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La Presidencia de la República queda en manos de un tabasqueño, terco y obstinado.

Cierre triste, dramático y decepcionante del último sexenio PRIista

LA OPINIÓN

Jorge Herrera Valenzuela

SemMéxico, 1 noviembre 2018.- En veinticinco días, contados a partir de este lunes 5 de noviembre, concluye el sexenio número 15 de la era posrevolucionaria. El cambio político-administrativo tiene características muy singulares e inéditas. La transición será en un ambiente pacífico. La Presidencia de la República queda en manos de un tabasqueño, terco, obstinado, lenguaraz y con el antecedente de que siendo jefe de Gobierno del Distrito Federal, dijo que seis años eran pocos para consumar un programa de gobierno.

Hace seis años, por estos días, se auguraba que el retorno de un priista como titular del Poder Ejecutivo Federal, estaba garantizando corregir lo realizado durante 12 años, los primeros de este milenio, por los “gobiernos de la alternancia”. El Partido Acción Nacional sacó de Los Pinos al Revolucionario Institucional, pero  primero la frivolidad foxista unida a la acelerada corrupción, hermanada con la impunidad, de los hijastros presidenciales. Después la guerra sin estrategia alguna contra los narcotraficantes, involucrando a militares y marinos, tiñó de rojo, con sangre humana, el suelo nacional.

Pues bien, comenzaré por el final y es el relacionado con la demanda de amparo interpuesta por la Conserjería Jurídica de la Presidencia, ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en busca de la protección federal para el Presidente Enrique Peña Nieto y los miembros de su gabinete. Esto sucedió el jueves 11 del presente mes. Nunca antes el jefe del Poder Ejecutivo Federal había dado ese paso. ¿Qué sabe el presidente saliente que hay en su contra? ¿Cuál es el temor fundado que lo impulsó a protegerse jurídicamente? Existe la acusación del gobernador panista de Chihuahua, relacionada con un supuesto desvío de 250 millones de pesos para campañas políticas del PRI. 

La mañana del lunes 29 de octubre trascendió que el ministro Eduardo Tomás Medina Mora Icazasuspendió indefinidamente cualquier investigación o imputación penal de la Fiscalía de Chihuahua en contra del Presidente Peña y de los miembros de su gabinete. La medida cautelar estará vigente hasta que la Suprema Corte de Justicia determine qué autoridad, federal o estatal, deba conocer del asunto.

Peña Nieto empezó equivocado

Hubo un amplio y franco optimismo. El hombre de Atlacomulco obtuvo el triunfo en las urnas. La primera señal negativa fue la integración de su gabinete, de su primer equipo. Salvo los titulares de la Defensa Nacional y de Marina con antecedentes y conocimientos para desempeñar el cargo, incluyó a dos políticos de carrera (Jesús Murillo Karam y Emilio Chuayffet Chemor), a Rosario Robles, exjefa interina de Gobierno del D.F. y a un priista renegado (Roberto Campa Cifrián) que en otro momento jugó como candidato presidencial apoyado por la lideresa  nacional del magisterio. Hubo tres “verdes” y ¡once “independientes”!

Su infortunio llegó muy pronto. Con mucho entusiasmo le brindó a sus electores un “Pacto por México” que firmaron los presidentes nacionales del PRI, del PAN y del PRD. Menospreció a los partidos políticos “chiquitos”. El plan era que ese “pacto” fuese el respaldo para 12 Reformas Constitucionales que iban a “Mover a México”. Pronto se produjo el rompimiento de los partidos de oposición y no corrieron con buena suerte las modificaciones constitucionales. Hoy la Educativa será borrada “hasta la última coma” y la Energética será objeto de un análisis muy detenido.

El atlacomulquense soberbio

Antes de seguir el sintetizado recorrido del sexenio, debo comentar algo que marcó para siempre la administración. Peña Nieto se transformó radicalmente y olvidó a quienes, desinteresadamente, le sirvieron en Toluca sin pertenecer a su gobierno, más bien desde los cargos federales. Lo que no comprendo es por qué desplazó al hombre más que leal le fue fiel, no se apartaba nunca de él y le cuidó, auténticamente, las espaldas, David López Gutiérrez, su jefe de prensa, su publirrelacionista, el creador de su imagen institucional. Jamás el Presidente de México convenció con sus insuflados mensajes, carentes de sensibilidad y su empeño de no oír a nadie, no reconocer sus errores y pasear su soberbia. 

Ejemplo de lo anterior, el problema de la casa blanca de Las Lomas de Chapultepec. Desde el primer momento, descubierta la falsa o real compraventa de la lujosa residencia, involucrados un amigo contratista y doña Angélica Rivera de Peña. El manejo periodístico fue torpe al grado de que la esposa del presidente apareció en las pantallas de la televisión, justificando la adquisición del inmueble. Tiempo después, pero mucho tiempo después, el esposo de la Primera Dama de México reconoció el error. Demasiado tarde.

Mucho habrá de escribirse de este infortunado sexenio, al que no pocos mexicanos han calificado como el peor de toda nuestra historia. A la corrupción, a la impunidad, a la violencia, a la inseguridad nacional, a la ola de crímenes, secuestros, desapariciones forzadas, súmele la incapacidad de sus colaboradores. El colofón de una parte del sexenio lo constituye el irresoluble caso de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.

En los finales de su mandato, el presidente Díaz Ordaz, dijo ser el solitario de Palacio. Refería a que sus amigos sexenales se alejaban, algunos de sus colaboradores andaban en busca de nuevas “oportunidades”. Para el hombre nacido en Atlacomulco, el término de su gestión es muy triste y hasta se habla, nadie lo confirma, que está en vías de divorciarse. Han desaparecido los que lo adularon y quienes desde Los Pinos hicieron y deshicieron, sin pensar en que el daño que le hicieron a su jefe, también en gran forma afectó al país.

De ninguna manera he sido ni seré agorero, menos aún fatalista. Sin embargo difícil, más no imposible, que un hombre del PRI vuelva a ocupar la Presidencia de la República. El otrora poderoso partido surgido en 1929, reformado 10 años más tarde y en 1946 concebido como Partido Revolucionario Institucional quedó anulado el domingo 1 de julio de 2018, con una mínima representación en el Congreso de la Unión, sin ganar una sola de las gubernaturas en competencia y sin control en las legislaturas estatales. Ya ni qué comentar sobre las presidencias municipales y el control político en la Alcaldías (antes llamadas Delegaciones Políticas) de la Ciudad de México.

Pregunta para meditar:

¿Cuál será el destino de Rosario Robles, de Gerardo Ruiz Esparza, de los Duarte (exgobernadores de Chihuahua y de Veracruz) y del mismo Peña Nieto?

jherrerav@live.com.mx

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