* Las periodistas y la doble jornada, el estrés y el miedo
* Seis reporteras relatan cómo realizan el esencial trabajo de informar
Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico, Cd. de México, 29 de junio, 2020.- La pandemia global provocada por virus del SARS-Cov-2 causante del COVID 19 representa uno de los mayores retos para el periodismo, por el cúmulo de nuevos aprendizajes a contratiempo, por el impacto económico en los medios que deja despidos, cierres de medios y recortes de salarios que van del 10 al 50 por ciento, y por el riesgo de contagio.
Han pasado cuatro meses desde los primeros casos en México y la tarea de informar fue una de las “actividades esenciales” que no se detuvo, cada día cientos de informadores, hombres y mujeres, salen a la calle por la nota, al principio “sin los equipos adecuados de protección”, como señaló el 3 de mayo pasado la Campaña Emblema de Prensa (PEC, por sus siglas en inglés). Hoy, de acuerdo con seis entrevistadas, hay más consciencia.
PEC también dio a conocer que entre el 1 de marzo y el 3 de mayo, dos meses, habían fallecido 55 periodistas en 23 países, cifra que se modificó drásticamente un mes después –el 2 de junio- cuando anunció que 127 periodistas en activo habían muerto en tres meses -marzo-abril-mayo-. 67 casos en Latinoamérica, 13 de ellos en México, dos de ellas mujeres y 11 hombres. Pero la cifra no está completa.
Ante este panorama, SemMéxico preguntó a seis periodistas, todas mujeres, sobre la situación a la que se enfrentan cada día. Salvo un caso, en las otras cinco, las empresas periodísticas para las que trabajan no les proporcionó equipo de protección y una de ellas se contagió de COVID 19.
Las periodistas entrevistadas –de Guerrero, Nuevo León, Chiapas, Veracruz, Oaxaca y de la Ciudad de México- afirman también que las empresas ni la Secretaría de Salud dieron capacitación específica. Dos entrevistadas reportaron haber obtenido información sobre protección y cómo cubrir la pandemia: un taller realizado por una de las entrevistadas, así como también en la página de la Fundación Gabo y a través de un curso realizado por Knight Center for Journalism in the Americas.
Positiva a COVID 19
El pasado 3 de junio Judith Medrano fue notificada que había dado positivo, lo mismo que otros nueve compañeros y compañeras, todos coincidieron en la rueda de prensa organizada por la Secretaría de Salud estatal, donde creen se contagiaron. Para su fortuna como de la gran mayoría, resultaron asintomáticos, no así una compañera, que “afortunadamente” salió de las complicaciones que presentó.
Medrano es reportera para un medio local y otro como corresponsal de la misma cadena en la ciudad de Monterrey, capital del Estado de Nuevo León, dice que durante 18 días permaneció aislada en su propia habitación. Su mayor temor fue contagiar a su mamá, adulta mayor hipertensa y diabética, dos padecimientos crónicos, que pueden hacer más vulnerables a las personas de enfermar de COVID 19.
Cuando le dieron el resultado posterior al aislamiento, que resultó negativo, los mostró “como si acabara de obtener su título profesional”.
En la empresa para la que trabaja les sugirieron que utilizaran cubrebocas y gel antibacterial. En las instalaciones de la radio hay gel “por todos lados” y tapetes desinfectantes en la entrada, donde les toman la temperatura, aunque en realidad desde que inició la contingencia acude pocas veces a la estación radiofónica.
En el Congreso del Estado, su fuente principal, les obsequiaron una careta, lo mismo en la empresa FEMSA. “Al principio en el Congreso del Estado no los dejaban entrar sin cubrebocas, por lo que se los regalaban, les tomaban la temperatura, les hacían ponerse botines de tela que después cambiaron por tapetes sanitizantes.
Desde la contingencia trata de salir poco, las conferencias las cubre a larga distancia y también hace entrevistas telefónicas o por zoom, a menos que la citen para cubrir una conferencia, como ocurrió cuando los 10 reporteros y reporteras se contagiaron.
Dejar el protagonismo
Nadia Sanders es periodista freelance se preparó desde que supo que la pandemia llegaría inevitablemente a México. Preguntó a sus colegas de la prensa internacional y que han hecho cobertura en otras partes del mundo donde se han presentado pandemias. Creó, incluso su propio taller al que desafortunadamente asistieron pocos periodistas.
Se muestra preocupada por el riesgo y asegura que muchas y muchos periodistas “le juegan al absurdo” al ponerse en riesgo para obtener la nota en hospitales COVID 19, sin embargo, las mejores coberturas las ha hecho el personal médico.
