Empresarias cubanas encuentran oportunidades en nuevo contexto económico

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El fomento de mipymes, tanto estatales como privadas, forma parte de la estrategia del gobierno para mejorar la economía

Buscan incentivar la producción de bienes y servicios, así como aumentar las posibles fuentes de empleo.

Luis Brizuela

SemMéxico/IPS, La Habana, Cuba, 4 de diciembre, 2021.-  Las primeras micro, pequeñas o medianas empresas (mipymes) en Cuba abren un escenario socioeconómico favorable al aumento de mujeres empresarias, aunque subsisten brechas para el emprendimiento femenino que pudieran mitigarse mediante políticas afirmativas.

Insumos de proyectos liderados por mujeres fueron muy demandados en una feria de oportunidades organizada por la estatal Empresa de Comercio de La Habana, del 12 al 25 de noviembre, en un recinto del céntrico barrio de Vedado.

Por primera vez asistieron a este tipo de encuentros un grupo de las más de 600 mipymes aprobadas desde fines de septiembre en este país insular caribeño.

Entre las participantes sobresalió Elanova Producciones, fundada como emprendimiento en junio e integrado por 40 personas, de las cuales “60 % somos mujeres y 90 % no sobrepasamos los 35 años”, explicó a IPS la lideresa del proyecto Daylín Pérez.

Elanova elabora unas 200 000 mascarillas desechables diarias, su producto estrella, además de ajuares, cojines, sábanas y almohadas, con alta demanda, según apreció IPS durante una visita al estand.

A partir de enero de 2022 prevén diversificar los surtidos hacia útiles del hogar como papel sanitario, vasos desechables, kit de limpieza para la cocina, entre otros.

Podrían priorizarse emprendimientos que favorezcan el empleo de mujeres, así como aquellos que ofrezcan servicios y bienes para el cuidado de la vida, trabajos que, por lo general, pesan sobre los hombros de ellas”. Dayma Echevarría

“Todos los días llego a casa pasadas las 10:00 de la noche, donde me esperan un bebé de un año y una niña de nueve. Ha resultado muy importante el apoyo de mi esposo y mis padres, porque ven las ganas que le estamos poniendo al proyecto”, añadió la joven empresaria.

Las labores hogareñas también pesan sobre Gabriela Cruz, quien en la feria promovió las artesanías de su tienda de regalos Galapa, un negocio familiar gestado en 2010 en la barriada de Alamar, en el este de la capital cubana.

“Es difícil mantener un emprendimiento y llevar la responsabilidad de una casa y una niña. A veces se siente que no tienes vida, pero satisface trabajar para el mejoramiento de la familia y ver la aceptación de los productos y el prestigio que van ganando tras años de trabajo”, valoró Cruz a IPS.

La emprendedora apoya además a su esposo Lázaro Raymond Lance, dueño de la panadería y dulcería Al pan pan, próxima a convertirse en una mipyme con unos 15 empleados, también en Alamar.

Algunas estadísticas

El fomento de mipymes, tanto estatales como privadas, forma parte de la estrategia del gobierno cubano para incentivar la producción de bienes y servicios, así como aumentar las posibles fuentes de empleo en un país con una tasa de actividad económica de 66,4 %, y poco más de siete millones de personas en edad laboral, de los 11,2 millones de residentes en la isla.

Si bien el Estado permanece como principal empleador en el país, unas 600 000 personas se encuentran registradas dentro del sector privado, equivalente a 13 % de la fuerza laboral.

Las mujeres incrementaron su presencia en el sector no estatal, de 17,3 % en 2013, a 35 % en 2020, de acuerdo con el Anuario Estadístico.

Pero “lo hacen principalmente en la categoría de trabajadores contratados, y se insertan, por lo general, en actividades de bajo valor agregado”, analizó para IPS la socióloga Dayma Echevarría.

La profesora titular y subdirectora del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana recordó que el año pasado las mujeres representaron 39 % de las personas ocupadas en la economía cubana, mientras que su participación en el sector privado se mantiene por debajo de dicho indicador.

Ello contrasta en el caso de Cuba, donde las mujeres representan más de 60 % de quienes matriculan y se gradúan en las universidades, son mayoría en la fuerza técnica empleada y en el total de ocupados con nivel superior, una preparación que supone una fortaleza cuando apuestan por el trabajo autónomo.

