La amnesia disociativa de Felipe
• Inescrupuloso, mezquino y desleal, le dijo Castillo Peraza
SemMéxico, 15 noviembre 2018.- Más fuera que dentro del partido que lo hizo Presidente de México (2006-2012), el viernes 9 –hace ocho días-, vimos al michoacano Felipe Calderón Hinojosa con Ciro Gómez Leyva, anticipando su salida formal de Acción Nacional, en caso de ganar la dirigencia nacional de ese instituto, el también michoacano Marko Cortés Mendoza.
No sé si muy en sus adentros, Calderón supuso o imaginó que podría incidir en el triunfo cantado de su paisano, tildándolo reiteradamente de traidor, corrupto e hipócrita, e incidir a favor del famélico –políticamente- Manuel Gómez. Lo que, si queda claro, es el síndrome de estrés postraumático que le dejó la pérdida de poder presidencial –solo dura seis años- y el partido.
Marko arrasó a nivel nacional y en Michoacán fue una paliza. Nada extraño a nivel local, a sabiendas que el calderonismo ya estaba extinto desde el momento mismo que dejó la Presidencia. Bueno, en 2011 ni siquiera pudo hacer ganar la gubernatura a su hermana con todo y el dinero que le metió.
Nadie es profeta en su tierra. Y menos y nunca, lo fue Felipe.
Para la medicina, uno de los efectos del Síndrome de Estrés Postraumático, es la amnesia disociativa; el sujeto es incapaz de recordar un suceso debido al alto estrés que la situación origina. Es el olvido de recuerdos traumáticos de forma parcial y selectiva. Dicen los especialistas que el recuerdo existe y se conserva, no se borra permanente, pero se bloquea inconscientemente.
Pero ello, supongo que pinche –perdón por la palabra- trauma le dejó aquellas palabras de quien fue su tutor político, Carlos Castillo Peraza, en los noventa: Felipe es un “inescrupuloso, mezquino, desleal a principios y a personas” (Sherer/2009).
Y lo que son las cosas. Vino a ser el artículo de la hermana Luisa María Calderón, publicado en Quadratín el mismo lunes 12 de la renuncia de Felipe al PAN, lo que me recordó aquella ácida carta que Castillo le dedicó al entonces dirigente nacional panista y cuyo contenido fue público.
Cito extractos del artículo de Cocoa:
“En 1980, (Felipe) a sus 18 años, fue ya activista en la campaña para gobernador de Michoacán, en el PAN, teniendo como candidato a don Adrián Peña. Luego salió a CDMX a estudiar cuando rechazaron su ingreso a la UMSNH.
“Se reportó entonces al PAN en aquella ciudad y fue convocado por Carlos Castillo Peraza a integrar el Instituto de Capacitación y Formación del CEN, en la presidencia de Abel Vicencio Álvarez. (…)
“En Morelia, su ciudad, se llevó a cabo la primera asamblea de Acción Juvenil Nacional de esa nueva época. Ya se había realizado una en 1984 en la misma ciudad. Después fue candidato a diputado suplente por el 35 de CDMX y en 1988 ganó por mayoría una diputación a la primera asamblea de la ciudad de México.
“El resto lo conocemos, hasta que llegó a la presidencia del PAN y luego de nuestro país. Ayer (domingo 11), después de ir a votar en una elección interna, presentó su renuncia a esa institución política a la que perteneció hace décadas”. (…)
Aunque Cocoa en su escrito no lo reconoce –o también se le olvida-, quien hizo políticamente a su hermano Felipe, fue precisamente Castillo Peraza.
Por eso amerita una refrescadita de memoria con algunos extractos de esa carta fechada el 8 de mayo de 1996, que Castillo le dirigió a Calderón apenas semanas después que asumiera la dirigencia nacional del PAN y que está disponible en la web.
“Querido Felipe:
“Para mí es mucho más sencillo expresarme por escrito. Por eso lo haré así, poco antes de ausentarme por unos 22 días, lo que nos dará al uno y al otro tiempo para pensar en lo escrito y en lo -espero- leído.
“Me preocupó sobremanera un par de expresiones utilizadas por ti durante nuestra más reciente conversación en tu oficina provisional. La primera fue: “Si no me meto, no me hacen caso”; la segunda: “No he encontrado mi alter ego”. Creo que las realidades que expresan esas dos frases tuyas están emparentadas. Trataré de explicarme, comenzando por la segunda.
“¿Por qué no encuentra un jefe a ese alter ego? Creo que, porque para que haya un “otro yo”, varios “otro yo”, el jefe debe hacerle saber y sentir a sus subalternos que, en efecto, son “yo”, es decir, darles toda su confianza.
“El subalterno debe saber que el jefe depende totalmente de él porque lo considera capaz de hacer las cosas bien, tal como el jefe mismo las haría. Debe saber que el jefe pone en sus manos su nombre, su fama, su prestigio, su capacidad e incluso su liderazgo. Debe sentir que lo que él hace lo está haciendo el jefe, y que el jefe responderá por él si se equivoca. Debe sentir que en lo que su jefe le encomienda el jefe es él, esto es, el alter de ese ego.
