Creciente migración de mujeres, sin eufemismos ni victimización

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Ilustración: Patricio Betteo

Día Internacional de las personas Migrantes, este 18 de diciembre

Diversas y heterogéneas: las mujeres migrantes mexicanas

Andrea Bautista León*

SemMéxico, Ciudad de México, 18 de diciembre, 2022.- En el corredor migratorio de América del Norte parece haberse consolidado el flujo migratorio mexicano: 97 % de las personas que migran van hacia Estados Unidos, mientras que sólo el 3 % restante migra hacia otro país. Decimos que se estabilizó en tanto que los sistemas de estadística de Naciones Unidas indican que en 2020 había 11.18 millones de mexicanas y mexicanos viviendo fuera del país, cifra equivalente a casi el 10 % de la población del país. De este total, 10.9 millones vivían en Estados Unidos, país al que arribaron en diferentes momentos. Al menos un tercio de estas personas han completado el proceso de naturalización en Estados Unidos; es decir, tienen la posibilidad de salir y entrar de ese país sin problemas legales.

Ante esta aparente estabilidad, el papel de las mujeres en la migración mexicana muchas veces pasa desapercibido. De manera paulatina pero constante, este papel ha cobrado relevancia tanto en la presencia de estas mujeres en el país de destino como en el estudio de las razones de su éxodo. En 2006 en Estados Unidos, por ejemplo, por cada 127 hombres migrantes mexicanos había cien mujeres, pero los procesos de deportación, retorno y emigración desde México provocaron que en 2019 esta brecha entre sexos disminuyera a 104 hombres por cada cien mujeres. Esto significa que, en términos de la población viviendo fuera, es cada vez más equilibrado el número de hombres y de mujeres, lo cual desmitifica la cualidad “masculina” de la migración internacional.

Otro indicador que puede dar cuenta de las diferencias entre hombres y mujeres migrantes mexicanos viviendo en Estados Unidos es que, a partir de 2010, el número de mujeres naturalizadas ha incrementado, lo cual refleja un papel activo de las mujeres en la búsqueda y acceso a la regularización de su estatus migratorio. Es justamente este papel activo el cual merece ser señalado y del cual mostraremos evidencia.

Revisemos algunas cifras relevantes. Con datos del Censo de Población y Vivienda 2020 del Inegi, calculamos que entre 2015 y 2020 hubo 802 807 personas que salieron de México. De éstas, 33.1 % fueron mujeres. Los estados de dónde salieron más mujeres fueron Jalisco (22 454), Ciudad de México (19 959), Michoacán (15 929), Guanajuato (14 340) y Estado de México (14 277). Entre los hombres se aprecia un patrón ligeramente distinto: la entidad que más expulsó migrantes internacionales fue Guanajuato (48 136), seguida por Jalisco (38 133), Michoacán (34 841), Estado de México (29 182) y Oaxaca (26 920). En ambos casos se aprecia la importancia de los estados que se denominan tradicionalmente como migratorios, pues desde mediados del siglo XX, con el programa “Bracero”, se establecieron redes de migración que han perdurado. Un aspecto para destacar con respecto de la migración de las mujeres es que Ciudad de México tiene el segundo lugar en expulsión, lo cual estaría marcando un perfil de emigración urbana que tendría algunas implicaciones importantes, como por ejemplo una búsqueda —en el lugar de destino— de trabajos orientados a los servicios y no al trabajo manual relacionado con ambientes rurales y semiurbanos.

También es notable que, aunque el 40 % de los migrantes de ambos sexos que han salido de México durante el último lustro tenía entre dieciocho y veintinueve años al momento de dejar el país, las mujeres migrantes son proporcionalmente más jóvenes que sus contrapartes masculinas. Entre las personas que salen del país, el 16.1 % de las mujeres tenía menos de diecisiete años, mientras que sólo el 11.5 % de hombres cabía en este grupo etario. Asimismo, el flujo de mujeres contiene una proporción más alta de personas de más de 65 años:  3.6 % contra el 1.5 % de los hombres.

Si volvemos a pensar en el papel activo que tienen las mujeres, es preciso recordar que investigadores de todo tipo han documentado diferencias en las razones que llevan a hombres y a mujeres a migrar. Entre 2015 y 2020 se documentó que hay dos razones principales por las cuales los hombres salieron del país: por trabajo o por estudios. El factor que tiene mayor prevalencia es la búsqueda de trabajo —o bien una oferta ya establecida— con el 70.4 %; la educación, por su parte, representa el 9.3 %. En el caso de las mujeres, por otro lado, no existe una razón predominante por la cual decidieron mudarse a otro país, aunque podemos identificar principalmente cuatro causas: 1) búsqueda de trabajo u oferta laboral, con 30.7 %; 2) deseo de reunirse con algún familiar, o bien fallecimiento o cambio de trabajo de algún familiar, con 24.8 %; 3) estudios en el extranjero, 18.8 %, (casi el doble, proporcionalmente, que los hombres, pero similar en términos de magnitudes: se contaron 49 814 salidas de hombres y 50 127 de mujeres); y  4) casamiento o unión o algún motivo personal de este tipo, con 13.9 %. Asimismo, es notable que el 1.8 % de las mujeres haya declarado que migró del país a causa de la violencia intrafamiliar, cifra que parecería menor pero que refleja el impacto de la violencia de género en México.

Esta diversidad de razones, perfiles de edad y lugares de origen plantean la necesidad de observar de cerca a las mujeres que transitan en uno de los corredores más importantes del mundo bajo una perspectiva de género a través de la cual podamos identificar su experiencia migratoria, y hacerlo desde la capacidad que ellas mismas tienen para tomar sus decisiones, pero que a la vez se encuentra entramada con las vidas de quienes las rodean. Ante el cambio social, el incremento de la escolaridad de las mujeres, la estabilidad en la fecundidad (con tasas de 2.1 hijos por mujer) y los ligeros, pero sostenidos incrementos en la participación en el mercado laboral, es pertinente llevar un registro de los impactos que éstos factores pudieran tener sobre las trayectorias de las mujeres como migrantes internacionales.

Andrea Bautista León; Doctora en demografía aplicada, colaboradora e investigadora en la Universidad La Salle

Este texto es una colaboración entre el Observatorio de Política Migratoria de El Colegio de la Frontera Norte y nexos.

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