso de su sucesión, dependerá su azaroso futuro.
Así se lo dejó en claro el zacatecano luego de una pretendida celada pésimamente planeada vía chismes entre la bancada mayoritaria que trascendieron a redes y corrillos.
Se buscaba debilitarlo para luego ir por él en una sorpresiva asamblea extraordinaria. Al menos así pareció.
Pero el presidente de la Junta de Coordinación Política y coordinador de los morenistas en el Senado va y viene tres veces por esas experiencias, y salió de inmediato a advertirle a quien ordeno el asalto de lo que estaba en juego.
Y la advertencia a Palacio y anexas no fue sólo, únicamente su reafirmación de que él era el coordinador de Morena, ni que sólo había un grupo y no dos o tres, sino al recordarle a quien debía escucharlo de todo lo que él había sacado adelante en los pasados 3 años -lo más importante de la agenda reformadora de AMLO y la 4T-, y de lo que estaba por aprobarse en esa cámara y el resto del Congreso en este 2022.
Hasta hoy van una cuarentena de reformas constitucionales, un centenar de nuevas leyes y normas, igual cientos de nombramientos por demás cuestionados y comprometidos para el asalto y control de instituciones como la CNDH, Banco de México, Inegi, Suprema Corte, etc., etc.,
Pero lo que viene es esencial para AMLO: la reforma eléctrica (que es más bien energética), la que ubicaría a la Guardia Nacional dentro de la Defensa Nacional y la Electoral, esencial para la operación final de la sucesión presidencial.
Y en forma colateral están pendiente de trámite otras muchas reformas a leyes, pero sobre todo nuevos y muy ansiados nombramientos cuya mayoría requiere de mayoría calificada que ni AMLO ni Morena tienen.
¿QUÉ PASARÍA?
Para hacer una prospectiva mínima se requiere partir de hechos y activos probados.
Está más que confirmado que el presidente Andrés Manuel López Obrador no quiere ni aceptaría a Ricardo Monreal -su más cercano compañero, aliado y cómplice durante más de 25 años en la construcción de Morena y el proyecto de la 4T, y con una experiencia y trayectoria política y de poder similar a la suya- como su sucesor.
Igual está visto que Monreal tiene lo que se requiere para cumplir con la aspiración válida y viable de ser ese sucesor lo quiera o no AMLO.
En un golpe que sólo él entiende, López Obrador abrió su sucesión el lunes 5 de julio de 2021, apenas 1 mes después de las elecciones intermedias que cambiaron la correlación de fuerzas en el país.
Al más añejo estilo presidencialista de la época de los 40-50 del siglo pasado con Ávila Camacho o Miguel Alemán, nombro a 5 prospectos y dejó fuera a Monreal. Quizá su intención fue dejar por sentado que el zacatecano no estaba invitado y que éste se ajustaría a ese mandato.
Pero no fue así. Monreal se apuntó, se metió y se construyó hasta hoy como el más viable de los sucesores.
Eso no lo soporta la arrogancia de AMLO quien lo ha alejado de sí. Y ya buscó e intentará quitárselo de en medio. Quizá piense que si lo hace ahora tiene 2 años para restaurar heridas.
VA MI PROSPECTIVA
Monreal -que sabía que esto ocurriría- ha construido una poderosa y extensa red de operación y apoyo entre intelectuales, académicos, empresarios, financieros e inversionistas, abogados y otros, líderes del campo y gobernadores y alcaldes. Su primera línea está en su bancada.
¿Cuántos se irían con él si hay rompimiento?
Los senadores de Morena son hoy 61:
– 13 de ellos siempre han estado en su contra.
– De los 48 restantes es muy posible que 10 más lo abandonen -personajes como la exministra Olga Sánchez Cordero y el exgobernador Jaime Bonilla, quien seguro se apuntaría para dirigir lo que quedara de Morena en el Senado-, para dejar un grupo independiente de 38 o poco menos dirigido por el zacatecano.
Esto dejaría a Monreal como primera fuerza con unos 38 senadores; al PAN como segunda fuerza con 24; Morena como tercera fuerza con 23 o menos; PRI como cuarta y el resto igual que ahora. Una dispersión senatorial como nunca se ha visto. Esto movería toda la estructura de poder: morena perdería la presidencia del Senado, la de la Jucopo y las de muchas comisiones.
Lo importante es que López Obrador y Morena no tendrían definitivamente ni mayoría constitucional ni mayoría simple para aprobar nada en lo que resta del sexenio. Así pasen las iniciativas en San Lázaro, se estrellarían en el Senado.
De ahí la importancia del mensaje final de Monreal de anteayer:
“… la transformación impulsada en los primeros tres años de este Gobierno está en marcha, a pesar de los obstáculos que se han tenido que enfrentar; es necesario consolidarla… juntos hemos logrado mucho, en poco tiempo: durante este cuarto año de Gobierno debemos seguir trabajando así, unidos, con intensidad y sin distracciones, para concluir esta obra transformadora, sin renunciar a nuestros ideales y sin renunciar a que el Senado siga actuando como un órgano autónomo independiente”.
YSQ avisado está.
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