“Pero esto implica que el jefe deje su ego en ese alter. Y que lo deje en serio: en lo que se le encarga, el alter tiene que estar seguro de que él es “el perro de adelante”; y que el jefe no se pondrá ni antes ni al lado de él, sino detrás; que el jefe lo seguirá en lo que le puso en las manos; que leerá lo que le encomendó escribirle; que se sentará donde decida el alter al que le encomendó diseñar el presídium; que sólo cuando el subalterno le diga que “esto debe resolverlo usted”, debe tomar el asunto en sus manos de jefe, etc.
“Nadie se sentirá tu “otro yo” si le revisas todo, si le sospechas todo, si le desconfías, si acabas haciendo las cosas tú. Así nunca encontrarás todos los alter ego que hoy necesita un presidente del PAN. Y te ahogará el trabajo. Y sabrás todo, pero no presidirás. Y tendrás a tu gente en el temor, en la disciplina pero no en el entusiasmo ni en la creatividad. Y… tendrás que meterte en todo para que te hagan caso, porque tú no les haces caso a tus subalternos, y ellos saben que no cuentan, que tienen que esperar a que tú decidas, que les vas a cambiar las órdenes sobre la marcha, que no los consideras responsables.
“Tu naturaleza, tu temperamento es ser desconfiado hasta de tu sombra. Si te dejas llevar por ése, entonces no te asustes de no contar ni con tu sombra: ella misma se dará cuenta que es sombra, pero que no es tuya; será sombra para sí, no contigo, no tuya. Dile al perro de adelante de cada uno de los trineos de tu flotilla que él es el único que ve un horizonte distinto. Tú tendrás así la mirada de todos los horizontes; no tendrás que verle las patas a todos, ni las correas a todos: serás el Can Mayor, vigía de todos los horizontes y patrón de todos los trineos. Presidirás: estarás sentado arriba. (…)
Las consejas de Castillo tenían fundamento:
“Las quejas generalizadas son que, al parecer, nadie puede darte gusto, que das órdenes y las cambias, que pides trabajos intempestivamente –lo que frena las tareas en curso–, que invades las competencias de todos y cada uno de ellos, que los maltratas verbalmente en público y que mudas constantemente de opinión, tardas en tomar decisiones, das marcha atrás, no escuchas puntos de vista de tus colaboradores y haces más caso a «asesores de fuera» que a los miembros del equipo que quisiste fuese el tuyo.
“Se refirieron a contrataciones hechas por ti, sin siquiera avisar al responsable del área afectada, y de «saltos» de autoridad de tu parte y de parte de Cocoa, que producen desorden, inseguridad y disgustos en tu estructura «staff». Salvo Toño Lozano, todos los ahí presentes expresaron poco más o menos sentimientos análogos y, lo que es peor, algunos manifestaron que ya esta situación se les volvía personalmente «insoportable» y opinaron que era perjudicial para el CEN y dañina para el partido”.
Dos años después -1998-, Castillo Peraza renunció al PAN. El 8 de septiembre del 2000, precisamente en Alemania, murió de un infarto.
Semanas siguientes de su salida del blanquiazul, en un viaje a España –según relato de Álvaro Delgado, de Proceso-, Castillo Peraza coincidió con Julio Sherer, quien hasta 2009, en su libro “Secuestrados” reviviría parte de esas confidencias del político yucateco con el periodista en ese viaje.
Carlos Castillo Peraza renunció al PAN, porque Felipe Calderón, a quien él llevó a la dirigencia del partido, se había revelado como un ser “inescrupuloso, mezquino, desleal a principios y a personas”.
Esto escribió Sherer: “Castillo Peraza cuidó el porvenir político de Calderón Hinojosa, y Calderón Hinojosa se desentendió de Castillo Peraza cuando éste más lo necesitaba”. Esto es, en 1997 que contendió por la jefatura de Gobierno del DF y que el PAN lo dejó solo.
“Vencido, conoció la antesala, calentando una silla y perdiéndose en la lectura de periódicos y de revistas para apartarse de los desaires que lo acosaban. Calderón Hinojosa se mostró distante, frío, como un grillete que corta. Castillo Peraza optó por su renuncia al partido. No hubo en ella melindres ni reclamos”, remata Sherer.
Entonces, ahora ¿con qué cara se atreve a juzgar a Marko de traidor e hipócrita? Solo por amnesia selectiva…
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La Comidilla
A estas alturas de lo que hemos visto las últimas semanas, a una parte de lo que llaman algunos la ´chairiza´, ya debe quedarle claro que no es su voto electoral, sino el dinero, dentro y fuera del país, lo que seguirá mandando en este país.
A las constructoras de las obras en Texcoco, López Obrador ya las aplacó con las nuevas del Tren Maya, la refinería en Dos Bocas y el Corredor Transístmico, así que no pierden, y a los voraces banqueros les garantizó que en tres años, nada que se revisen las usureras comisiones que cobran por “manejar” el dinero de los usuarios.
Eso sí, la próxima semana otra consulta, para que ahora decida –la chairiza- si quiere sus becas para estudiantes, ninis, adultos mayores y demás. ¿Qué ahora la financiarán los senadores morenistas? De veras que hay que ser bien bruto para no entender que de todos modos es recurso público.
Pero no hay que ver todo en sentido negativo. El Plan de Seguridad, por lo menos en la letra, suena a todo dar. Hay que ver cómo convence a los malosos a deponer las armas y a las familias de sus víctimas, a que otorguen el perdón, o cómo logrará desbaratar los ´autogobiernos´ de estos mismos en las cárceles…