Disminuyó la tasa de fecundación en México pero aumentó el embarazo adolescente

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Foto: Revista Cámara de Diputados

Resignificar el papel de la maternidad como política pública, señala Vanessa Sánchez Vizcarra

Elda Montiel

SemMéxico. Ciudad de México. 9 de mayo 2024.- La tendencia de la fecundidad en México ha ido disminuyendo a partir de 1970, de 6 a  2 hijas e hijos por mujer, pero también es cierto que el embarazo infantil y adolescente aumentó en los últimos 20 años  del 15.3 al 16.2 por ciento, lo que significa una derrota para asegurar los derechos plenos de las mujeres, por lo que urge resignificar la política pública de la maternidad señala Vanessa Sánchez Vizcarra.   

En un artículo titulado “La Transición de la maternidad: de la condicionada a la consciente”, de la Directora de Estudios Sociales de la Posición y Condición de las Mujeres y la Equidad de Género de la Cámara de Diputados, Vanessa Sánchez Vizcarra publicado en la revista digital “Cámara” de mayo de 2023 refiere que la expresión “las mujeres no quieren ser madres” es subjetivo y abre el tema para la descalificación, el desconcierto y hasta el avance en el empoderamiento femenino, depende del lugar en que se coloque y donde se mire. 

La tendencia de la fecundidad de la mujer mexicana de tener hijos ha ido disminuyendo a partir de 1970, de acuerdo a las estadísticas ha pasado de  6 y 6.5 hijos e hijas por mujer a 2 hijos e hijas por mujer en 2020. 

Refiere una investigación del doctor  Gerardo Núñez Medina, del Departamento de Estudios de Población de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef),  que  indica que durante la primera mitad del siglo XX la tasa de fecundidad osciló entre 6 y 6.5 hijos por mujer.

Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo, con el descenso en la mortalidad se dio un aumento en la fecundidad; lo que generó que la tasa creciera a 7. De 1987 a 1999, donde se pasó de 6 a 3 hijos por mujer, de ahí, se ha mantenido en una caída más lenta; llegando a 2 hijos en 2020. Sin embargo, puntualiza que, aunque parece haber un ritmo más lento, este descenso en la fecundidad continuará.

Se refiere  a los grandes cambios en el comportamiento y expectativa social, algunos inducidos por la tecnología, el acceso a la educación y el mundo laboral, pero sin duda el componente que más ha acelerado esta transformación es el avance en los derechos humanos, especialmente de las mujeres, garantizándose y consolidándose a través de leyes e instituciones.

También señala que hay más opciones para las mujeres que ser madres, además de que se puede observar que la maternidad es extremadamente costosa e incompatible con la posibilidad de ser algo más.

En cuanto el acceso a las mujeres en la participación económica señala que un castigo social a no tener más hijas e hijos reduce el acceso de las mujeres a mayor salario. Cita que 67 por ciento  de las madres que tienen empleo remunerado gana hasta dos salarios mínimos mensuales, comparado el mismo salario con mujeres sin hijos la cifra disminuye a 58 por ciento, según datos del Instituto Mexicano para la Competitivida (IMCO).

También influye el acceso a mayor nivel de educación y a los cambios en la situación conyugal. Al respecto, señala “en datos del INEGI se observa un cambio importante: en 1995, 53.6 por ciento  de las madres tenía escolaridad hasta nivel primaria, hacia 2019 se redujo a 17.7 por ciento; además, para ese mismo año, 36 por ciento  es de al menos de secundaria y 37% de preparatoria y profesional”.

“El estado conyugal también tuvo una transformación significativa, mientras que en 1995 58.8 por ciento  de las mujeres eran casadas al momento de registrar el nacimiento, en 2019 52.4 por ciento  declaró estar en unión libre”.

Citando a IMCO el  72 por ciento  de las mujeres que no tienen empleo remunerado, pero quisieran tenerlo, son madres.

De manera histórica, ser madre, más allá de la experiencia y la identidad, ha representado un trabajo de tiempo completo. El INEGI señala que, en 2019, 92 por ciento  de las madres que no trabajan de manera remunerada se dedican a actividades de trabajo no remunerado y de cuidado, comparado con el 12.8 por ciento  de los hombres. Esta acentuada diferencia también destaca cuando se decide no trabajar por motivos de estudio con un 16.4 por ciento  en los hombres respecto al 2.9 por ciento de las mujeres.

Retroceso el desmantelamiento de estancias infantiles y escuelas de tiempo completo

Las cifras reafirman la vigencia del condicionamiento y expectativa social de las mujeres como encargadas de las actividades domésticas y las labores de cuidados, y poco se ha podido realizar pese a la aprobación, en la Cámara de Diputados, del Sistema Nacional de Cuidados desde el 18 de noviembre de 2020, con el desmantelamiento del programa presupuestal de estancias infantiles para dar lugar al “Programa de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras” y después del programa de “Escuelas de Tiempo Completo”  que fue integrado al programa “La Escuela es Nuestra”, representando un retroceso para la autonomía de las mujeres orillándolas al rol social del cuidado.

Aunque reconoce que ha habido avances en la corresponsabilidad como la aprobación el 22 de marzo del año en curso del Registro Nacional de Obligaciones Alimentarias y la existencia de permisos de paternidad de cinco días. Advierte que falta dotarlos de mecanismos y facilitar la información para que no sean letra muerta o un acceso condicionado al privilegio.

Por otra parte, señala como una derrota en la batalla por la maternidad como derecho el embarazo infantil y adolescente ( de 10 a 19 años) que aumentó en un periodo de 24 años comprendido entre 1995 y 2019. El embarazo en adolescentes y jóvenes de entre 15 y 19 años aumentó del 15.3 por ciento  al 16.2% en esos años.

Sostiene la autora que se les ha fallado a las niñas y adolescente para ser mujeres con derechos plenos, por lo que es urgente la redignificación de la maternidad, desde el contrato social hasta la política pública, sin perder su carácter biológico y colocando a las mujeres en el centro de esa mirada.  

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