La vida cambia cada segundo. Quizá la muerte sea el acto más impactante. Y cuando esa muerte se presenta de forma violenta, “inesperada”, solemos decir, el cambio es total. Cuando esa muerte sucede antes, mucho antes de lo que cronológicamente suponemos debería llegar, la vida se desestabiliza por mucho tiempo.
Las encuestas oficiales no la reflejan aún. Un dato obtenido en la página del Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria señala que entre 2021 y 2022 esta violencia cruel tuvo un incremento de casi 170 por ciento.
La capital oaxaqueña es hoy la manzana de la discordia, a quienes todos buscan darle sendas mordidas, aunque no todos tienen dientes para lograr su objetivo.
¿Qué queremos las mujeres de las candidatas y de quienes serán electas este año?
Primero, recordar que la participación política real de las mujeres ha sido una larga lucha de dos siglos en México.
En Oaxaca la oposición al partido en el gobierno no existe en el Legislativo. Actúan como soldados alineados, salvo una que otra voz disidente a los intereses del grupo político mayoritario, nada espanta la paz política de Oaxaca.
La misoginia en política brota por todos lados. Antes de la paridad (2014) las mujeres eran amenazadas de muy diversas maneras, incluso algunas fueron asesinadas, de esta manera se les decían a las mujeres que participar en política es cosa de señores.
Las elecciones del 2024 han sido definidas, desde ahora, como “históricas”, porque sea melón o sea sandía, habrá por primera vez en la historia mexicana una presidenta.