- Hace 14 años 10 oaxaqueños desaparecieron en Tamaulipas, nadie sabe nada
- Las mujeres, madres, esposas o hermanas persisten en la búsqueda para tener paz
Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico, Oaxaca, 31 de agosto, 2024.- Leer las cifras de personas desaparecidas en el contexto mundial, regional, de cada país o de cada entidad es un dato estadístico que a unas personas las hace detenerse, otras simplemente dan vuelta a la página, las únicas que persisten en la búsqueda son mayoritariamente las madres, las esposas, las hijas.
Aquel día, 13 de julio de 2010, diez hijos, hermanos, esposos, padres, primos y amigos tras despedirse salieron de Zapotengo, Pochutla, comunidad de la costa oaxaqueña hacia el norte del país, su encomienda era comprar instrumentos de pesca en el estado de Tamaulipas, un viaje que 14 años después, aún no termina.
Ese mismo año, 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 30 de agosto como el Día Internacional de las víctimas de Desapariciones Forzadas, un fenómeno preocupante que se registra hoy en 107 países del orbe, señala el organismo internacional.
De este crimen de lesa humanidad, el Centro de Estudios de las Mujeres y Paridad de Género de la Cámara de Diputados local, presenta en un documento que según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, México registró 100 mil desapariciones en 2022, lo cual evidencia el grado de impunidad en el país.
Este año esta “cifra”, que detrás contiene vidas suspendidas, asciende a un total de 115 mil 403 personas desaparecidas y no localizadas, 88 mil 662 son hombres y 26 mil 227 son mujeres.
En ese mar de números y nombres se encuentran los de Luis, Juan Carlos y Andrés Vizarretea Salinas -quien en ese momento fungía como gestor social y había sido diputado local por el PRD- tres hermanos que aquel día salieron de su pueblo, junto con los otros siete paisanos. Sin noticias de los muchachos, tres días después la zozobra heló el cuerpo de las mujeres, algunas de ellas, entre hermanas y esposas, salieron a buscarlos.
Lo que siguió en estos 14 años han sido acciones burocráticas, negligencia y omisiones, además de mentiras, dice Concepción Vizarretea Salinas, quien señala que la SIEDO pretendió entregarles un cuerpo que no era de sus familiares ni de alguno de los desaparecidos de Zapotengo, porque el ADN no coincidía, ese cuerpo era de una de las 72 personas asesinadas en San Fernando (Tamaulipas) 40 días después de la desaparición de los 10 hombres de comunidad costeña de Oaxaca.
“No lo agarramos, porque pues, no era nuestro familiar. Si agarrábamos uno, nos daban la otros diez, así dejaríamos de dar guerra”, dice en tanto recuerda que los féretros estaban cerrados y era imposible reconocerlos.
Después, ella misma llevó ante la Fiscalía General de la República un periódico de 2011, donde encontró la noticia que decía “Brotan 10 puertos de San Fernando y son de los oaxaqueños”, “les he pedido que investiguen esos cuerpos, pero no han respondido”.
Tocaron las puertas del palacio de gobierno en Oaxaca, Gabino Cué quien ya estaba de salida nada hizo, “no pasó de sus palabras: las vamos a apoyar”; después con Alejandro Murat ni les abrían las puertas, su negativa se basaba en que los hechos no habían ocurrido en Oaxaca y la fiscalía de la entidad sostenía que la investigación le correspondía a la actual Fiscalía General de la República.
Tuvimos de todo, menos eco en el Gobierno, dice esta mujer que se quiebra cuando habla de su madre, “(Isabel Salinas) que perdió la cabeza” desesperada por la ausencia forzada de sus hijos, “ella como otras madres fallecieron sin volver a verlos”.
Los años se han sumado como las múltiples acciones de las familias en busca de los hermanos Vizarretea Salinas, así como de Fidel Espino Ruiz, Gregorio Hernández Rodríguez, Nemorio Vizarretea Vialay, Benito Salinas Robles, Juan Antonio Feria Hernández, Isauro Rojas Rojas y Adelaido Espino Carmona, la respuesta sigue siendo la misma: nada.
Apenas, hace como dos años, la carpeta de investigación fue tomada por la Fiscalía General de la República, “pero hasta ahorita nada”, dice en tanto su voz parece deshacerse entre sus cuerdas bucales, porque son muchas las desilusiones como los cambios de Ministerios Públicos, pierden el seguimiento y el contacto con ellos, obstáculos institucionales que no permiten avanzar, explica.
Zapotengo es una comunidad pequeña, en ella hay menos de cien habitantes, 10 no vuelven, eran el sostén de 10 familias, son los padres de niños, niñas y adolescentes que se hicieron jóvenes, 10 mujeres y 22 hombres, que a pesar de todo hicieron carreras técnicas o universitarias, señala una orgullosa tía.
Concepción Vizarretea Salinas se ve cansada, sigue su andar con el dolor acuestas y no se detendrá porque su madre se lo pidió antes de morir, no tenemos paz, vivimos con la incertidumbre porque no sabemos qué pasó con los muchachos y no quisiera que nadie más pasara por esto.
«Compañera presidenta, es preciso que te llames compañera”
