Desde la mano izquierda

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Violencia política

Claudia Almaguer

SemMéxico. 27 de junio 2020.-  “Haré un manual de cómo se debe tratar a las mujeres en espacios de decisión” comenté a una querida amiga con la que coincido en diversas actividades interinstitucionales en San Luis Potosí, aunque desde luego no será el único sitio que debe trabajar arduamente en sus estereotipos de género, nos encontramos a punto de decidir por la paridad en todo, pero ha caminado antes la ley que la manera en que concebimos el uso del poder en México.

Para quienes participamos en cualquier punto de este ámbito de lo político, de lo visible, las anécdotas de las prácticas de discriminación van del micromachismo a la minimización, a la condescendencia y a la violencia, expresiones que no se manifiestan sólo en tiempos de campaña sino en los actos cotidianos dirigidos a calificarnos.

Si fuésemos hombres a nadie se le ocurriría que al ser presentados con un colega en nuestra calidad profesional éste nos saludara con un “Hola lindo” o que tuviéramos que tragarnos las insinuaciones, las machoexplicaciones y el uso de diminutivos, ¿imaginan nombrar a un diputado, gobernador o presidente en términos de Pedrito, Manuelito y Andrecito? ¿O que se olvidaran de sus cargos y se omitieran intencionalmente sus saberes? En gestos como estos casi imperceptibles todas tenemos algo que contar.

En tanto se confía ciegamente en la palabra del hombre político debido a la costumbre de que habiten “naturalmente” el poder, porque nos gusta creer que “saben” y no les pedimos que acrediten ni su experiencia ni su conocimiento cuando las mujeres nos encontramos en el espacio público tal parece que el entorno necesita terapia para que no cale tan hondo, para irse habituando de a poco y sin prisas al cambio brutal de la igualdad.

De hecho, es tan común la discriminación de género en este ámbito que el Instituto Nacional Electoral cuenta entre su material con estrategias para responder preguntas sexistas como las que realiza la prensa a candidatas y funcionarias de cualquier nivel respecto a su maternidad, a su estado civil o cuando se pone en duda su autonomía y sus capacidades o de plano existen calumnias y agresiones producidas para perjudicar su imagen.

El informe “Subordinadas y bellas. La violencia política contra las mujeres en prensa y redes sociales durante el Proceso Electoral Local 2018 – 2019” publicado por el mismo INE señala que la cobertura a candidatos en ese periodo fue un 230% mayor en redes sociales y 350% en prensa en comparación a la de las mujeres, quienes encontrándose en la misma calidad de competir por un puesto político no sólo fueron invisibilizadas sino que 78 de cada 100 mensajes dedicados a ellas incluyeron roles estereotipados y el resto las mencionó como objeto sexual. No está demás enterarse del señalamiento realizado en el estudio respecto a quienes ejercieron esta violencia: “Las y los autores de estas publicaciones consideran que las mujeres en general carecen de méritos profesionales para desempeñarse en la esfera pública por sí mismas, sin el auxilio de los hombres, de sus partidos o de su familia.”

De ahí los dos adjetivos que nombran a este análisis y la trampa de prejuicios que se resume de la siguiente manera: si fueran “buenas” estarían en casa, como dice el actual presidente cumpliendo con la tradición de cuidar de todos pero como andan en la vida pública entonces no lo son y caben perfectamente todas las palabras que allí se mencionan de traicioneras, interesadas en el beneficio personal o  inexpertas, mentirosas, superficiales, incapaces, bonitas pero ignorantes, SUBORDINADAS Y BELLAS.

Hay muchas expectativas de poder conseguir un castigo para estas prácticas mediante la aplicación de reformas jurídicas como la creación del delito de violencia política contra las mujeres en razón de género en la Ley General en Materia de Delitos Electorales y seguramente ante la amenaza de la sanción penal se cuidarán mucho más aquellos actores que dentro y fuera de los partidos no están de acuerdo con la paridad, pero casi nunca funciona dejar el cambio cultural a la mera aplicación de una política como esta.

Es necesario como indican ya algunas recomendaciones internacionales de carácter feminista hacer visibles las aportaciones de las mujeres y erradicar los prejuicios que perviven en la sociedad y en los medios de comunicación respecto al derecho de la participación política en igualdad, porque en estas expresiones comienzan a gestarse las que luego indica el Violentómetro creado para este contexto, es decir que previo a las bromas hirientes, la agresión verbal, la restricción del uso de la palabra, la humillación, los insultos o la intimidación hay todo un sistema que así lo legitima y del que hay que hacerse responsable.

A más ver.

Twitter: @Almagzur

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