Los nuevos actores económicos nacen en un contexto especialmente adverso, con acrecentadas dificultades para el acceso a materias primas y elevados precios que condicionan las compras de insumos para sus producciones y las ventas a la población.

Desde enero de 2020 hasta fines de septiembre, el producto interno bruto de esta nación caribeña se contrajo 13 %, motivado en gran parte por los efectos de la pandemia.

A ello se sumó el reforzado embargo estadounidense, al igual que la persistencia de mecanismos de una economía centralmente planificada que limitan procesos productivos y la autonomía de los diferentes actores económicos.

De acuerdo con el Ministerio de Economía y Planificación, las más de 600 mipymes se especializan en la producción de alimentos; actividades manufactureras como la fabricación de materiales de la construcción, muebles, confecciones textiles, calzado, plásticos, así como productos de limpieza y aseo; servicios informáticos; recuperación de materiales y reciclaje; servicios técnicos, entre otras.

La forma de presentar las estadísticas impide conocer qué porcentaje de mipymes aprobadas hasta el momento en Cuba tienen al frente a una mujer.

En el orbe, una de cada tres mipymes tiene una propietaria, pero en América Latina y el Caribe ese indicador ronda 50 %, según el Portal de datos sobre género del Banco Mundial.

Pese a la flexibilidad productiva que favorece ventajas competitivas, las mipymes también se caracterizan por una alta tasa de mortalidad a los pocos años de creadas y son más vulnerables en situaciones de crisis, como evidenció la covid-19.

Datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) muestran que en 2020 a nivel global las mujeres perdieron 64 millones de empleos, equivalente a 5 % del total comparado con 3,9 % entre la población activa masculina.

En el caso cubano, 250 000 de los 600 000 trabajadores no estatales debieron pedir la suspensión de sus licencias al detenerse sus negocios, pero los datos no reflejan qué cantidad correspondió a mujeres.

Apoyar los emprendimientos femeninos

El Programa Nacional para el Adelanto de la Mujer aprobado en Cuba en marzo dispone de un acápite para el empoderamiento económico femenino.

Tal política de Estado orienta “evaluar periódicamente la participación de las mujeres en el sector no estatal, con vistas a su mejor atención, control y organización, para evitar que se produzcan retrocesos o manifestaciones de discriminación”.

También recomienda la incorporación a las estadísticas de organismos e instituciones de las variables sociodemográficas sexo, edad y color de la piel, para los análisis de género correspondientes.

Para la emprendedora Yarelys Herrera, a la hora de emprender aún existen barreras como “los préstamos de bancos nacionales, con un proceso engorroso que no dan ganas de comenzarlo”.

Herrera es cofundadora junto con su esposo Daniel Hernández de Sovi Juguetes Didácticos, un emprendimiento que nació como una necesidad educativa para estimular el desarrollo sensorial de su pequeña hija, a punto de cumplir dos años.

Al conversar con IPS, Herrera consideró deseable para el empresariado contar con “un gremio o comité que nos permita un espacio de reunión, diálogo y alcance de mayor organización”, así como “aprender más sobre finanzas y educación empresarial, inversión, publicidad; temas que nos ayudarían a formar negocios que perduraran en el tiempo”.

A juicio de Echevarría, resulta necesario “aplicar políticas de acción afirmativa para apoyar los emprendimientos liderados por las mujeres (al igual que) incentivos fiscales, crediticios y de formación”.

De acuerdo con la experta, también “podrían priorizarse emprendimientos que favorezcan el empleo de mujeres, así como aquellos que ofrezcan servicios y bienes para el cuidado de la vida, trabajos que, por lo general, pesan sobre los hombros de ellas”.

Puso como ejemplo la posibilidad de conformar mipymes especializadas en el cuidado de niñas y niños, personas con discapacidad y adultos mayores, en autoservicio y limpieza del hogar, de alimentos preelaborados y de mensajería doméstica, “en especial si apoyan a personas que viven en condiciones de vulnerabilidad”.

Aun con insuficiencias, Echevarría resaltó el disponer de legislaciones como el Código del Trabajo, los principios de igualdad y no discriminación en la Constitución y el Programa para el Adelanto de las Mujeres para la promoción de una participación equitativa en el empleo.

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