En el 5 de febrero las Mujeres alrededor de la Carta Magna. Hermila Galindo Acosta: La Primera Constitucionalista

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Sin las mujeres, no hay democracia, laicismo, ni libertades fundamentales

Ana Ma. Portugal y Sara Lovera

SemMéxico, Cd. de México, 5 de febrero, 2021.- De Venustiano Carranza, Hermila Galindo Acosta pensaba que había algo de mesías en aquel hombre. No lo intuía, no era una ocurrencia, lo había observado de cerca, había conocido su comportamiento, su modo de vivir y de hacer política. No en vano había trabajado con él como su secretaria particular, encargada de su correspondencia personal. 

Había similitud entre el modo de pensar de Carranza y el de Belisario, Bélisaire, aquel general romano que apoyó decidida y de manera brillante al emperador Justiniano y éste “cegado por la envidia […] dejó ciego a Belisario con hierros candentes en una prisión”. Ésta era una de las lecturas favoritas del Presidente Carranza.

¿En qué país no se ve siempre a los hombres de bien víctimas de los malvados? 

Decía Belisario. Ahora Carranza era la víctima y había encontrado en el general romano “su último perfil y su consuelo. No en vano, repetía, “La historia reconocerá el móvil patriótico de mis actos y juzgará de ellos. Procedo como creo mi deber en bien del país”.

Carranza era un nacionalista, un defensor apasionado de la soberanía nacional, recordaba Hermila, además de defensor de la unión de los países de América Latina. Al presidente victimado le quedaba claro que México se veía amenazado sobre todo por Inglaterra y Estados Unidos.[1]

¿Quién era esta apasionada mujer de 34 años a quien el asesinato del presidente Carranza le laceraba alma, corazón y cerebro? 

Maestra, revolucionaria y periodista. Nació en la ex hacienda de Avilés de Villa Juárez, Lerdo, estado de Durango. En los registros parroquiales aparece inscrita como “hija natural” y sólo con el apellido materno. Su madre, Hermila Marcela Acosta muere a los tres días del nacimiento de su hija. Su padre Rosario Galindo agricultor, estaba casado con Eulalia Vargas con quien no tuvo hijos, por esta razón y ante la orfandad de la recién nacida decide reconocer legalmente a Hermila como su hija, llevándola a vivir con él.

 Como parece que su esposa no se mostró dispuesta a criar a Hermila como su hija, don Rosario encomendó a su hermana Ángela el cuidado de la niña solventando los gastos de su manutención, y en 1891, le cede a su hermana, mediante escritura pública, una casa de su propiedad. La tía Ángela será considerada por Hermila como su segunda madre, por el cuidado y cariño que siempre le brindó.

Cuando Hermila tuvo edad para estudiar, su padre la envió interna a una escuela primaria en Durango, y posteriormente a la Escuela Industrial para Señoritas de Chihuahua. Esta escuela, herencia del porfiriato, era uno de los pocos establecimientos modernos que aún quedaban. Las alumnas aprendían mecanografía, taquigrafía, teneduría de libros, inglés y gramática española. 

Hermila obtuvo el certificado de Telegrafía. Laura Orellana, destaca que el interés de don Rosario por la educación de su hija no era frecuente en esa época, pues bastaba que las mujeres aprendieran a leer y escribir porque luego se casarían. 

Pero su padre ante la eventualidad de su fallecimiento, quiso asegurar el futuro de su hija mediante la educación. Al quedar viudo don Rosario se produce un mayor acercamiento con Hermila, en ese período, él constata que su hija tiene una inteligencia poco común y que ama el estudio por lo que decide enviarla a Estados Unidos a estudiar química, deseo que no pudo concretar al contraer nuevamente matrimonio, y fallecer al poco tiempo víctima de un accidente. 

Hermila vuelve a quedar huérfana. Tiene 16 años y a pesar de provenir de una familia que contaba con ciertos recursos económicos, sus parientes paternos no la tomaron en cuenta en la repartición de la herencia. Debe enfrentarse sola al mundo y sostener económicamente su hogar.