Quienes hacen periodismo fotográfico o de imágenes muchas veces no tienen más opción que estar en el lugar “no adecuado” y eso también tiene que ver con la política de las empresas, dice y ejemplifica con el caso de una reportera de televisión que sale a cuadro en el mercado de La Viga, cuestiona a la gente “por inconsciente, pues hay un tumulto, pero ella está parada en medio de toda la gente”.
Las mejores coberturas las han hecho las y los médicos, dice y cita la realizada el 24 de marzo por la médica Colleen Smith, desde el interior del Elmhurst Hospital, quien relata de una manera cruda lo que estaba sucediendo al interior y lo envío al New York Times, quien lo publicó.
Entonces, plantea, se hace necesario dejar el protagonismo, “dejar de meterse en la boca del lobo” para evitar riesgos, además debemos de ampliar el diálogo con la sociedad y no sólo dialogar con el poder. Necesitamos aliarnos con quienes están en el primer nivel de la lucha contra la pandemia y así podremos tener el mejor reporte noticioso.
Crisis de ansiedad por la incertidumbre
Lizet Coello es directora del periódico Noticias, corresponsal de otro medio televisivo y para un canal de televisión internacional. Su trabajo le implica salir todos los días a la calle. Como a otras reporteras, registra haber sufrido crisis de ansiedad ante el temor de contagiarse y afirma que en Chiapas al menos ocho reporteras y reporteros han resultado contagiados.
Hay incertidumbre entre quienes reportean cada día. Nadie quiere contagiarse o peor aún contagiar al resto de su familia porque tampoco cuentan, en la mayoría de los casos con seguridad social.
Al principio cada periodista se equipó como pudo, ahora tienen más equipo de protección. Ella misma buscó en internet cómo proteger y limpiar su equipo, como los micrófonos y las cámaras, otros tips se los pasaron en los chats de periodistas de medios internacionales, pero las empresas no les recomendaron nada en ese sentido.
Quienes hacemos periodismo, como muchos otros trabajos esenciales, salimos cada día a las calles, debieron capacitarnos al menos, dice.
El mayor temor es llevar el COVID 19 a casa
Sayra Cruz Hernández es reportera del diario el Imparcial de Oaxaca, en la empresa les dieron equipo: gel antibacterial, mascarillas y careta. Pero, además, la directiva les dijo que sí los jefes de información les daban órdenes de trabajo que pudieran poner en riesgo sus vidas, pues que simplemente no cumplieran.
Trata de salir lo menos posible, programa sus entrevistas vía telefónica o a través de diversas plataformas web, además muchas de las conferencias se transmiten por las redes sociales y pocas veces han tenido que acudir a una conferencia de prensa. No tiene necesidad de ir a la redacción del periódico, manda la información por internet.
Como el resto de sus compañeras, aun así, el temor más grande es llevar el padecimiento a su casa, enfermar a sus hijos, aún pequeños, o al resto de su familia.
A la pregunta sobre si se ha sentido alguna vez en riesgo por la pandemia, Sayra Cruz, dice que sintió temor al hacer un reportaje de la Central de Abastos, considerada una zona de riesgo de contagios por las autoridades sanitarias, que incluso cerraron el lugar.
“Así es la chamba”
Verónica Rocío Huerta Aburto trabaja en tres medios de información, en uno de ellos le proporcionaron una careta y un cubrebocas N95, de la capacitación ni hablar, porque en Xalapa, capital del estado de Veracruz, el funcionariado prácticamente desapareció desde que inició la contingencia.
Como en otros casos, Verónica Huerta se ha sentido paralizada por el miedo, más cuando supo del fallecimiento de al menos dos compañeros, un hombre y una mujer, por COVID 19. Ella piensa de inmediato en su hijo ¿qué haría si me pasa algo? ¿qué haría yo si le pasa algo a mi hijo? Se cuestiona con angustia.
“Quienes andamos en la calle estamos muy estresados, pero es la chamba”, no hay mucho que hacer, tenemos que salir a buscar la nota, dice mientras camina por una de las colonias inundas por las fuertes lluvias de la semana pasada y donde conversa con las personas afectadas.
Indispensable la especialización
En Chilpancingo, la capital del sureño estado de Guerrero, Rosario García Orozco, es corresponsal de un medio que se publica en la ciudad de México, conduce un noticiario de televisión y otro de radio. Su equipo de protección es adquirido por ella: cubrebocas KN95, googles y careta. En la radio y la televisión también cuentan con gel antibacterial y tapete desinfectante, además de ser una severa vigilante de la “sana distancia” y quien en un principio se esmeró en llamar la atención de sus colegas buscando hacer conciencia sobre la necesidad de protegerse.
