* La sociedad civil cubana debe ganar
en posicionamiento, en activismo, y no ser automarginada
* Proponen que se contemple, también, la perspectiva de género
Redacción
SemMéxico/SEMlac, La Habana, 3 de febrero 2020.- Más de una treintena de activistas, intelectuales, artistas e investigadores abogaron por la inclusión y participación en el programa nacional contra el racismo y la discriminación, de personas, grupos de la sociedad civil, instituciones u organizaciones que durante décadas han estado trabajando el tema de la racialidad en Cuba.
Que el diseño del reciente programa gubernamental, anunciado en el mes de
noviembre del pasado año, pueda reunir la evidencia científica de investigaciones
de años y los saberes populares y del activismo social en este tema, constituye
un aspecto medular, afirmaron participantes en un encuentro convocado por la
Red de Mujeres Afrodescendientes y la Sección «Seres» de la Sociedad
cubana de Psicología, realizado el 30 de enero en la Sociedad Económica Amigos
del País (SEAP).
Las y los participantes acordaron enviar una solicitud formal a las máximas
autoridades del país, mediante una carta dirigida al presidente de la
República, Miguel Díaz Canel Bermúdez, quien encabeza la comisión que dirigirá
este programa.
En la misiva no solo manifiestan inquietudes y preocupaciones, sino aspectos
que consideran deben guiar cualquier política que aborde esta problemática en
la nación caribeña.
La propuesta de carta, leída por la activista y periodista Gisela Arandia,
persigue «contribuir modestamente a consolidar el legado histórico»
de figuras cimeras de la historia cubana, hombres y mujeres, «para
completar la necesaria emancipación que el país demanda en este trascendental
momento».
Para Lázaro Mora, director de la Revista Bimestre Cubana, de la SEAP, hoy
existen nuevas condiciones, a partir de la creación de este programa para
buscar una solución a un problema muy serio: «la discriminación
encubierta, pero presente, de la cual han hablado los máximos dirigentes del
país, pero no se había llegado a una comisión estatal para enfrentar esta
problemática», dijo.
«Este debate no puede escapar a la necesidad de reescribir muchos aspectos
de la historia de Cuba que reivindiquen el rol de los afrodescendientes en el
proceso de formación e independencia de la nación, de llevarlos a los libros de
textos, de preparar a los maestros, para poder ser los guías en las vidas y en
el pensamiento de las futuras generaciones», señaló.
Diálogo directo con la población negra
Elvira Edwards Vázquez, investigadora del Instituto de Investigación Cultural
Juan Marinello, manifestó que la comisión gubernamental debe no solo reconocer
los saberes acumulados en este ámbito, sino las necesidades e intereses de la
población negra desde las comunidades, los espacios donde históricamente han
sido marginados. «Tener presente cuáles han sido los reclamos históricos
de esta población y cuáles han surgido, incluso, en el propio proceso revolucionario,
es lo que nos permitiría conocernos más desde dentro», dijo.
La historiadora e investigadora Rita Olga Martínez sostuvo que la importancia
mayor está en la persistencia y en «perder la timidez en todo lo que
podemos aportar», pues no solo hay experiencia empírica, sino resultados
científicos de investigaciones que deben ser considerados.
A juicio de la jurista Deyni Terry, líder del proyecto Alianza Unidad Racial,
organización sin fines de lucro contra la discriminación racial en Cuba, es
esencial asegurarse de que el programa tenga contemplado el enfoque de género.
«No solo sobran ejemplos de mujeres cubanas abanderadas en la lucha contra
el racismo, sino que el racismo que sufren las mujeres negras es otro, muy
específico, en tanto están sujetas a una doble discriminación: por género y por
color de la piel».
Con este criterio coincidió la profesora de la Escuela Nacional de Salud
Pública, Silvia Martínez Calvo, para quien la mayor preocupación es que aún no
se conoce la argumentación del programa, sus antecedentes, propuestas, acciones
o soluciones.
«Todavía no sé qué va a hacer el programa de lucha antirracial. No tengo
evidencia de a qué se va a dedicar, si tendrá subcomisiones, si irá a las
comunidades, tendrá enfoque de género o incluirá la participación de las
personas de las distintas redes de activismo social, porque no lo han
dicho».
