Las voces de las mujeres del largo exilio del desierto

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Mujeres saharauis conocidas y reconocidas por ser las manos que sostienen los campamentos de refugiados de la Hammada en Argelia.


Obra reconocida Expositivos 21, fotos, textos y una instalación con las tradicionales melfas, las grandes telas con las que las mujeres saharauis envuelven su cuerpo, la historia de estas heroínas anónimas.

Ana Gaitero

SemMéxico/AmecoPress. Madrid, 4 de enero, 2022.- Las mujeres saharauis son conocidas y reconocidas por ser las manos que sostienen los campamentos de refugiados de la Hammada en Argelia.
Lo que se conoce poco y no se ha reconocido apenas nada es lo que la fotógrafa Ana Valiño (León. 1978) ha rescatado del olvido: el protagonismo de las saharauis, con nombres y apellidos, en primera línea desde el comienzo del exilio en noviembre de 1975.
‘El viaje de las mujeres del desierto’, obra seleccionada por el prestigioso jurado de Expositivos 21 relata a través de fotos, textos y una instalación con las tradicionales melfas, las grandes telas con las que las mujeres saharauis envuelven su cuerpo, la historia de estas heroínas anónimas.

“Es un viaje de mujeres que abrazan a otras mujeres”. Ana Valiño empezó su viaje por el desierto de la Hammada cuando una niña saharaui cruzó el umbral de su vida gracias al programa Vacaciones en paz de León.
La vida y la obra se cruzaron de la manera más natural. Las heroínas saharauis anónimas empezaron a tomar forma en su mirada de fotógrafa cuando, un día, estando en compañía de un amigo saharaui, pasaban las hojas de un libro y se apareció ante la foto de una mujer con el fusil colgado al hombro y una niña de la mano.
“Yo conozco a esa mujer”, le dijo su amigo.
“¿Y podrías presentármela?”
Aquella mujer era Nuina Dajil con su hija Suadu, huyendo del Sáhara ocupado por Marruecos tras la muerte de Franco.
Ana Valiño enfocó la historia que iba a desenterrar la memoria de las mujeres del desierto. Pensó que mujeres como Nuina Dajil habría muchas más, las buscó, las encontró, les puso nombres y apellidos y recuperó su historia.
‘El viaje de las mujeres del desierto’ -explica- es “un exhaustivo proyecto de investigación a través de la memoria para reescribir el pasado y comprender el presente”. Desde 2015, ha entrevistado a más 80 mujeres en los campamentos sahararuis del exilio y ha identificado a medio centenar a partir de más de 300 fotografías antiguas guardadas en archivos y en cajas de recuerdos guardadas en las jaimas.
La muestra final de Ana Valiño, editada y producida con motivo de la dotación de Expositivos 2021 consta de un total de diecisiete (17) obras fotográficas y multidisciplinares: trece fotografías, cuatro de ellas intervenidas con Henna, dos piezas collage, un manuscrito/diario fotográfico redactado por las propias mujeres saharauis, fragmentos audiovisuales captados durante la realización del proyecto; así como múltiples extractos de entrevistas realizadas por la autora en los campamentos de personas refugiadas, copias fotográficas de archivo y melfas de origen saharaui.
“Me pareció tremendamente injusto que se contase la historia de los hombres con nombres y apellidos y no de las mujeres”, comenta. Y no sólo ha puesto rostro e identidad a muchas protagonistas del exilio, sino que ha recogido sus voces y sus anhelos en el diario manuscrito cuyas 214 páginas expresan las vivencias y los recuerdos de cada una de las mujeres retratadas. “Un objeto vivo cargado de simbología, donde sus voces y rostros se muestran acompañados por un fragmento de tela extraído de sus propias melfas (vestimenta tradicional saharaui)”, señala la fotógrafa leonesa.