La vida laboral de Hermila se inicia en 1908 dando clases particulares de mecanografía y taquigrafía en Coahuila, luego, en Torreón es profesora de varios colegios donde ofrece conferencias a sus alumnos fuera del horario de clases, sobre “la necesidad de violentar la evolución política de la República” (Orellana Trinidad, 2001). 

Más adelante, algunos de sus estudiantes, se incorporaron en el movimiento armado durante la Revolución. Simultáneamente se emplea como mecanógrafa en bufetes de abogados, circunstancia que la acerca al mundo político de ese momento. Dos años antes se había involucrado con un grupo de mujeres antirreeleccionistas integrantes del club “Las admiradoras de Juárez” que realizaba acciones contra el porfirismo.   

En 1909, en el Teatro Ricardo de la Vega de Torreón se realiza un acto en conmemoración de Benito Juárez. El orador principal, el abogado Francisco Martínez, conocido por su antiporfirismo, se refiere en términos duros al gobierno de Díaz. En estas circunstancias, el alcalde prohíbe la difusión del discurso del orador, pero Hermila tenía la versión taquigráfica.

Más tarde, un grupo de simpatizantes de la candidatura del gobernador de Nuevo León, el general Bernardo Reyes (1840-1913), a las elecciones generales de 1910 por el Partido Democrático, organizan un mitin, de apoyo. Enterados de los problemas que tuvo Francisco Martínez y conocer que Hermila tenía la versión del discurso mencionado, la llaman para pedírselo, de esta forma el texto circuló en Durango y Coahuila.

Ese mismo año, Galindo regresa a Durango, su lugar natal. Llevaba cartas de recomendación de los reeleccionistas de Torreón. El abogado Carlos Patoni colaborador del secretario de Gobernación, la emplea en su bufete donde destaca por la excelencia de su trabajo, de manera cuando dos años después decide ir a la Ciudad de México, Patoni, da fe de la eficiencia de su trabajo, y del “entusiasmo por nuestra causa libertaria, discreción, habilidad y empeño en su trabajo” (Orellana Trinidad, 2001). 

Con este aval consigue un empleo como secretaría del general maderista Eduardo T. Hay (1877-1941) con quien trabaja hasta la caída de Madero. En ese tiempo se relaciona con las mujeres maderistas del Club Feminista “Antonia Nava”. La cercanía a Eduardo Hay, connotado dirigente que fue Jefe del Estado Mayor de Madero en su primera campaña y más tarde, en 1912, diputado federal, la sitúa en un lugar de privilegio para conocer cercanamente los mecanismos del poder. En 1914, el general Victoriano Huerta Márquez (1850-1916) lidera un golpe de estado contra el gobierno de Francisco Madero quien poco después es asesinado a igual que su vicepresidente José María Pino Suárez. Este hecho sume al país en una atmósfera de confusión y violencia. Hermila pierde su trabajo y sólo cuenta con los cursos de taquigrafía que ofrece en la Escuela Comercial Miguel Lerdo de Tejada. 

El país se prepara para nuevos enfrentamientos armados con un solo propósito, derrocar a Huerta. Se inicia la segunda etapa de la Revolución Mexicana liderada por el general Venustiano Carranza (1859-1920) como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, cargo legalmente suscrito en el Plan de Guadalupe que éste lanzó en 1913 con la convocatoria a luchar para derrocar al gobierno de facto.

Las mujeres que apoyaron a Madero y/o que están adheridas a las facciones de Francisco Villa (1876-1923) y Emiliano Zapata (1879-1919), nuevamente se movilizan, reorganizando los clubes femeniles para las tareas de espionaje, producción y difusión de panfletos, concentración de información sobre las acciones armadas de los enemigos, intercambio de correspondencia y transporte de armas y municiones. Muchas fueron objeto de represalias, persecución y cárcel. En julio de 1914, Victoriano Huerta derrotado presenta su dimisión, huyendo a Estados Unidos. 

Hermila Galindo Acosta al igual que muchas otras activistas se siente convocada por el programa de Carranza contenido en el Plan de Guadalupe, que posteriormente es radicalizado con medidas sociales como la Ley de Relaciones Familiares, Ley de Divorcio en 1914 y la promulgación de una nueva Constitución (1917).

