Elvira Hernández Carballido
Esta es mi cuidad, el DF ya se quedó atrás…
parece que el tiempo pasa lento y mi otra vida quedó lejos.
Y si este es mi destino, morir en este lugar
sólo necesito una cosa más y es saber que te quedarás.
Y sí, esta es mi ciudad, cuna de mis sueños
Sí, esta es mi cuidad, distrito de mi soledad…
SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 15 de mayo, 2024.- Esta melodía del grupo La Quinta Estación fue mi himno cuando decidí dejar la hoy ciudad de México y probar suerte en Pachuca, la Bellairosa. Chilanga de nacimiento, buscaba un escenario académico armada solamente con mi recién estrenado título de doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación, la primera en tener ese grado en la UNAM. La suerte, dios, la virgen de Guadalupe y mi buena estrella confabularon para que de puma pasara a convertirme en garza al entrar a trabajar a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Probaré un año, me juré a mí misma, mientras cada mañana me levantaba a las cinco de la mañana y tomaba el primer metro en la estación universidad. Recorría toda la línea verde de terminal a terminal, así me bajaba en Indios Verdes para tomar mi autobús rumbo a la capital de Hidalgo. No pasó mucho tiempo para convencerme que en ese lugar estaba mi destino.
Fui recibida por Mauricio Ortiz Roché, mi jefecito adorado por siempre y me sumé al área académica de ciencias de la comunicación. Por supuesto, yo iba con la ilusión de ya tener un trabajo fijo, si era posible una plaza laboral definitiva y escribir lo que más pudiera sobre el tema de mujeres. Mi primera tarea fue dar clases, lo que más amo en la vida, y mis primeros grupos son inolvidables: participativos, talentosos, un poco sorprendidos del ritmo que traía de la UNAM, creativos de todo corazón. Conocí a quien es hoy una de mis mejores amigas, Silvia Rodríguez Trejo y con ella experimenté lo maravilloso que era hacer radio. Tuvimos un programa llamado Quinto Poder, lo disfrutamos tanto durante 10 años.
Los recuerdos me llegan como remolinos, como ráfagas suaves de vientos y como alocados huracanes. Aquel 30 de abril de 2024 fue la fecha que inició mi vida lejos de mi terruño chilango, pero pronto el gentilicio “Bellairosa” empezó a formar parte de mi manera de ser.
Siempre digo con orgullo que ha sido en este lapso que yo me convertí en investigadora, publiqué mi primer libro sobre el periodismo en Hidalgo y se fueron sumando más trabajos inolvidables el que titulé “Bellas y Airosas: Mujeres en Hidalgo”. Poco después apareció Mayte Romo para que diéramos a luz la obra “Las que aman el futbol y otras que no tanto”. En esta región maravillosa me animé a entrar al mundo literario, escribí mis primeros cuentos y novelas, principalmente de la mano de mi maestro y amigo Agustín Cadena.
De lunes a viernes, de siete de la mañana a las tres, cuatro o cinco de la tarde, llegaba y sigo llegando al Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, de inmediato me dirijo a mi salón e ilusionada imparto dos horas de clase ya sea de Historia de los Medios de Comunicación o Taller de Redacción Avanzada. Después, me encerraba en mi cubículo y entre canciones, suspiros e inspiración escribía esos libros, otros artículos, mil columnas periodísticas. Hace varios meses que mi espacio cambió y ahora, al terminar mi clase, corro rumbo al Sindicato de Personal Académico de la universidad, otro hogar, otras amistades maravillosas, nuevos aprendizajes.
Y de pronto han pasado 20 años, los cuales voy a celebrar con gran alegría pues este viernes 17 de mayo me entregarán un bello diploma, una medalla conmemorativa y un chequecito nada despreciable en la Ceremonia de Reconocimiento de Antigüedad 2024. Estoy tan agradecida con la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, que más bien debería ser yo la que premiara a esta gran institución. 20 años donde he tenido días grandiosos y algunos difíciles. Tres personas intentaron hacerme daño, pero cientos y cientos me hicieron muy feliz, mostrándose solidarias y cómplices de sueños.
Un número significativo de alumnos y alumnas ya viven en mi corazón. Las alianzas académicas laten si menciono a Manuel Toledo o Alina Peniche. Libros y conferencias, premios y aplausos. Me veo caminando por sus pasillos laberínticos, luciendo mis medias estrafalarias, cantando alguna canción y repartiendo sonrisas de sirena. Tantas lecciones aprendidas, tantas exposiciones sin importar perder la voz por un rato. He podido ser periodista y locutora, doña investigadora y la profesora, la miss, la doctora o simplemente Elvira. Tantos nombres de personas solidarias, aliadas y queridas. Mi familia que solidaria emigró a estas tierras, esposo e hijo se adaptaron al ritmo pachuqueño con bastante entusiasmo.
Ya 20 años de ser garza, y lo celebro con alegría, orgullo, amor del bueno y desordenada, loca y gozosa, con todas mis Fridas, cantando como sirena, volviendo gentilicio la palabra Bellairosa, planeando el próximo libro, con la certeza latente que seguiré celebrando cada año que sume mi estancia en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, porque aquí seguiré por veinte años más y mucho más.
¡Muchas felicidades por tan bonita y emotiva crónica!