8M: Mujeres de todas las edades salen a las calles a gritar cómo quieren que sea el mundo

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  • Tras dos años de desborde, el movimiento feminista demuestra su fuerza con una jornada de reivindicación

Por Redacción

SemMéxico/AmecoPress. Madrid, 10 mar. 20. El  8 de marzo de 2020 ha conseguido sacar a la calle de nuevo a cientos de miles de mujeres en España. Este año no había convocada huelga estatal, pero el despliegue de actividades en barrios, pueblos y ciudades ha sido enorme, durante todo un mes, y ha tenido su broche en las manifestaciones. Una mezcla de reivindicación y celebración, el deseo de confluencia y la necesidad de transformar una sociedad que sigue oprimiendo a las mujeres, han podido más que las alarmas lanzadas por los medios de comunicación, que el temor al contagio, que el rechazo a las tensiones y polémicas. Tras dos años de desborde, el movimiento feminista lo ha vuelto a hacer: mujeres de todas las edades han salido a las calles a gritar cómo quieren que sea el mundo.

En Madrid la manifestación arrancaba tras un día de actividades desarrolladas en los barrios, bajo un clima festivo. Las portavoces de la Comisión 8M de Madrid, Ana, Lina y Suki, recordaban a los medios que “este año no ha sido suficiente un día”. Efectivamente, se ha apostado por una revuelta feminista, de un mes “lleno de acciones”. Seguramente como consecuencia de las masivas huelgas planteadas en los dos años previos, el movimiento feminista logró hacer “músculo” y “cada barrio y pueblo tiene su asamblea, lo que ha hecho posible aterrizar todo el argumentario que hemos hecho estos años y bajarlo a tierra”, explica Suki.

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Que las portavoces de la Comisión 8M estén haciendo declaraciones a los medios antes de que comience la manifestación, que las comunicadoras hayan vuelto a convocar a la participación en este 8 de marzo, que los telediarios y las tertulias de programas de máxima audiencia tengan como protagonistas las movilizaciones y los temas que las mujeres están poniendo sobre la mesa, es un indicador de la potencia del feminismo, presente además en las agendas sociales y políticas.

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“Ser feminista es ser buena persona”, asegura Pilar, de 61 años, que ha venido desde el barrio de Tetuán con su hija Inés. Ayer participó en una actividad vecinal tejiendo mariposas moradas, junto a Itziar Prats, la madre que perdió a sus hijas porque el padre y marido las asesinó. Señala una pancarta, mostrando su pleno acuerdo: “el virus del machismo mata mucho más que el conavirus”.

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“Estoy hasta las tetas de hacerte las croquetas”, corean un grupo de mujeres, cerca de Virginia, de 10 años. “Eso le tendría que decir la abuela al abuelo”, asegura, junto a su hermano Gonzalo, su padre y su madre. Para la manifestación ha preparado una pancarta de cartón: “yo soy y seré lo que quiera ser”, dibujando tal vez el sentir de las nuevas generaciones de mujeres, que ponen sobre la mesa hechos incuestionables.

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A lo largo de todo el Paseo del Prado los diferentes bloques se unen con las columnas de mujeres procedentes de los barrios y los pueblos, para marchar. Tras la batucada, el bloque mixto, en el que también participan sindicatos y partidos políticos.

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Desde el Psoe, la secretaria de igualdad y vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, afirmó que “el Partido Socialista sale a las calles para acompañar al movimiento feminista, que es lo que hemos hecho en 42 años de democracia”. “El feminismo es el punto de sostenibilidad de la democracia en el siglo XXI. Sin nosotras no va a haber progreso, futuro, ni siquiera profundización del modelo político de libertades y de derechos”. “Por eso, esta es una revolución de las mujeres imparable, pacífica, absolutamente cargada de justicia, que nadie va a poder contestar”, aseguró Calvo.

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También Podemos participó en la manifestación: “Hoy salimos porque las calles también son nuestras. Para vivir libres de violencias machistas, para repartir la riqueza, el tiempo y los cuidados, para amar a quien queramos y ser quien somos. Por las que vinieron antes, por las que vendrán. Yo por ellas madre y ellas por mí”, dijo Irene Montero, acompañada en la pancarta por Vicky Rosell y Beatriz Gimeno entre otras.

El PP ha participado en la celebración del 8 de marzo por primera vez pero se ha desmarcado del contenido del manifiesto. Ciudadanos asistió a la manifestación, pero sus representantes fueron abucheadas y tuvieron que abandonarla.

El valor de la diversidad

Pero la tónica general de la movilización, pese a algún incidente, ha sido de normalidad y tranquilidad. Gracias también al “cordón humano” formado por voluntarias de la Comisión 8M, encargadas de “facilitar la fluidez de la manifestación, abrir el paso y cuidar por el bienestar de las manifestantes”.

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La diversidad ha vuelto a ser, como en los años previos, un valor en la compositiva de la marcha. Mayores y jóvenes, blancas, racializadas, musulmanas, católicas, rurales, de ciudad, con discapacidad, en situación de precariedad y también con mayor nivel adquisitivo, estudiosas y conocedoras del feminismo y recién aterrizadas, solas, acompañadas de amigas, vecinas o familiares, organizadas en colectivos y asociaciones de distinta índole. El esfuerzo por incluir las demandas de todas las mujeres y el compromiso con las mujeres que a menudo son más discriminadas, como las migrantes o las empleadas del hogar, se ha hecho notar.

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Las jóvenes son multitud en la manifestación. Con pancartas y cánticos despliegan una creativa rebeldía. “Solo sí es sí. Si quieres más flexibilidad, apúntate a yoga”, advierte una cartulina. La libertad sexual ha tenido mucho espacio este año, tras una semana de escenificación y polémica en torno al anteproyecto de ley de libertad sexual presentado por la ministra de Igualdad, Irene Montero. Al respecto, un grito unánime, intergeneracional: “sola, borracha, quiero llegar a casa”.

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La manifestación, que comenzó a las 17 horas en Atocha bajo el lema «Con derechos, sin barreras. Feministas sin fronteras» llegó hasta plaza de España, donde había colocado un escenario. Allí se leyó el manifiesto final que reclamó «una vida con derechos, todos los días del año» porque «queremos cambiarlo todo, queremos estar todas». Entre sus demandas destacaron: que las violencias machistas sean consideradas cuestión de Estado, el fin de la precariedad o la brecha salarial, la derogación de la Ley de Extranjería, el cierre de los CIE o la ratificación del Convenio 189 de la OIT para ampliar derechos de las trabajadoras domésticas, el derecho al aborto y a una educación afectivo sexual y laica y que los cuidados sean una cuestión central de la que se ocupe toda la sociedad.

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