A favor de cuotas de género, Margarita Ríos Farjat
SemMéxico/CINU. Cd de México. 10 de marzo 2022-La entrada de las mujeres en espacios de los que históricamente habían sido excluidas ha sido un paso positivo que abona a que los poderes judiciales sean percibidos como más inclusivos, transparentes y representativos para las personas en cuyas vidas inciden. Y este 10 de marzo por primera vez se conmemora el Día Internacional de las Juezas.
En este día entrevistamos a la ministra Margarita Ríos Farjat, ministra, desde 2019, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en México.
Se llega con ilusiones y estudio constante
Al hablar con la ministra sobre su camino en el ámbito judicial, relata que decidió estudiar derecho por la influencia de su papá.
“Una circunstancia muy importante en mi vida fue la influencia de mi papá, un hombre muy orgulloso de haber estudiado la carrera de derecho. Él primero trabajó en fábricas, le nace el amor por esta carrera a partir de la búsqueda de la defensa de sus derechos. Siempre abrazó ese amor por la justicia”.
Ella es originaria de Monterrey, Nuevo León, egresada de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Cuenta con una maestría en derecho fiscal por la misma universidad, y cursos de especialización impartidos por el Instituto de la Judicatura Federal y por la Bolsa Mexicana de Valores. Es doctora en política pública por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Al preguntarle cómo se llega a ser ministra del Máximo Tribunal del país, explica que en su experiencia fue a partir de ilusiones honradas con entusiasmo, con ética, con valores, con principios, con estudio constante y con dedicación, “pero depende de muchas circunstancias que no puedes planear a lo largo de tu vida”.
«Yo respeto mucho otras trayectorias, pero no puedo hablar de ellas. Mi respuesta a esa pregunta es fluir, fluir, hacer lo que te va gustando, vivir lo que te va gustando. Decía Octavio Paz, ´lo que nos gusta, nos arrastra´. Fluir e ir intuitivamente hacia donde sientes que estás aportando, de acuerdo no nada más a tus conocimientos, tus valores y tu ética, sino también a partir de cómo has madurado errores, de cómo has madurado episodios que te han costado, de cómo has madurado cuestiones en las que tú te sentías ante obstáculos”.
“Por ejemplo, hubo un momento de mi vida en que me dediqué a mis hijos y llegué a pensar que mi vida profesional había terminado por todas estas circunstancias del techo de cristal”, dijo.
Cuando le comentó a sus compañeros de trabajo que se iba a retirar para cuidar de su hijo, se les hacía extraño que detuviera su carrera por un bebé, pero cuenta que ella intuitivamente sentía que eso era lo que tenía que hacer “porque eso era lo que yo quería hacer”.
Las mujeres no necesitamos parcelas, queremos poder de decisión
Hablando de la participación de las mujeres dentro del Poder Judicial la ministra asegura que todavía existe un techo de cristal.
“Pienso que estamos en un proceso social y antropológico muy importante de cambio. Creo que, si la mitad de la sociedad la integran mujeres, esto debe reflejarse en las instituciones, en todas las cúpulas de cualquier órgano, asociación o empresa que tome decisiones”.
Señala que, a lo largo de la historia, las mujeres han tenido que lidiar con fuertes estereotipos e incluso se han visto obligadas a renunciar, a dejar de soñar con algo porque no está a su alcance. Por ello, para la ministra, las cuotas de género siguen siendo muy importantes, “para que las mujeres puedan estar en más lugares de toma de decisión, ya que, sin ellas, las estructuras cierran la puerta”.
Ríos Farjat explica que cuando las mujeres llegan a compartir espacios con los hombres no siempre es en condiciones de igualdad, sino que tienen que hacer el doble de trabajo porque “primero tienen que hablar con el espejo, con lo que ellas esperaban de sí mismas, con todos sus sueños, después con su familia y sus amigos, y al final viene el trabajo”.
No obstante, hay un avance, “las mujeres están cambiando las estructuras y adaptándolas para que el día de mañana su inclusión en todas las áreas, sea sólo por un tema de capacidades”.
“Yo lo veo más como lograr una igualdad constitucional, más que como una lucha donde un género predomina sobre otro. Creo que esta cuestión de los géneros debería dejar de ser tema, el ideal es que se nos incluya porque somos personas”.
La ministra explica que estamos a mitad del camino y hoy en día sí se requiere poner mucha atención al género, al lenguaje, a los estereotipos y se necesitan cuotas, no parcelas separadas. “Las cuotas de género permiten que las mujeres lleguen a auténticas posiciones de poder y toma de decisiones”, subraya.
El derecho debe ser un mapa que esté fincado sobre la realidad
Actualmente la desigualdad en el acceso a la justicia sigue vigente. Ella relata que en la Corte resuelven todos los días situaciones de bigamia, de mujeres engañadas, de feminicidios, de niñas ultrajadas, de violencia sexual, de violencia política, de situaciones que vulneran de diversas formas los derechos de las mujeres y las niñas.
Adicionalmente, persisten las leyes discriminatorias y sus interpretaciones.
“Esa es una de las razones de ser de un Tribunal Constitucional, mientras existan leyes, existirá un órgano revisor que va a mirar con nuevos ojos esas regulaciones porque se trata de que el derecho sea como un mapa que esté fincado sobre la realidad. No manda el mapa, manda la realidad. Si no coinciden el mapa y el terreno, el mapa está mal, entonces hay que ajustarlo y lo interesante es que tenemos una realidad cambiante. La sociedad cambia, entonces es justo para cada generación que la Constitución y las leyes le hablen a las personas que forman parte de ella”, dice.
Y agrega: “las estructuras de Estado son para para organizarnos buscando el bien común, la armonía entre todas las personas. Hacia allá se encamina todo el orden jurídico mexicano en la Constitución”.
La mirada sensible debe tenerla cualquier ser humano
Finalmente, para la ministra, el hecho de que lleguen más mujeres al Poder Judicial es indispensable, como lo es la obligación de juzgar con perspectiva de género, pero recalca que esta obligación no sólo corresponde, ni debería sólo corresponder a las juezas, magistradas o ministras, sino a todas las personas que procuran e imparten justicia.
“No soy de la idea de que las mujeres vamos a aportar un “lente rosa” o que debemos aportar una mirada más sensible a los lugares a donde lleguemos, creo que la mirada sensible la debe tener cualquier ser humano”.