El 20 de agosto de 1914, Carranza y su ejército victorioso ingresan en la Ciudad de México. El discurso de bienvenida es pronunciado por una joven de 18 años llamada Hermila Galindo Acosta comisionada, en tanto integrante, por el Club liberal “Abraham Gonzáles”, para esta misión. En ese momento, Hermila era conocida en los círculos políticos por gran habilidad oratoria y un amplio conocimiento sobre cultura general, por este motivo el Club la designó para esta tarea. 

Carranza muy impresionado “por su retórica y entusiasmo revolucionario le propuso formar parte de su grupo de colaboradores” (Jaime Espinosa). En octubre de ese año, Carranza convoca en Aguascalientes la llamada Gran Convención de Jefes Militares con mando de fuerzas y a los gobernadores de los estados, para discutir su programa revolucionario y asuntos de gobierno. En su transcurso se producen desacuerdos entre zapatistas, villistas y carrancistas que llevan a la destitución de Carranza y el nombramiento el 6 de noviembre de 1914, del general Eulalio Gutiérrez Ortiz (1881-1939) gobernador y comandante militar del estado de San Luis Potosí, como Presidente interino y a Francisco Villa como Jefe del Ejército convencionista.

Un mes después, el 6 de diciembre de 1914, Villa y Zapata toman la Ciudad de México con un ejército de 60 mil hombres. Eulalio Gutiérrez al sentirse manipulado por Villa, según afirman algunos historiadores, traslada su gobierno a San Luis Potosí, y el 2 de junio de 1915 renuncia formalmente al cargo, por su parte, Carranza se declaró en rebeldía, partiendo a Veracruz con un grupo de colaboradores de su administración. Acompañando al líder, se embarcó en el tren, un número importante de profesoras decididas a desempeñar diversas tareas. Por ejemplo, Adela Elodia Arce, se encargó de la correspondencia en inglés, Guadalupe Aguilar y Mora, del archivo del periódico de El Pueblo, Esperanza Aguilar Martínez se incorpora en la Dirección de Correos de la Revolución como guarda valores, y en Veracruz, Concepción Aguilar de Silva, ofrece sus servicios para realizar propaganda constitucionalista entre la población del estado.

Hermila Galindo Acosta que había aceptado el ofrecimiento de Carranza para integrar su equipo de trabajo, también es parte de la comitiva en calidad de secretaria particular del Primer Jefe. La acompaña su tía que siempre le demostró su apoyo y confianza. Instalado Carranza en Veracruz, destina una parte importante de los recursos de su administración para financiar una campaña de propaganda a favor de su causa, y para el reclutamiento de voluntarios. Con este propósito creo las Oficinas de Información y Propaganda Revolucionaria con filiales en los estados fieles a sus ideas.

En virtud de su cargo, Hermila fue comisionada por Carranza para realizar una gira de propaganda por varios estados. Entre los años 1915 y 1917, Galindo viaja por el estado de Yucatán donde visitó las ciudades de Motul, Espita, Mérida y Campeche, también Tabasco, Saltillo y Coahuila. El objetivo de esta gira fue convocar especialmente a las mujeres, en particular a las maestras, a apoyar los postulados del carrancismo mediante la formación de asociaciones feministas con el objetivo de “despertar a la mujer para que sea un elemento útil a su Patria, a su pueblo y a ella misma…” (Orellana Trinidad, 2001). En Yucatán traba amistad con gobernador el general Salvador Alvarado (1880-1924), militar revolucionario que emprendió un avanzado programa de reformas sociales y que convocó y apoyó la realización de los dos primeros Congresos Feministas en 1916. Alvarado admiraba a Hermila, la reconocía como correligionaria y mantenía correspondencia con ella (Valles Ruíz, 2011). 

