Una historia que merece ser llevada a la pantalla grande
Ir a la caza de una entrevista con el delincuente más buscado del mundo es para poner los pelos de punta a cualquier periodista.
Ir a la caza de una entrevista con el delincuente más buscado del mundo es para poner los pelos de punta a cualquier periodista.
Más si en las operaciones para su captura estaban interviniendo la mismísima fuerza de élite antiterrorista Delta Force y agentes, oficiales y soldados del temible Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos de América, según revelaciones del medio especializado sofrep.com, manejado por veteranos del ejército estadounidense.
Pero Sean Penn y Kate del Castillo no lo sabían. Al menos, hubieran tomado más precauciones. En la aventura, cada uno con sus propios fines, fueron estrechamente vigilados por los aparatos de seguridad que les tomaron fotografías, intervinieron sus teléfonos, y que a cada paso suyo eran fiscalizados.
En la maniobra, se desenvolvieron a sus anchas. Nada se opuso a sus planes. Penn consiguió la entrevista que buscaba y Kate prosiguió con sus planes de realizar una película. Y todos felices y contentos, incluido el temerario narcotraficante.
Mientras, todo ese aparato compuesto por fuerzas de élite y experimentados agentes, conjuntamente con fuerzas de seguridad locales, le tejieron la trampa al hombre más buscado del mundo: Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”.
Tanta vigilancia parece no haber previsto que en el medio se fraguó una entrevista, vía medios de comunicación tecnológicos, porque parecieron reaccionar con sorpresa cuando la revista estadounidense Rolling Stone la dio a conocer un día después de la captura del “Chapo”.
Al menos, en Los Pinos no previeron ese asunto ni las confidencias que la entrevista podría traer. Tampoco en Estados Unidos. De repente, los protagonistas de la historia no eran las autoridades mexicanas -los héroes de la captura-, sino Sean Penn y Kate del Castillo, quienes habían logrado romper el cerco, y entrar y salir de México sin mella. Juntas, autoridades mexicanas y estadounidenses, apoyadas por los medios de información, se dieron a la tarea de desprestigiar, a como diera lugar, a esas dos figuras del medio artístico.
Vamos, ¡era el colmo!, ni siquiera se trataba de figuras de la política o del crimen organizado. Entonces, sucedió lo imprevisto.
Cuestionar si Penn era o no periodista para poder llevarlo a los tribunales, y, contra lo que se estila, filtrar grabaciones del trabajo de los servicios de inteligencia para intentar acabar con la reputación de Kate del Castillo. Los medios comprometidos con el poder tenían que hacerse eco de ello. Y sí, algunos medios le han dado una dura maltratada a la actriz mexicana-estadounidense.
A favor de la actriz puede decirse, con todas sus letras, que se la puede acusar de “interesada”, por intentar garantizar un encuentro, que produciría una entrevista y una película, poniendo en juego sus encantos, pero en absoluto se la puede tachar de frívola, y menos a ella que ha dado pruebas fehacientes de que la situación de México le duele profundamente, como a muchos otros y otras.
gloriaanalco@gmail.com