Murió este 18 de diciembre, a los 85 años, jefa de SEMlac en La Habana
Transgresora, inteligente, audaz y constructora de la visión de la comunicación sobre la condición social de las mujeres
Sara Lovera
SemMéxico, Cd. de México, 18 de diciembre, 2021.- Mariana Ramírez-Corría Garriga, murió esta mañana, a los 85 años. Una mujer de mil facetas. Actriz, cantante, hematóloga, combatiente revolucionaria y periodista. Dedicó los últimos 39 años de su vida a la comunicación a favor de la vida y la libertad de las mujeres, como fundadora de SEMlac y su directora en La Habana, Cuba desde hace más de 15 años.
Compañera de viaje, en cientos de actividades, formación de periodistas, jefa corresponsal en Cuba, tuvo la inteligencia de salvar a la agencia y no dudó en compartir tareas y responsabilidades. Obsesionada por la buena escritura, al leer siempre tenía un lápiz para detectar errores.
Un cáncer se la llevó. Hace unas cuantas semanas, aun conversaba con sus amistades, como el periodista mexicano Gerardo Arreola; con nosotras en SemMéxico; con sus queridas colaboradoras, como Sara Más y obsesiva llamaba por teléfono cuando en México había un desastre, un terremoto o el anuncio de la violencia criminal.
Le gustaba estar al tanto de todo. Hizo radio, televisión, agencia de noticias y diarios. Incluso editora de revistas científicas. Interesada en la política, no se perdía de nada, como la moda y el mundo de la farándula. Sabía y estuvo atenta a los cambios, el nacimiento del nuevo movimiento feminista. Cercana al poder revolucionario, no dudó en convivir con artistas, intelectuales e integrantes de las nuevas visiones del mundo.
Su Vida
De origen criollo, hija de un prominente médico, nació y murió en el Vedado, en el centro de la ciudad que la vio nacer. Inquieta, directa, profesional tuvo una vida intensa. Actriz, cantante, maestra, guionista de radio y televisión, también fue combatiente y vio nacer y transcurrir a la Revolución Cubana.
Con estudios de medicina, letras, historia del arte, música, canto, trabajó en el cine, la radio y la televisión, se le recuerda por esa voz alta y sonora. Como periodista se desempeñó en los periódicos Combate, El Mundo y en ABC NEWS hasta 2001. En 1982, con mujeres de una centena de ciudades de los países no alineados, se unió a la primera agencia internacional de noticias sobre la condición social de las mujeres.
Devoradora de libros, era un personaje fascinante que escribía largas cartas, conversadora y detallista. Igual se movía en el mundo de las artes, habría que preguntarle, como lo hizo hace algunos años la periodista Dixie Edith, ¿En qué tiempo ha podido aprender y hacer tanto? ¿Cómo te las ha arreglado?
Una parte de la respuesta se explica por su carácter. Decidida, inquieta y hasta temeraria en ocasiones, Mariana organizó sus días y sus noches, y se hizo tiempo para todo. Hubo momentos de su vida, incluso, en que laboraba en cuatro o cinco empleos a la vez. Lo del aprendizaje fue un proceso continuo, casi natural, iniciado prácticamente en la cuna.
Educada en un hogar donde se reunían a conversar o intercambiar muchas de las personalidades de la intelectualidad de su época, conoció desde muy pequeña, entre otros, al pintor René Portocarrero y los Aguirre (Sergio, Mirta y Yolanda); a los dominicanos Juan Bosh y los Henríquez Ureña; a los científicos y diplomáticos de la familia Roa Kourí; a la ceramista y pintora Amelia Peláez; al escultor Sandú Darié, al caricaturista Juan David y al lingüista e investigador Salvador Bueno.
Hija del prominente médico Carlos Manuel Ramírez-Corría, padre de la Neurocirugía Cubana, le contó a Dixie que escuchó hablar de transculturación desde que tenía 11 años y luego se empató con la palabra en los libros de la Universidad.