El 21 de mayo de 1915, Hermila ante un público compuesto de militares y obreros, ofrece una conferencia en el Teatro Peón Contreras de Mérida sobre la revolución constitucionalista y la personalidad de Carranza. En Mérida preside la fundación de la sociedad feminista “Rita Cetina Gutiérrez”. En la localidad de Motul  dicta tres conferencias sobre “la emancipación de la mujer” y asiste a la fundación de la asociación “Josefa Ortiz de Domínguez” y en Espita es elegida por unanimidad presidenta honoraria de la organización “La mujer fuerte” en referencia al título de su conferencia. En Campeche y Tabasco sus conferencias fueron objeto de algunas críticas, por su apasionada defensa al constitucionalismo. En Saltillo, Hermila ofreció la última de sus conferencias sobre este tema. Un periódico reseñó la actuación de Hermila destacando su inteligencia y su oratoria, anotando la asistencia de todas las Escuelas Municipales, “que gustan de escuchar la elocuente palabra de la propagandista del feminismo, que viene predicando la emancipación de la mujer, en esta época en que la Revolución reconstruye sobre las bases nuevas, el gran edificio social” (Valles Ruiz, 2011).  

En esta etapa, las mujeres activistas aprovechan los espacios que se abren. Entre 1915 y 1919, dice Martha Eva Rocha, “se empieza a delinear un proyecto feminista inserto en el constitucionalismo”, creándose clubes feministas en varios estados. En marzo de 1915, Hermila se declara feminista durante el Congreso Magisterial de Veracruz donde ofrece una conferencia titulada “La reivindicación de la mujer mexicana”. Galindo consideraba que las mujeres debían participar tanto en asuntos políticos relacionados con el país como en la defensa de sus derechos. Este ideario será la pauta que marcará sus giras de propaganda y particularmente cuando se embarque ese año, en la empresa de crear el semanario La mujer moderna, considerada la primera revista que promovió abiertamente el feminismo en México en las primeras décadas del siglo XX (Jaime Espinosa), y la “primera muestra de prensa política feminista” (Cano, 2007).

El domingo 16 de septiembre de 1915, conmemorando el aniversario de la independencia, en la Ciudad de México recuperada por Carranza luego de la derrota de Francisco Villa, aparece el primer número de La mujer moderna, semanario ilustrado de 16 páginas que lleva en la portada la foto del presidente. El editorial, con el título de “Laboremos”, señala la ruta que se ha trazado la revista: “elevar el espíritu femenino a la altura de su deber y su derecho, para que la mujer no permanezca por más tiempo impasible ante la solución de los más trascendentes problemas sociales y políticos que afectan tanto al hombre como a la mujer que es su compañera y su igual” (Cano, 1989). Como escribió Salomé Carranza integrante del equipo de redactoras, las mujeres deben “tomar parte activa en el movimiento político”. En este sentido, la revista llama a las mujeres integrantes de organizaciones feministas a defender al “recién constituido gobierno encabezado por Venustiano Carranza que tenía dificultades financieras”, y pide a estas organizaciones “organizar una colecta pública voluntaria para contribuir a la solvencia de la revolución…” (Cano, 1989). El cuerpo de colaboradoras de La mujer moderna” estaba compuesto exclusivamente por mujeres. Para su sostenimiento, contó en buena medida, con dinero del gobierno y una privilegiada difusión, posibilitando que la revista tuviera una amplia circulación a través de los gobiernos estatales en manos del constitucionalismo que adquirieron ejemplares a pedido de Carranza para repartirlos entre el profesorado. En La mujer moderna sin bien no faltaron las típicas secciones de una revista para mujeres como recetas de cocina, consejos de belleza y modas, el énfasis se puso en los artículos de fondo con temas sobre el significado de la emancipación de la mujer, el papel de la iglesia católica en mantener a las mujeres bajo su tutela, y el derecho al sufragio. La revista se pronunció por la educación laica y obligatoria rechazando el fanatismo religioso. También se publicaron artículos y noticias relacionados con los avances y victorias del Ejército Constitucionalista, y pequeñas biografías de los principales jefes militares, como Salvador Alvarado (Jaime Espinosa). El último número de La mujer moderna se publicó el 16 de septiembre de 1919. Biógrafas de Galindo, atribuyen su término al desgaste del gobierno de Carranza que ya se empezaba a vislumbrar, y las dificultades económicas para el sostenimiento de la revista.

