Anaid Reyes Hernández *
SemMéxico, Ciudad de México, 2 de noviembre, 2023.- Una mirada a las y los estudiantes desde la neurodiversidad, en particular de las niñas y mujeres jóvenes de atención divergente, que enfrentan estigmas y dificultades reales en su vida cotidiana, y sobre cómo desde la escuela podemos contribuir a generar ambientes que les faciliten desplegar su potencial, aprender y tener la mejor experiencia de aprendizaje posible.
El “boom”
Con la generación exponencial de contenidos en línea y en redes sociales en años recientes, los materiales que hablan del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH no son la excepción. Con solo googlear las siglas en español nos encontramos con poco más de 64 millones de resultados, y en inglés (ADHD), más de 1, 260 millones de entradas. ¿Es este un “trastorno” de nuestros tiempos”?
Hay diversas opiniones sobre el tema, por ejemplo, José Ramón Gamo expone que no es que haya un “boom”, las personas con TDAH siempre han existido; aunque en la actualidad existen sobrediagnósticos o diagnósticos erróneos y la población con TDAH (hasta un 6 a 7% de la población mundial) incluso está subdiagnosticada.
No es mi objetivo escribir aquí desde la perspectiva médica del TDAH, sino sobre los estudiantes desde la neurodiversidad, en particular de las niñas y mujeres jóvenes de atención divergente que enfrentan estigmas y dificultades reales en su vida cotidiana, y cómo desde el sistema educativo podemos contribuir a generar condiciones ambientales que les faciliten desplegar su potencial, aprender y tener la mejor experiencia escolar posible, de ahí que algunas definiciones sean necesarias.
Neurodiversidad y la atención divergente
En primer lugar, aludo al concepto de neurodiversidad o neurodivergencia. Sobre este, Thomas Amstrong, expone que es necesario concebir a los cerebros humanos como las entidades biológicas que son, y ser capaces de apreciar las enormes diferencias naturales que existen entre un cerebro y otro en lo relativo a sociabilidad, aprendizaje, atención, estado de ánimo y otras importantes funciones mentales.” Es decir, un concepto que más que hablar de trastornos mentales, discapacidad o impedimento, mantiene una perspectiva sobre las diferencias en el desarrollo neurológico.
A las personas diagnosticadas con TDAH, por ejemplo, las describe como “aquellas que poseen un estilo de atención diferente, una atención difusa”, o como han referido otros autores: una “atención divergente”. El movimiento que promueve el concepto de neurodiversidad busca cambiar el foco de las connotaciones negativas de conducta, o asociadas con “discapacidad” y trasladando la mirada a sus atributos positivos como su creatividad, capacidad para pensar alternativas, múltiples ideas e innovar. El lenguaje, comenta la divulgadora Claudia Granados, sí determina la forma en que pensamos y, agregaría, en cómo actuamos al respecto.
Granados reflexiona que en el sector educativo, más que en el de salud, existe una mayor conciencia respecto a la necesidad de trabajar proactivamente con los estudiantes con esta neurodivergencia, porque son los docentes, después de las familias, quienes comparten más tiempo con las y los estudiantes.[1]
Desafortunadamente aún hace falta mucha psicoeducación y formación bien fundamentada y accesible sobre el tema.
Por ejemplo, diversos autores aún hablan de que existe una mayor prevalencia en niños que en niñas (algunos hablan de 3 a 1), cuando la realidad es que esta aseveración se debe a que la mayoría de los estudios que contribuyeron a la conceptualización del trastorno se llevó a cabo en niños varones, por lo tanto, los descriptores predominantes se refieren a ellos.
El estereotipo del estudiante con TDAH es el del niño varón, con alta actividad motora, impulsividad, búsqueda constante de emociones[2] (), que tiene comportamiento inquieto, desafiante y con un bajo desempeño escolar. Sin embargo, cada vez una mayor diversidad de estudios describe que en el caso de las niñas, las manifestaciones tienen variaciones[3] .
Recientemente hay más testimonios de diagnósticos de mujeres con TDAH en la edad adulta, generalmente después de que sus hijos han sido diagnosticados. La “H” de hiperactividad, en muchas mujeres está en sus pensamientos, no en la motricidad, de ahí que se les describe como personas inatentas. Al mismo tiempo, en ellas, los factores hormonales tienen mayores implicaciones sobre la exacerbación de algunos indicadores.
