Mi hermano y yo
El legado de mi abuela
Cristina Salazar/ III y IV partes
SemMéxico, Oaxaca, 14 de agosto, 2025.- Es noviembre de 2024 y recibo una llamada telefónica de mi hermano.
—¿Puedes apoyarme? Me acaban de encargar una réplica del Tren Interoceánico —me solicitó mi hermano por teléfono—. Necesitamos ideas para que todas las personas que se suban disfruten de esa experiencia y también se dé a conocer la importancia de esa obra. Por lo pronto, ya estoy adaptando un jeep para que sea el que jale los vagones.
Quedo sorprendida nuevamente. Mundo, como le digo a mi hermano Edmundo, siempre me ha impresionado con las creaciones y adaptaciones que realiza con un equipo de talentosos y comprometidos maestros, e incluso maestras, de los oficios de mecánica, electricidad, modelado de fibra de vidrio, pintura, carpintería y cartonería, una ingeniera, un ingeniero y una arquitecta. Son verdaderas obras de ingeniería y arte un enorme carrusel de dos pisos con 42 caballitos de fibra de vidrio y 2 carrozas para 4 personas; el simpático trenecito de 3 vagones de Bob Esponja que puede transportar a 12 niñas y niños; el otro gracioso trenecito del Chavo del 8 también de 3 vagones; el primoroso trenecito de Cars con 5 carritos que después se convirtió en convoy con un carrito más y poder llevar a 16 niñas y niños; la sensacional plataforma con 5 toros salvajes que se mueven sincronizados, ¡¡se les encienden los ojos y sacan humo¡¡; el extraordinario carrusel con 12 figuras del Códice Vindobonensis, con los nombres de las figuras de estos animales en lengua mixteca y en español, dos tronos-carrozas para 2 personas y con acceso y espacio para personas con discapacidad en silla de ruedas. ¡Y qué decir del elefante y el camello gigantes para que el día de Reyes se suban las niñas y niños y esos animales emitan sus propios sonidos!


Mi sobrino Pablo montando el elefante creado para la fiesta de los Reyes Magos en Ejutla, en el taller de mi hermano. 1 de enero de 2022. Fotografía: Edmundo Salazar Acevedo. | Mi mamá Lucila Acevedo Díaz estrenando el camello. 1 de enero de 2022. Fotografía: María Cristina Salazar Acevedo. |
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Con mucha razón mi amiga Tere me dice:
—Tu hermano es un inventor.

Armado de la estructura de la cabina de operaciones de la réplica del Tren Interoceánico. Noviembre de 2024
Fotografía: Edmundo Salazar Acevedo.
Sí. Estoy convencida de que tanto él, como todos mis primos y primas quienes se dedican a trabajar los juegos mecánicos, han heredado el ingenio y la visión del abuelo Natalio y la abuela Luchita: que las niñas y niños tengan alegría, logrando una experiencia mágica en cada juego.
En el taller todos están muy activos y corren de un lado para otro. Suena un esmeril, martillos, un taladro; arranca el motor, pausa, vuelta a arrancar. ¿Hay alguna falla? Se arregla. Se toman medidas, se indican compras precisas de lámina troquelada, llantas, tornillos, tuercas y pernos de determinadas medidas; se dan ideas de dónde debe ir la luz y de qué color es más conveniente. Todos con un objetivo en mente: que el tren funcione, que sea del agrado de quienes se van a subir, que sea seguro, que sea lo más parecido al Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT) y que sea de fácil operación y mantenimiento. Largos días con sus tardes y a veces noches alcanzan a todo el equipo.

Vagones de la réplica del Tren Interoceánico con techo y asientos terminados. Diciembre de 2024.
Fotografía: Edmundo Salazar Acevedo
Dos meses después, el 5 de enero de 2025, un día antes del día de Reyes, hicimos la primera prueba.
—Vamos a probar el tren en el pueblo —me dice Mundo.
—Claro —afirmo.
—Este día es muy tranquilo aquí en San Bartolo Coyotepec —me explica.
Nos subimos junto con tres maestros que están checando que funcione bien el motor y el encendido de las luces. Llamamos a una amiga que tiene un niño pequeño y sobrinos en casa. Pasamos justo frente a su puerta.
—¡Hola! ¡Súbanse! —les saludo muy contenta.
—Hola, Dante —dirigiéndome al niño pequeño— ven, siéntate con mamá.
El pequeño Dante, de dos años, mira hacia todos lados. Es un espacio muy amplio. Se acurruca hacia su mamá. Una niña de unos 5 años, la primita de Dante, también se sube con ellos. Sus ojos están abiertos husmeando todo, la campana, el techo y las lucecitas de color rosa. Otra señora que está con dos niñas, dos niños y un bebé en su carriola nos mira con curiosidad desde la casa de enfrente. Las niñas y niños le jalan la blusa buscando su aprobación para subirse.
—Pueden venir también —expresamos juntos mi hermano que va conduciendo y yo.
Nos reímos. La señora toma al bebé de la carriola y se van subiendo uno a uno.