Varios de los participantes coincidieron en la necesidad de ser parte del
diseño del programa, pues sería más efectivo que solamente ser consultados.
«La sociedad civil cubana debe ganar en posicionamiento, en activismo, y
no ser automarginada», agregó Ivette García González, profesora e
investigadora de la casa de altos estudios Fernando Ortiz, de la Universidad de
La Habana.
Para el antropólogo Rodrigo Espina, este programa «le interesa a toda la
población cubana, por lo cual es una necesidad social que se conozca».
Agregó que es un tema crucial, cuyo entendimiento parte de comprender que no se
trata de «vestigios de discriminación que quedan en un grupo de personas»,
como se define a menudo desde la institucionalidad, sino de una problemática de
toda la nación cubana.
Similar criterio defendió el jurista Julio César Guanche. «Si continuamos
entendiendo el racismo solo como un legado o vestigio de la esclavitud, queda
exculpado todo el siglo XX y los primeros 20 años del siglo XXI de la
responsabilidad con la reproducción del racismo. El racismo tiene vestigios,
causas y legados, y tiene también causas contemporáneas de producción y
reproducción que no podemos ignorar», sostuvo.
Juan Sánchez, profesor y especialista en relaciones internacionales, consideró
que la «problemática del racismo es la costura más vulnerable de la nación
cubana. Si un día se rompe la unidad, no sería ya entre independentistas y los
que abogan por otro sistema, sino entre blancos y negros; y si algo ha logrado
este proceso revolucionario es reducir al mínimo la posibilidad de que esa
ruptura se produzca».
Pero, agregó, «la única forma de combatir el racismo es volcando el debate
de verdad a las masas, en un trabajo democrático, constructivo, franco,
abierto, comenzando por las escuelas. Hay que impedir a toda costa que este
fenómeno se convierta en material de la estructura burocrática, porque sería
fatal, y lo único que puede con ello es la democracia», dijo.
El acuerdo de los participantes fue enviar cuanto antes la carta al presidente
cubano y esperar la respuesta sobre las posibilidades de participación en un
programa que saludan, sobre todo, si se les hace parte, suscriben en la misiva.
Reconocimiento, justicia y desarrollo
El encuentro dedicó unos minutos a reconocer y homenajear al recientemente
fallecido luchador antirracista Serafín Tato Quiñones. El escritor Roberto
Zurbano recordó al hombre abierto, cuya labor pedagógica y obra intelectual
reivindicando los más disímiles personajes de la cultura popular, «esa
gente de lo que él llamó el fondo del caldero», lo convirtió en una de las
figuras más importantes de los siglos XX y XXI.
«Su labor antirracista en cualquiera de los grupos, ya sea ambientalistas,
feministas, religiosos, hay que verla como un modelo de que ese pensamiento se
trasladara a espacios mayores. Tuvo la capacidad de generar y guiar complejos
debates en una sociedad cubana donde se escondían aún posturas clasistas y
racistas. A Tato Quiñones le debemos que mucha gente empezase a pensar de un
modo más orgánico desde el punto de vista racial, social y humano», dijo.
Gisela Arandia llamó al reconocimiento de las personas que aportan a la causa
antirracista en el país, no solo cuando ya no están, sino como una acción
fuerte de vida. «Necesitamos aprender de esas personas, interrogarlas, no
mirarlas solo en la memoria histórica», dijo la periodista, quien destacó
la obra del actor Alden Knigh -presente en el debate-, un paradigma de la
cultura cubana y la modestia, dijo.
Reconocimiento, justicia y desarrollo es una de las propuestas del Decenio
Internacional para las Personas Afrodescendientes (2015-2024), recordó.
En el encuentro se presentó y entregó el libro Apuntes para un debate racial en
Cuba, de la corresponsalía en Cuba de Inter Press Service /IPS y la Editorial
Acuario del Centro Félix Varela, en conmemoración del 40 aniversario de la
presencia de esta agencia de noticias en el país.
En las palabras al prólogo del volumen, Rodrigo Espina apunta: «El debate
racial no ha esperado por nadie; nos ha incluido a todos y ha sido generado por
todos; no importa qué lugar ocupemos en la sociedad».
SEM-SEMlac