En todos los casos, el TDAH se presenta también en otras formas sin que necesariamente concurran todas en una misma persona: dificultad para regular emociones vista como explosiones de llanto o enojo; hablar mucho; la distracción o aparente incapacidad de concentrarse, pero también alta capacidad de concentración cuando hay alta motivación; dificultades en las funciones ejecutivas manifestada como falta de organización, planeación y gestión del tiempo; alta sensibilidad a sonidos, luces, aromas, o texturas; dificultades para comprender sensaciones internas y determinar por ejemplo si se tiene sed, hambre, necesidad de ir al baño, entre otros.
Asimismo, el TDAH puede manifestarse con comorbilidades como depresión, ansiedad, autismo, trastorno obsesivo compulsivo, y en adolescentes y jóvenes, adicciones. Por la complejidad de sus manifestaciones el TDAH, o la atención divergente, requiere de un diagnóstico y tratamiento por parte de psiquiatras, neurólogos y neuro terapeutas para ser diferenciado de otras condiciones con manifestaciones muy parecidas.
El ambiente escolar
El ambiente escolar, como el familiar, es fundamental para que una persona neurodivergente pueda desarrollarse sin tantas dificultades y, por el contrario, para que sus habilidades puedan ser potencializadas. Escribe Stuart Shanker que en la escuela no se trata sólo de insistir en lo que se debe entender, sino que es un espacio donde se pueden desarrollar modos conscientes de autorregulación. Si todas las y los niños requieren de un andamiaje de hábitos, rutinas, prácticas para su desarrollo, en el caso de las y los niños neurodivergentes el andamiaje ha de ser reforzado.
En múltiples videos en redes sociales se recomiendan estrategias docentes para el aula como sentar a las y los niños hasta el frente para tenerlos a la vista y que no pierdan concentración con otros estudiantes. Sin embargo, este enfoque apela a disciplinar a las y los estudiantes bajo la misma dinámica de exposición- escucha, y no necesariamente a repensar las estrategias de trabajo en el aula, con actividades más diversas como la enseñanza por proyectos, la dosificación de actividad- descanso, o el uso flexible del espacio escolar.
Una perspectiva alterna como la de Shanker apela a procurar aulas y escuelas seguras, donde la premisa sea desarrollar los procesos de aprendizaje en calma, reduciendo el estrés acompañando a los estudiantes y reconociendo su capacidad para aprender. El objetivo desde la escuela es procurar ambientes que valoren la diversidad en el aprendizaje y liberen a las y los niños de etiquetas (flojos, distraídos, parlanchines, mal portados) que solo minan su motivación, el ánimo y la autoestima.
De acuerdo con algunos investigadores[4] , hasta 4 de cada 10 niñas y los niños diagnosticados en su infancia lo siguen manifestando en la vida adulta. El sector educativo puede, desde sus atribuciones, impulsar a que las y los estudiantes se vayan construyendo un andamiaje propio con mayor naturalidad donde las compensaciones necesarias para suplir las dificultades en algunas habilidades cognitivas no supongan una carga a lo largo de la vida, sino uno más de los aprendizajes a desarrollar.
Las niñas, niños y jóvenes con atención divergente pueden lograr, con mejor información y práctica, conciencia sobre sus propias necesidades, su capacidad de indagación y con ello convertirse en personas más resilientes, con la gran posibilidad de tener una buena calidad de vida. Un entorno escolar más amable para las y los estudiantes neurodivergentes será más amable para todas y todos.
https://www.muxed.mx/blog/tdah-escuela
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Anaid Reyes Hernández * Integrante de MUxED. Politóloga e internacionalista por el CIDE, con más de 14 años de experiencia laboral en el sector educativo. A través de su práctica se ha especializado en el análisis y diseño de políticas educativas con un enfoque de equidad. Fungió como asesora y coordinadora de análisis de proyectos y programas prioritarios de la SEP y ha sido consultora del BID y la UNESCO en México.
Twitter: @anaidescribe
[1] Comunicación personal con la autora de este blog.
[2] Thomas Amstrong (2012). El poder de la neurodiversidad, Barcelona: Paidós.
[3] https://chadd.org/understanding-adhd/recursos-en-espanol/
[4] Faraone SV, Biederman J, Mick E. (2006) The age-dependent decline of attention deficit hyperactivity disorder: a meta-analysis of follow-up studies.Psychol MedFeb; 36(2):159-65