A Albert Sabin, el hombre que descubrió la vacuna de la Polio, lo conoció como a los 9 o 10 años. “Él venía a trabajar al laboratorio de papi, que era neurocirujano, y de mi tío Filiberto, que era microbiólogo. Al cabo de los años, un día llegó a Cuba y pidió ir a mi casa. Lo trajeron aquí, por supuesto, pero nadie entendió mucho el por qué. Él cuenta que descubrió la vacuna de la Polio gracias a los Ramírez-Corría”.
Sencilla y apasionada todo ese ambiente lo veía como natural. Salía a la una de la tarde de la escuela, iba a mi casa, se bañaba, se vestía y se iba para el hospital con su papá.” Nunca dejé de trabajar con él”. Cuando los años fueron pasando, compartía ese trabajo con las otras labores que iban apareciendo: la televisión, las tareas en Bienestar Social, Museo de Bellas Artes, Fondo de Bienes Culturales, el canto, la actuación, el periodismo. Ella era quien le transcribía todo, inyectaba, preparaba medicamentos. Tuvo que aprender el lenguaje de la medicina.
Estudió el piano – siempre tuvo uno en la estancia de su casa-, así desde los cinco o los seis años, estudiaba ese teclado infinito, con Nereida Suárez, una profesora adscrita al conservatorio de César Pérez Sentenat. Después de muchos años, cuando se dedicó a cantar música cubana de concierto, Pérez Sentenat, compositor cubano de fama internacional, le dedicó una canción con el poema de Martí Mi pequeñuelo. En la dedicatoria decía: para aliviar; Sergio, Mirta y Yolanda Aguirre, intelectuales y escritores cubanos de la primera mitad del siglo XX, también estuvieron cerca. Tanto como Portocarrero le dejó unos cuadros.
Se casó con, Raúl Díaz Argüelles –muerto en la Guerra de Angola-, luego de estudiar en Estados Unidos, y manejar libremente el español, el inglés, el francés y el italiano.
En su casa conservaba una fotografía con el Che Guevara, ella de negro, elegantísima, él de esmoquin, fueron testigos de una boda, vaya a saber, en los años 60, cuando el Che era el jefe del banco central.
Y Mariana se fue a la revolución
En 1959 se fue a la lucha insurreccional contra la dictadura de Batista. “Comencé a participar en acciones del Directorio Revolucionario y coincidí con mi amiga Natalia Bolívar Aróstegui. Mi papá también estaba involucrado, por su lado, con un grupo de muchachos del Movimiento 26 de Julio, pero yo no lo sabía.
“Un día salí de mi casa a las cinco de la mañana, con Natalia, a cumplir una misión del Directorio. Mi mamá se atacó y llamó a papi. Cuando yo regresé, él estaba en la casa esperándome y pidió hablar a solas conmigo. Me preguntó con quién trabajaba y luego me dijo: bueno, si te hace falta algo, me llamas. A mi mamá le dijo: ya nos pusimos de acuerdo.
El 4 de enero de 1959 me fui con mi papá para la Universidad, a esperar a que llegaran las tropas del Directorio. Con ellos llegó Raúl. Nos casamos el 14 de febrero de ese año. Las cosas fueron difíciles. Él se enamoró de mí viéndome cantar, pero no le gustaba que yo sobresaliera mucho. El machismo en aquella época era muy fuerte. Realmente nunca encajamos mucho en esa zona de la vida, porque yo era muy independiente, tenía mi carro y salía a trabajar. También me ocupaba de las niñas, que nacieron en 1959, 1960 y las eduqué gracias a la santa de mi madre, que me ayudó mucho. Yo las llevaba para el colegio por las mañanas y mi mamá las recogía por la tarde. Siempre procuraba estar a la hora de acostarlas a dormir para poder conversar con ellas, hablarles, que supieran que yo estaba ahí. En 1968 me divorcié y me volví a casar poco después con Oscar Luis Morejón. En 1972 nació mi hijo varón, Carlos Manuel.
