El rol de las Cuidadoras Primarias: Una perspectiva feminista sobre el Cuidado de Niñas, Niños, Jóvenes con Discapacidad o Enfermedades Crónico-Degenerativas

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Mari Rouss Villegas Balmori*

Las invisibles…

SemMéxico, Ciudad de México, 23 de febrero, 2024.- El cuidado de niñas, niños, jóvenes con discapacidad o enfermedades crónico-degenerativas es una labor fundamental en la sociedad, y las cuidadoras primarias, en su mayoría mujeres, desempeñan un papel crucial en esta tarea.

Sin embargo, su trabajo suele ser invisibilizado y desvalorizado, lo que refleja las estructuras de género arraigadas en nuestra sociedad. Desde una perspectiva feminista, es esencial examinar la situación de estas cuidadoras, así como la necesidad de reconocer y valorar su labor.

En este texto, analizaremos el rol de las cuidadoras primarias desde una perspectiva feminista y legal, considerando tanto ejemplos nacionales como internacionales, e integrando la Ley General de Cuidados de México como marco legal relevante.

Las cuidadoras primarias, tanto mujeres como hombres, desempeñan una labor esencial al proporcionar cuidados físicos, emocionales y médicos a quienes los necesitan. Sin embargo, son las mujeres quienes predominantemente asumen esta responsabilidad, perpetuando roles de género tradicionales que subvalúan su trabajo.

En la Fundación MGAS hemos detectado que el 85 por ciento de los hogares con un hijo o hija con discapacidad está encabezado por una jefa de familia. Esta carga desproporcionada no solo limita sus oportunidades de empleo remunerado, sino que también las expone a un mayor riesgo de pobreza y exclusión social. Desde una perspectiva feminista, es crucial cuestionar y desafiar estas estructuras de género que perpetúan la desigualdad en el ámbito del cuidado.

Sin pesar importara lo vital del trabajo de cuidado, las cuidadoras primarias a menudo carecen de protección legal y reconocimiento social. A nivel internacional, existen convenciones y tratados que reconocen los derechos de las mujeres en el ámbito del cuidado, pero su implementación efectiva sigue siendo limitada.

En el ámbito nacional, las políticas públicas suelen pasar por alto las necesidades específicas de las cuidadoras primarias, perpetuando su invisibilidad y desprotección. La falta de reconocimiento y protección legal para estas cuidadoras tiene consecuencias devastadoras, tanto para su bienestar personal como para el desarrollo de la sociedad en su conjunto.

En México, la Ley General del Sistema Nacional de Cuidados se queda completamente corta en el reconocimiento y apoyos de las cuidadoras primarias, madres, abuelas, tías, hijas que tienen la compleja tarea de cuidar y además hacer frente a muchas otras obligaciones familiares, en la comunidad y por supuesto, económicas.

El trabajo de cuidado no remunerado proporcionado por las cuidadoras primarias representa una contribución invaluable a la economía global. Sin embargo, este trabajo rara vez se valora adecuadamente en términos económicos, lo que resulta en una subestimación significativa del Producto Interno Bruto (PIB) de los países. Además, la falta de apoyo adecuado para las cuidadoras primarias tiene un impacto negativo en la salud, el bienestar y el desarrollo personal de las mismas, así como en la calidad de vida de quienes reciben cuidados.

Desde una perspectiva feminista, es fundamental reconocer y valorar el trabajo de cuidado como una contribución esencial al bienestar humano y al desarrollo sostenible.

Como ha sido citado en este texto, en México, la Ley General de Cuidados representa un avance pequeño y escueto en el reconocimiento y regulación del trabajo de cuidado. Esta ley establece un marco que reconoce la importancia del cuidado en la sociedad y busca garantizar su acceso equitativo y de calidad para todas y todos los ciudadanos. Sin embargo, es crucial que esta legislación se implemente de manera efectiva y se acompañe de políticas públicas que promuevan la igualdad de género y el reconocimiento del trabajo de cuidado realizado por las mujeres.

Para comprender mejor el contexto y las implicaciones de la legislación relacionada con el cuidado, es importante examinar más a fondo ejemplos nacionales e internacionales. Por ejemplo, en países como Canadá y Suecia, se han implementado políticas que ofrecen licencias parentales remuneradas y servicios de cuidado infantil subsidiados. Estas medidas no solo reconocen el valor del trabajo de cuidado realizado por las mujeres, sino que también fomentan una mayor participación de las mujeres en la fuerza laboral y contribuyen al desarrollo económico y social.

En México, la implementación efectiva de la legislación aún enfrenta desafíos significativos. Por ejemplo, la falta de recursos financieros y humanos puede obstaculizar la prestación de servicios de cuidado de calidad, especialmente en áreas rurales y marginadas. Además, la discriminación de género arraigada en la sociedad mexicana puede dificultar el acceso de las mujeres a oportunidades de empleo remunerado, perpetuando así la carga desproporcionada de responsabilidades de cuidado sobre ellas.

Para hacer frente a estos desafíos complejos, desconocidos y poco aceptados socialmente y promover una mayor igualdad en el ámbito del cuidado, se pueden adoptar una serie de medidas.

En primer lugar, es fundamental garantizar la implementación efectiva de la Ley General de Cuidados mediante la asignación de recursos adecuados y la supervisión continua de su cumplimiento. Esto incluye la capacitación del personal de atención médica y social, así como la sensibilización pública sobre la importancia del trabajo de cuidado y los derechos de las cuidadoras primarias.

Además, es importante promover una mayor participación de los hombres en las tareas de cuidado y la redistribución equitativa de los roles familiares. Esto puede lograrse mediante políticas que fomenten la corresponsabilidad en el hogar, como licencias parentales compartidas y programas de apoyo a los padres. Al involucrar a los hombres en el cuidado de la familia, se pueden reducir las disparidades de género y promover una cultura de igualdad en la sociedad en su conjunto.

Asimismo, es fundamental fortalecer las redes de apoyo comunitario y los servicios de cuidado de calidad para garantizar que todas las personas tengan acceso a la atención que necesitan. Esto incluye la expansión de servicios de cuidado infantil asequibles y accesibles, así como el apoyo a programas de capacitación y desarrollo profesional para cuidadores familiares y profesionales. Recordemos que durante muchas etapas de la humanidad se maternaba en tribu, en comunidad, las niñas y niños eran responsabilidad de todas y todos.

El reconocimiento y valoración del trabajo de cuidado realizado por las cuidadoras primarias, con nombre y apellido, sueños, problemas, sentimientos, necesidades, dolores y alegrías son imperativos éticos y políticos. Solo mediante el reconocimiento de su labor y la implementación de políticas inclusivas y equitativas podremos avanzar hacia una sociedad más justa, igualitaria y sostenible para todas y todos. Es importante que los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado trabajen juntos para abordar los desafíos y promover el cambio necesario en el ámbito del cuidado. Solo así podremos garantizar que todas las personas tengan acceso a los cuidados que necesitan para vivir una vida digna y plena y que las cuidadoras primarias tengan el reconocimiento que les permita también el acceso a una vida digna.


*Presidenta Fundación MGAS, directora de Diversidad, Equidad e Inclusión Hogan Lovells México.

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