Isabel Ortega Morales
SemMéxico, Chilpancingo, 25 de abril, 2022.- “Falla humana masiva”, aceptó el Secretario de Seguridad de Nuevo León, Aldo Fasci Zuazua, sobre el hallazgo sin vida de la joven Debanhi, dos semanas después de su desaparición.
Los partidos políticos, más presionados por los órganos electorales que por verdadera doctrina ideológica, han incluido en las boletas electorales a mujeres, y han usado el discurso de su inclusión en sus propuestas para ganar votos, pero en el fondo, hay vacíos que hacen que las mujeres sean invisibles para ser protegidas, lo que las deja vulnerables y abre el camino de la impunidad para las víctimas.
La impunidad que ha acompañado a las mujeres víctimas de violencia ha invisibilizado el verdadero rostro de la tragedia que vive el país, solo por centrar aquí el tema, y nos ha mostrado vulnerables, marginadas, segregadas, olvidadas en la realidad cruenta de la violencia.
Las mujeres han quedado dentro de las zonas de violencia ejercidas por el narcotráfico para ser usadas como anzuelos donde finalmente han quedado presas o muertas, y han sido víctimas del terror ante sujetos que no han dudado en cercar territorios a base de la trata de mujeres, de la violación a sus cuerpos, de la anulación de sus sueños, del dominio sobre sus aspiraciones, presentándose como si fueran gobernantes de esos lugares obteniendo su poder a base del miedo.
Pero ese miedo también ha sido usado como un ejercicio de poder donde se descalifica a la mujer por su forma de vestir, por los horarios en los que le suceden acciones de violencia, y a veces, hasta por la envidia que no duda en ponerlas en riesgo violentando su propio principio de sororidad.
La violencia cada vez más cruel contra las mujeres, nos refleja la falta de una cultura de sororidad en la sociedad y la aún permanencia de un machismo que no ha disminuido, quizá se ha disfrazado y hasta replicado fortalecido por algunas mujeres, que, como en algunas regiones de la montaña de Guerrero, hacen permisible la violencia con un “no eres la única” lo que muestra la falta de alianzas francas para superar una costumbre de sumisión que permanece más allá de las leyes y que tiene vigencia más allá de la persecución judicial.
Parece que algo le falta al sistema, a los partidos, a las y los políticos para entender que al invisibilizar a las mujeres se niega a sí misma la oportunidad de un desarrollo humano.
El caso de la joven Debanhi hizo que en su búsqueda se localizaran cuerpos de desaparecidas, en una entidad que reconoce tiene fallas de hace más de 20 años y ha hecho que la demanda de búsqueda de desaparecidos cobre más fuerza hacia la sociedad que es la única que puede presionar a las autoridades para hacer su trabajo.
No solo Nuevo León tiene desaparecidas, ni feminicidios. Lamentablemente tampoco parece ser el único con fallas humanas. Parece que ha llegado el momento de hacer una revisión de lo que se está haciendo, de las fallas que ha presentado el sistema y de la forma en que se puede superar. Debanhi nos mostró en su dignidad conservada hasta el final, que cuidar su integridad la llevó a perder la vida.