Réplica del Tren Interoceánico estrenado el 30 de abril de 2025 en el Parque Primavera, ciudad de Oaxaca.
Fotografía: Cortesía Comunicación Social del Gobierno del Estado de Oaxaca.
—Hola, hola. Por favor ocupen una sola banca todos. Vayan de frente, para que no se vayan a marear. Usted, señora, por favor en medio de todos —solicito amablemente.
—Lupis, por favor, ve con la señora, pues lleva 5 niños a cargo —indico a mi hija que es una mujer adulta—, por si se requiere apoyo.
El trenecito arranca. Las niñas y niños abren los ojos y van sonriendo, en silencio las primeras cuadras. Después de un rato se relajan y van diciendo adiós a cuanta persona encuentran. En un momento Dante llora. Su mamá lo abraza y nos dice que es raro que se comporte así, que seguramente es porque ha estado enfermo. Lo consuela y deja de llorar. Pero Mundo ya detuvo el tren y voltea a ver qué pasa. La primita de Dante exclama con mucha firmeza:
—¡¡Sígale, señor!!
IV. EL LEGADO DE MI ABUELA, MI ABUELO, TÍOS, TÍAS Y PAPÁ
Muy muy queridos Abuelito Natalio, Abuelita Lucha, tío Joel, tío Carlos, tío Talo, tío Beto, tío Toño, papá Mundo, tío Neco, tía Angelita, tía Cheli, tía Soco, tía Vicko, tía July y tía Luchita:
Hace unos 20 años (ya tengo edad, jiji) estaba en un curso de Juego Teatral en el que la persona capacitadora nos puso a jugar muchísimo y solamente en algunos momentos exponía la parte teórica y metodológica que estábamos aprendiendo: la formación psicomotriz de Bernard Aucouturier.
Al paso de los días de entrenamiento, que por cierto duró 2 semanas y nos llevaba todo el día, fui comprendiendo, por vivencia propia y por las explicaciones que nos dieron, que una de las funciones y efectos del juego, es provocar seguridad en las niñas y niños y que, además, existen “juegos de aseguramiento”: las escondidas, el columpio, las “atrapadas” y el lobo son ejemplos de ello. Todos manejan un momento de incertidumbre o “miedo de baja intensidad”: “Me voy a esconder ¿Y si no me encuentran?”; “Me van a atrapar y tengo que escapar”; “Se ve divertido, ¿y si me caigo?”. Este miedo se ve envuelto en la expectativa del final del juego, y al mismo tiempo se resuelve ahí: me encuentran -no quedé olvidado-, me atrapan -pero sigo vivo-, puedo moverme a mi ritmo sin caerme. Y justo es aquí donde se provoca la seguridad, el miedo queda resuelto y olvidado por completo. No hay falla. Por eso los niños y niñas buscar jugar una y otra vez, una y otra vez, para resolver las tensiones que viven cotidianamente. Aucouturier dice que este mecanismo está enraizado en lo más hondo de la psique de todos los seres humanos y en todas las culturas. ¿Cómo la ven?

Mi querido tío Toño en su taller abrazando con gran cariño a “Cebra”, uno de los caballitos. Junio de 2017.
Fotografía: Regina Mejía.
Ya se imaginarán, abuelito, abuelita, tíos, tías, en qué juegos pensé cuando fui entendiendo este asunto. Claro, en los juegos mecánicos donde crecí, los que ustedes crearon, cuidaron y trabajaron con sus mentes, manos y corazones. Comprendí que el movimiento constante, rítmico, suave y acorde a la edad, da S – E – G – U – R – I – D – A – D que es hermana de sangre de la A – L – E – G – R – Í – A.
La única diferencia con los juegos para adolescentes, jóvenes y adultos es que la intensidad puede subir, pero al final, también provoca alegría y seguridad.
¿Puede entonces la alegría trascender generaciones? Estoy absolutamente segura de que sí. Pero, ¿cómo lo hace en los juegos mecánicos? No basta con tenerlo en movimiento y trabajando. Además de ello, se necesita, al igual que ustedes lo hicieron conmigo, con mi hermana, mi hermano, mis primos y primas, asegurarse de varios aspectos. En primer lugar, que TODAS las personas puedan disfrutar del juego y con ello me refiero a la inclusión como primerísimo punto. Que no existan impedimentos para que alguien pueda disfrutar. Es por ello que, en la réplica del Tren Interoceánico, mi hermano construyó una rampa de acceso para personas con discapacidad y el vagón trasero tiene un amplio espacio especialmente diseñado para sillas de ruedas. Como segundo punto, también es indispensable conectar con las personas, igual que ustedes abuelito, abuelita, tías y tíos, lo hacían: recibirles mirándolos a los ojos con una cortés sonrisa, dar indicaciones con firmeza y cordialidad y siempre, siempre, siempre, siempre, tratar a todos y a todas, especialmente a las niñas y a los niños, como personas, con amabilidad y respeto. No menos importante un tercer punto, subir y bajar con seguridad y facilidad, mientras el juego está detenido por completo. Así evitamos accidentes innecesarios.
Abuelito, abuelita, tíos y tías: pueden estar ustedes muy tranquilos y felices de que este nuevo juego, la réplica del Tren Interoceánico, tendrá el sello que ustedes le dieron a cada uno de sus juegos: el sello de la generación de alegría. Las nuevas y las no tan nuevas generaciones experimentarán este juego de aseguramiento y de alegría como lo hicimos tantas y tantas personas en décadas de amoroso y arduo trabajo por parte de ustedes. Serán muchas y muchos quienes podrán subirse gratuitamente y como nos contaron la señora de San Pablo Huixtepec y la de Santo Domingo Barrio Bajo, Etla, jamás lo van a olvidar. Así como yo tampoco olvido.
Infinitas gracias por su legado.
Los quiere y admira mucho.
María Cristina Salazar Acevedo.

Mi amado padre me mostró muy feliz un avioncito de madera que fabricó para que las niñas y niños de una familia lo manejaran. Mayo de 2015.
Fotografía: María Cristina Salazar Acevedo.