Dominicana: Trabajadoras domésticas en tiempos de COVID-19 y cambio de Gobierno

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Mercedes Alonso

SemMéxico/SEMlac. Santo Domingo. 19 de agosto de 2020.- Entre las más de 300 mil trabajadoras domésticas de la República Dominicana se halla Jenifer Rosario Mercedes, la segunda de cuatro hermanos y madre de 4 hijos. Para ella, esta labor constituye su propósito de “echar ´palante a su familia”, aunque reconoce que pertenece a ese gremio de personas dejadas al margen de la protección del Estado dominicano.

A sus 36 años habla con orgullo de cómo aprendió junto a su madre a trabajar desde los 12 años, en un comedor donde fregaba y ayudaba a servir la comida. “A veces llevaba los almuerzos a la zona franca junto al motorista encargado de transportar los alimentos que yo misma ayudaba a cocinar”, explica. 

En República Dominicana, el trabajo doméstico sigue siendo una solución para las mujeres más humildes, que constituyen aproximadamente el 5.6% de la mano de obra ocupada.

Dos veces a la semana, lunes y jueves, Rosario Mercedes dirige sus pasos a la casa donde brinda sus servicios en la capital dominicana, Vive lejos, en uno de los barrios marginales y pobres; pero, llega a su hora, puntual, como ha aprendido que debe de ser, y los fines de semana trabaja en el hospital Marcelino Vélez Santana, ubicado en el municipio de Santo Domingo Oeste. 

“En el hospital pagan muy poco, aunque hago limpiezas profundas en el quirófano, donde las medidas de higiene son vigiladas por un superior. Me ocupo de mantener todo esterilizado. Pero ese dinero no me alcanza. Imagínese, me uní al padre de mis hijos desde los 15  años. Primero tuve a la niña, que ya cumplió 19 años. Ella es la que cuida a sus tres hermanos, dos de ellos mellizos, en lo que yo hago mis oficios. Por suerte tengo este trabajito como doméstica, porque mi esposo gana muy poco y hay que mantener a todos en la casa”.

La historia que narra nuestra entrevistada es similar a la del resto de las trabajadoras domésticas en el país, muchas de las cuales son madres solteras, protagonistas de esta labor que se ha complicado en estos tiempos de la epidemia, al enfrentar la incertidumbre de cómo sostener a sus hogares. No obstante, reitera sentirse dichosa porque en la casa que trabaja como doméstica le permitieron continuar, tomando todas las medidas posibles de precaución. Pero, muchas dominicanas no han corrido igual suerte en estos tiempos del COVID-19.

Rosario relata que su vida ha estado plena de sacrificios y pérdidas, como aquella vez, cuando junto a su esposo armó una pequeña cafetería en la casita donde vivían, y tuvieron que dejarla porque los dueños vendieron el sitio con ellos dentro. Fue el momento en que, nacido su segundo hijo y embarazada de trillizos, perdió uno de ellos y, encima, fueron desalojados del terrenito que habían logrado comprar.

“Gracias a Dios nacieron los mellizos y junto a mis otros dos hijos, continúo con los dos trabajos y espero que este nuevo gobierno que acaba de comenzar, me devuelva el terreno que me quitaron, porque mucho nos ha costado rodar de un sitio a otro y, encima, vivimos ahora con miedo por este virus que se ha propagado en el país y ataca a todos”. 

Nuevo Gobierno

Este 16 de agosto tomó posesión de la primera magistratura del Estado, el presidente Luis Rodolfo Abinader Corona, quien ha prometido un nuevo estilo de gobierno. Jenifer Rosario Mercedes confiesa tener esperanzas en que sucedan verdaderos cambios en el país. En realidad miles de domésticas han sido suspendidas y canceladas desde el inicio de la crisis sanitaria provocada por el virus, de acuerdo a datos publicados por la Asociación de Trabajadoras del Hogar.

Poco antes del cambio de Gobierno, los reclamos del Foro Feminista, la Confederación Nacional de Mujeres del Campo, la Asociación de Mujeres Amas de Casa y la Asociación Dominicana Pro Bienestar de la Familia, ante los despidos y suspensiones, hicieron que la entonces vicepresidenta de la República, Margarita Cedeño de Fernández se comprometiera con buscar una solución para ese sector y se pronunciaron por la necesidad de reivindicar los derechos de estas empleadas, a partir de la reafirmación y cumplimiento del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cual establece en 27 artículos una serie de regulaciones que van desde un régimen de salario mínimo hasta lo relativo a la protección de la seguridad social para las trabajadoras en casas de familias.