El 14 de septiembre de 1916, Venustiano Carranza convoca a un Congreso Constituyente para reformar la Constitución de 1857. Ese mismo año, se realiza en Yucatán, el Primer Congreso Feminista convocado por el gobernador del estado, Salvador Alvarado, En el teatro Peón Contreras, los días 13 y 16 de enero, se reunieron alrededor de 700 mujeres, la mayoría maestras que discuten las formas de participación de la mujer en el México revolucionario y su contribución a la construcción de una nueva sociedad. Temas como la educación mixta y laica (“educación racionalista”) y el derecho a voto, acapararon las discusiones muchas veces acaloradas. Pero fue la ponencia de Hermila Galindo Acosta dedicada a Salvador Alvarado, la que suscitó reacciones encontradas. Como Hermila no pudo asistir, pidió a su amigo César González, comandante militar del Partido Constitucional en Espita, que leyera su ponencia titulada La mujer en el porvenir. En él, Hermila afirma que el instinto sexual es parte del amor maternal que ningún artificio hipócrita es capaz de destruir, modificar o refrenar”. A continuación pide que en las escuelas secundarias, se impartan cursos de anatomía y fisiología…”Las mujeres”, afirma “debían ser educadas en el conocimiento de su cuerpo”. En suma demandó “una sola moral para ambos sexos”. Estas tesis de Hermila “escandalizaron a la mayoría de maestras católicas, que se sintieron ofendidas en su pudor” (Valles Ruiz, 2011). En cuanto el derecho a voto, sólo una pequeña minoría lo reclamó y 31 congresistas se pronunciaron por el voto municipal para las mujeres, pero   el Congreso en su conjunto no avaló esta petición. Hermila al calificarse como “mujer de mi tiempo, e iconoclasta” fue atacada por la prensa local que la calificó de “inmoral” y de propagandista del “amor libre”. Un Segundo Congreso Feminista fue convocado para el mes de noviembre de ese año (23 de noviembre y 3 de diciembre). Hermila sorprendida por las reacciones producidas que tuvo su ponencia, envía el Opúsculo titulado Estudio de la Srta. Hermila Galindo Acosta con motivo de los temas que han de absolverse en el segundo Congreso Feminista de Yucatán. Se trata de una defensa “radical y enfática de su anterior trabajo” (Orellana Trinidad, 2001). Leída por Rosa Torres feminista y revolucionaria, en esta ponencia su autora propone la igualdad de la ilustración entre hombres y mujeres y los mismos derechos y obligaciones, y se ratifica en sus posiciones sobre la sexualidad.

En septiembre de 1916, el Presidente la envío a La Habana y Colombia con la misión de ofrecer conferencias donde sostuvo que era “indispensable que se sepa en qué consiste la bondad del régimen político implantado en la República Mexicana por el señor Carranza” (Orellana Trinidad, 2001). La eficiencia de su labor y compromiso con el constitucionalismo son refrendadas por Carranza en la “Mención de Honor” que reconoce sus “patrióticos servicios prestados a la Causa del Pueblo, en los momentos difíciles de lucha contra la reacción y siguiendo al Gobierno cuando hubo de trasladarse de esta ciudad a Veracruz”. 20 de mayo de 1916. (Valles Ruiz, 2011).   

En febrero de 1917, es aprobada la nueva Constitución que introdujo reformas como la educación laica, igualdad de salarios para mujeres y hombres, jornada laboral de 8 horas, protección a la maternidad, prohibición de trabajos insalubres y peligrosos para mujeres y niños menores de 16 años. En el curso de las sesiones de la Asamblea Constituyente, Hermila presentó una iniciativa a favor del voto femenino. Una segunda iniciativa fue del general Silvestre González Torres. Ambas fueron rechazadas. En las actas del Congreso consta que los diputados se rieron del proyecto. Hermila creyente en el ideario constitucionalista, estaba segura que los constituyentes aprobarían el voto femenino. En una entrevista al periódico La Opinión, durante su visita a Querétaro para presentar su propuesta, dijo que su viaje tenía la finalidad de “someter a consideración de la Asamblea Constituyente la iniciativa del voto, cosa que juzgo dentro de los ideales revolucionarios y que exige la época por la que atravesamos” (Valles Ruiz, 2011). Los constituyentes esgrimieron argumentos como que “en las condiciones en que se encuentra la sociedad mexicana no se advierte la necesidad de conceder el voto a las mujeres”, y que éstas “no sienten pues la necesidad de participar en los asuntos públicos, como lo demuestra la falta de todo movimiento colectivo en este sentido” (Tuñón Pablos, 1998). El 1° de mayo de 1917, las elecciones generales dieron el triunfo a Venustiano Carranza. Elegido Presidente Constitucional de México. 