Mujeres como Tarcha Mohamed (Djala.1942-Tindouf. 2019), que salió huyendo de su pueblo al sur del Sáhara occidental en noviembre de 1975 y fue víctima de los bombardeos de napalm, son “ejemplo de supervivencia y lucha”, “testigo de esa parte de la historia que se quiere ocultar, de esos bombardeos de Marruecos que implican que ha habido un intento de genocidio”, subraya.
“Cuando nos bombardearon yo estaba en el pozo cogiendo agua. Primero bombardearon el dispensario donde había enfermos y heridos. Luego bombardearon el resto”, afirma Tarcha Mohamed en la entrevista que le hizo Ana Valiño en 2018. La melfa negra con la que aparece retratada le cubre parte del rostro, donde aún permanece la cicatriz del bombardeo.
Mujeres como Sueima Aomar (Amgala. 1952), con el rostro ya surcado por las arrugas de toda una vida, volvieron a cargar el fusil del Frente Polisario y aquel uniforme militar que vistieron casi todas las mujeres saharauis en los primeros tiempos del exilio. “Haber participado en la revolución nos ha dado mucha fuerza y valentía; fuerza de sacrificio, todo ante el lema grande que es la independencia del Sáhara Occidental”, confesó a la fotógrafa en los campamentos.
Un sastre saharaui confeccionó los trajes para retratar a algunas mujeres evocando el rol que asumieron, al mismo tiempo que “cargaban sobre sus hombros la supervivencia de un pueblo”.
“Cuando se inició la guerra empecé la instrucción militar. Pasé por todo y fui militar. He trabajado mucho. Pasé por la Media Luna Roja Saharaui y otros muchos trabajos… Era rápida, muy trabajadora. Pero me hice mayor”, explicaba Mabruca Isaar a Ana Valiño en los campamentos de Argelia.
Un nuevo rol que las mujeres conciliaron con los cuidados a su pueblo, una extensión de sus familias. La sororidad que tejieron en aquel camino ha marcado la organización de los campamentos. “En el camino al exilio las mujeres estábamos muy unidas, nos cuidamos las unas a las otras. Si una enferma, la atendemos entre todas. Cuidábamos también de las personas mayores. Les lavamos la ropa en el camino”, afirma Jalifa Eddi (Saguia. 1954), desde su rostro lleno de fuerza y orgullo.
La selección de Ana Valiño cruza los tiempos y las voces de las mujeres que hicieron aquel largo viaje hacia el exilio en el desierto de la Hammada argelina, donde aún permanecen o han muerto. Y también deja un espacio para las generaciones más jóvenes, las nietas de esa memoria, que han salido de los campamentos por unas vacaciones, para estudiar o para quedarse definitivamente en otro país, aunque siempre vuelven.
Los retratos intervenidos con henna de la artista Senia Ahmed Baba reflejan el espíritu de las nuevas generaciones de mujeres saharauis, reconociendo la lucha de sus antepasadas y luchando por sus propios anhelos sin olvidar nunca a su pueblo ni a sus raíces. Pero con su propia identidad. En ese elenco están la cantante Aziza Brahim (Tindouf. 1976), que comenzó a utilizar la música para expresar sus emociones y es un referente internacional de la lucha del pueblo saharaui y de su resistencia pacífica; la activista y feminista Nadhira Mohamed (Tindouf, 1989), para quien “ser mujer saharaui es una suerte y un castigo, es orgullo y un arma de doble filo, es alegría y tristeza”; Fati Jadad, graduada en Administración y Dirección de Empresas y que lucha por la igualdad de género y la libertad del Sáhara Occidental, o Cheija Abdalahe (Tindouf, 1987), que también reivindica el feminismo dentro de la lucha por la independencia.

Son mujeres como Embarkelina Salek, aquella niña que cruzó el umbral de la vida de Ana Valiño al sumarse su familia al programa Vacaciones en paz y ahora es su hermana del alma. Lo mismo que el pueblo saharaui parte de su hogar y mucho más que una circunstancia que se ha cruzado en su camino, cuando decidió cambiar el Derecho por la cámara fotográfica y el trabajo en una multinacional por la cuerda floja del trabajo autónomo.
Ana Valiño tiene en proyecto un libro y un documental para dar más luz a la magna investigación que hay detrás de ‘El viaje de las mujeres del desierto’. Para ello busca financiación.
Expositivos 21 es una muestra de fotografía contemporánea, comisariada por Chema Conesa y Mario Castro Baro, dentro de la iniciativa León es Photo. ‘El viaje de las mujeres del desierto’ de Ana Valiño (León. 1978) fue seleccionada junto a ‘Tercer ojo’, de Isabel Juan (Alicante. 1999), ‘Cartografía de lo extraño’, de David Inclán (Bilbao. 1975) y ‘Paul’, de Tino García (Ponferrada. 1970) para la muestra de fotografía contemporánea, comisariada por Chema Conesa y Mario Castro Baro, dentro de la iniciativa León es Photo. Se expuso en El Palacín del Ayuntamiento de León desde el 1 de octubre hasta el 9 de diciembre de 2021.

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