La propia Cedeño aseveró que pese a que ese acuerdo fue ratificado por el Congreso Nacional en el 2016, nunca se ha puesto en práctica: “El incumplimiento de este Convenio por parte de algunos sectores de la sociedad, ha llevado a que muchas mujeres hayan quedado desprotegidas durante esta crisis”, subrayó la otrora vicemandataria.  

Tampoco estas mujeres han sido beneficiadas por el Fondo de Asistencia Solidaria a los Empleados (FASE), ni de “Quédate en casa”; por lo que Margarita Cedeño solicitó un listado de las canceladas y suspendidas para verificar la pertinencia de su integración a este último programa de ayuda temporal para el sector informal. El tema sigue inconcluso. 

Si bien Elena Pérez, secretaria general de la Asociación de Trabajadoras del Hogar, catalogó de positivo el anuncio de la vicepresidenta de la República, consideró que “el Gobierno no tenía necesidad de esperar por más de dos meses para ayudarnos…Estábamos siendo olvidadas sin ningún tipo de protección, no habíamos sido ni incluidas ni mencionadas en ninguno de los programas de ayuda. Ya era hora”, dijo.

En realidad, como aseguró Pérez “la crisis ha provocado que las canceladas busquen otras formas de generar ingresos, como brindar sus servicios a vecinos o familiares. Muchas de ellas le tienen más miedo a no poder llevar el pan a sus hogares que al mismo coronavirus. Están viviendo días muy grises, pero se las arreglan como pueden porque hay bocas que alimentar”.

De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística (ONE), de esa cifra que oscila en más de 300 mil trabajadores, el 96% son mujeres, en su mayoría, jefas de familias o madres solteras. 

Los reclamos continúan, voces como las de Eulogia Familia, vicepresidenta y encargada de Equidad de Género de la Confederación Nacional de Unidad Sindical (CNUS), se alzan para asegurar que “la necesidad más importante para ese sector es lograr que se les incluya en la Seguridad Social y que al ser canceladas la ley contemple pagos de prestaciones laborales: “Es duro cuando una trabajadora pasa 20 años en un hogar y lo único que le dicen cuando ya no puede seguir dando el servicio es gracias. Es un trabajo como cualquier otro, deben haber leyes que nos protejan”, observó.

Se conoce, según datos ofrecidos por la CNUS, que el 80% de estas trabajadoras reciben salarios iguales o inferiores a RD$6,000 mensualmente (alrededor de 100 dólares), aun cuando la canasta básica alcanza aproximadamente los más de 400 dólares al mes. “No se les paga horas extras, ni les corresponde el incentivo del 15% por la jornada nocturna. Actualmente, llevamos a cabo una campaña virtual para que la población y las autoridades hagan conciencia sobre los derechos de estas trabajadoras”, reveló Familia y agregó:

“Esta crisis mostró que los derechos de las trabajadoras domésticas no han sido una prioridad para el Gobierno. Aunque hemos reclamado por años, tuvo que venir una crisis para que nuestra voz sea escuchada”, concluyó.

Debido a la situación de la epidemia provocada por el COVID-19, el Gobierno dominicano dispuso medidas de distanciamiento social, el cierre de negocios no esenciales, así como un estado de alarma para evitar la propagación del virus. 

Tanto Jenifer Rosario Mercedes, como miles de trabajadoras domésticas más, tienen la mirada fija en el nuevo Gobierno: 

“Espero que este Presidente que acaba de empezar nos ayude. Sueño con que mi hija mayor, que cumplió 19 años, termine sus estudios y pueda alcanzar los niveles que yo no pude. En mi caso, rezo porque en la casa donde trabajo me sigan considerando bien y que algún día, en el hospital valoren mi trabajo, que hasta ahora ha sido reconocido por todos, y pueda pasar a otra área que no sea la de limpieza”. 

“Pese a que la Constitución dominicana reconoce al trabajo del hogar, como una actividad económica que crea valor agregado, produce riqueza y bienestar social”, en su artículo No. 55, inciso 11, las personas que se dedican a esta labor continúan desprovistas de garantías que de forma efectiva les permitan disfrutar derechos, como lo son horario definido, salarios mínimos, indemnizaciones en caso de despidos injustificados; así como otros derechos laborales”, afirmó la ATH en un comunicado publicado por la prensa nacional.

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