Raúl murió en 1975 (ese mismo año me divorcié de Morejón). Mi papá falleció en 1977, en un accidente automovilístico. Me sentí muy sola. Combatiente que integró las filas del Directorio Revolucionario y se sumó al Ejército Rebelde. En 1975 cae combatiendo en Angola, donde dirigía las tropas cubanas durante las luchas de liberación. Fulgencio Batista y Zaldívar (). Presidente de Cuba.
En 1952 volvió al poder por la vía de un golpe de estado y desató una cruel dictadura, derrocada por Fidel Castro en Organización estudiantil universitaria nacida del enfrentamiento a la dictadura militar de Fulgencio Batista.
La periodista
Además de todas sus inquietudes, tenía en su casa cajones llenos de medicinas, se entrenó como periodista, cuando eran tiempos de escribir, corregir, leer y que tu texto te lo devolvieran o lo rompieran. Cuando “ si yo no entendía, lo rompía: si tú no lo entendiste es porque no sirve, yo lo hice para gente como tú, que no sabe nada de Medicina” le decía el editor de una revista científica. El periodismo era una escuela diaria.
Con la doctora Otilia de la Cueva se adhirió a la disciplina de la redacción y la edición. Desde entonces no dejó de leer libros, con un lápiz en la mano.
En 1978, el ICRT se preparaba para la cobertura de la Sexta Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (NOAL), que sería en La Habana, y estaban buscando personas que hablaran diversos idiomas y pudieran hacer las conexiones de TV vía satélite. “Yo no sabía nada de satélites, tuve que pasar un curso de un mes para entrenarme en el Ministerio de Comunicaciones, directamente”.
De esa experiencia surgió mi trabajo de 28 años con la agencia ABC News. Mi entrada a la agencia de noticias Servicio Especial de la Mujer (SEM) fue prácticamente una casualidad. En los años ochenta vino a Cuba una colega costarricense, Rosa María Echenique, buscando una periodista mujer para un proyecto de Inter Press Service (IPS) y la Oficina de Información de la Mujer (OIM). Buscaban una cubana que pudiera escribir in situ de su realidad social, económica y política. Yo me ofrecí y comencé.
Me gustó muchísimo esa posibilidad, desde mi visión de género, aunque entonces no le llamaban así. La primera reunión de lo que fue SEMLA se realizó en Costa Rica, en 1988, y allí conocí a muchas de las actuales corresponsales de SEMlac: la mexicana Sara Lovera, la uruguaya Cristina Canoura, la peruana Julia Vicuña, entre otras que durante años se han mantenido comprometidas con el enfoque de género desde el periodismo en Latinoamérica. Aquello me gustó todavía más. Con los días, SEMLA pasó a ser SEM y la historia nos trajo hasta la SEMlac de hoy, igual en la Revista informativa matutina de la televisión cubana. Se transmitió en la pasada década del ochenta por el canal Tele Rebelde.
Las mujeres
En Cuba, la lucha por la igualdad de la mujer se ha hecho a contrapelo de muchos prejuicios, construcciones culturales milenarias y los obstáculos existen, en la misma medida en que todavía persiste esa construcción milenaria de roles.
Mariana se vivió como una mujer transgresora de su tiempo, en sus circunstancias. Pero lo de transgredir también se aprende. La primera transgresora fue mi mamá, aunque de manera inconsciente. En Argentina no había divorcio. Cuando Santiago llegó, era un hombre divorciado entre comillas porque, como estaba en la clandestinidad, no había podido legalizar su separación. O sea, que técnicamente era casado y tenía un hijo. Yo hasta como abuela soy transgresora; no me quedo en casa cuidando nietos. Mientras me funcione la cabeza las piernas no me interesan, aunque ya trabajan menos, pero mientras me funcione la cabeza, voy a seguir trabajando.
Todavía hace unos meses tenía salud y energía. Toda la conversación con ella, y lo constata Dixie, fue siempre clara, directa.
La vamos a extrañar mucho.