Fue capacitada en línea por el Knight Center for Journalism in the Americas al igual que otros seis mil periodistas del mundo durante cuatro semanas, por especialistas de la OMS y de la ONU, así como periodistas especializados en temas médicos.
Rosario García asegura que en México lo que menos hace un o una periodista es especializarse, “somos todólogos.
Como el resto de las entrevistadas ha sentido miedo de contagiarse, además sostiene que en Guerrero recientemente el Fondo de Apoyo para Periodistas realizó un estudio y encontró que el 70 por ciento de quienes hacen la tarea de informar presentan una comorbilidad por hipertensión, algún tipo de cáncer o diabetes y “ni modo, hay que salir a la calle a trabajar”. Como en el caso de Xalapa, en Chilpancingo también el funcionariado ya no se le ve.
Por otro lado, las empresas periodísticas se han olvidado de las y los trabajadores, “su excusa son los recortes de publicidad por parte del gobierno, supuestamente por la pandemia, así que como se ha hecho siempre, por usos y costumbres, se hacen de la vista gorda con nuestros los derechos, como, por ejemplo, la atención a la salud”.
El transporte público
Las entrevistadas sostienen que ayuda tener vehículo propio para transportarse de un lado a otro y así guardar la sana distancia.
Sin embargo, Judith Medrano, quien dio positivo a COVID 19, usa transporte público en sus traslados laborales. Un transporte público donde, efectivamente “por el quédate en casa” redujeron el número de autobuses, lo que ocasionó que los camiones fueran regularmente con más cupo del deseado, considerando que Monterrey es una de las tres ciudades más grandes del país.
En tanto, Rosario García, dice que un día su auto particular se descompuso, por lo que tuvo que viajar en camión y “por miedo a contagiarse al sujetar o tocar el pasamanos” se cayó y golpeó en la cara.
Cierres, recortes y despidos
En las seis entidades del país, la crisis económica pega a los medios de comunicación. En Nuevo León, Veracruz, Ciudad de México, las empresas de televisión más importantes del país –Televisa y TvAzteca- han hecho despidos, incluso, desde el principio de la pandemia y lo mismo ha sucedido con las empresas periodísticas como Milenio, Reforma, El Norte, El Universal, El Financiero, Animal Político y el ABC, así como incontables portales o plataformas informativas.
El gremio periodístico también ha sufrido descuentos en sus salarios, algunas veces del 10, 30 y 50 por ciento, siendo las corresponsalías una de las áreas más afectadas, de acuerdo con las entrevistadas. En Chilpancingo, incluso, un grupo de reporteros denunció despidos injustificados a raíz de la pandemia.
Ninguna periodista reportó haber recibió compensación económica para el pago de luz e internet por el trabajo que desarrollan en casa.
El trabajo en casa
Las seis reporteras coinciden en que el trabajo en casa ha sido difícil, porque también tienen realizan tareas de limpieza, cuidado o preparación de alimentos para sus hijos o hijas, cuando los tienen, o para otras personas con las que viven.
Es difícil sentarte a redactar si tocan la puerta para venderte pan, si viene tu hijo a preguntarte algo, si viene la vecina para avisarte de alguna cosa, dice la veracruzana Verónica Rocío Huerta Aburto. En tanto Sayra Cruz asegura que el estar en casa, sin duda incrementó las horas de trabajo, porque además cuando sus hijos tenían clases había que estar al pendiente de ellos. Nadia Sanders decidió dividir las tareas: las domésticas unos días y el trabajo periodístico en otros, sólo así, puede hacer con menos estrés el trabajo.
Lizet Coello, además de sus tres trabajos fuera de casa, en este confinamiento sanitario debió atender la “escuela en casa” de su hija y realiza trabajos de cuidado a su mamá quien enfrenta un proceso de cáncer, todo junto le produce cansancio. Para Rosario García el proceso es casi el mismo de siempre: atiende sus tres trabajos periodísticos y una empresa comercial de la que es socia, tiende a no ser ella quien resuelva el trabajo doméstico, y Judith Medrano, soltera siente menos peso con el trabajo de la casa y se pone límites al trabajo de oficina, aunque reconoce como una debilidad que con frecuencia, por trabajar, se le olvida comer.
Entrar a casa
Las seis reporteras describieron el “ritual” que hacen al volver a casa pues están conscientes que el nuevo coronavirus puede venir con ellas desde la calle, por lo que las seis refieren ser muy rigurosas en su limpieza antes de ver a sus familias.
SEM/sj