Al año siguiente se introduce una modificación de la ley electoral donde se especifica que el derecho a voto es sólo para los hombres. Sin perder su optimismo, y sabiendas que su candidatura no prosperaría, Galindo decide postularse como diputada al Quinto Distrito de la ciudad de México. Una noticia aparecida en El Universal destacó que el grupo “Juventud Femenil Revolucionaria” de Querétaro, le había pedido que se presentara como candidata y que votaría por ella, por ser una digna representante de las ideas liberales. En este tramo, Galindo inicia una serie de actividades de propaganda de su candidatura. Era la primera vez que una mujer participaba para un cargo de elección electoral y a pesar de que fueron cientos de mujeres las que le dieron el voto su elección fue invalidada por el Consejo Electoral como era de esperarse. Con su candidatura, Galindo quiso demostrar al gobierno que las mujeres querían votar, y “dejar sentado un precedente para las generaciones posteriores” (Cano, 1991). El siguiente paso de Galindo fue autopostularse al cargo de “Censor Legislativo” de las actividades del diputado Ernesto Aguirre Colorado que ganó las elecciones en el Quinto Distrito Electoral, de esta forma Hermila encontró la forma de estar vigente en el espacio público. Rosa María Valles Ruíz dice que “no se tiene registro en México de una mujer de aquella época que haya desarrollado una acción de tal magnitud, lo más cercano en nuestros días a la rendición de cuentas”. 

Luego del término del semanario La mujer moderna, Hermila continua su trabajo como propagandista del constitucionalismo, publicando el libro La doctrina Carranza y el acercamiento indolatino que fue editado por el gobierno con una encuadernación especial y enviado a los presidentes de América Latina.“Mientras lo escribía, le enviaba capítulo por capítulo al presidente, pidiéndole su opinión, además de comentar la situación política que dominaba como pocas mujeres debieron haberlo hecho” (Orellana Trinidad, 2001). Este libro fue dedicado a su tía Ángela Galindo, a quien agradece por su cariño, ternura y los cuidados que recibió de niña. La llama “Madre”. Al mismo tiempo, Carranza resuelve enviarla de gira a España, Centroamérica y Sudamérica, viaje que se truncó luego del trágico suceso que fue su asesinato.   

También en ese año, Hermila publicó Un presidenciable. El general Don Pablo González. Galindo consideraba que Gonzáles tenía suficientes credenciales revolucionarias para suceder a Carranza, pero éste apostó por su embajador en Washington, Ignacio Bonilla (1858-1942) porque quería que fuera un civil el próximo presidente. Pero el ambiente político que se vivía en esos momentos le fue adverso al líder constitucionalista que estaba aislado en lo militar, político y social. Esta situación fue aprovechada por sus principales opositores, los generales Álvaro Obregón (1880-1928) Secretario de Guerra y Marina, y Plutarco Elías Calles (1877-1945) quienes organizaron un complot contra el gobierno cuyo corolario fue el asesinato de Carranza el 20 de mayo de 1920 en Tlaxcantongo, por orden de Plutarco Elías Calles. 

Hermila condena duramente el asesinato y muestra su indignación por el silencio de los políticos, calificando a la política mexicana de “cenagosa y tortuosa”. Para ella fue un golpe devastador. Según Ana Macías, cuando asume la presidencia Álvaro Obregón el 1° de diciembre de 1920, Galindo no se demora en descubrir que está “quemada” políticamente y que ha perdido influencia. Esto significó el término de su vida pública. Existe poca información de este período de su vida, pero se sabe que en el primer aniversario de la muerte de Carranza, acudió al Panteón Civil de Dolores acompañada de un grupo de amigas para depositar una corona de flores, pronunciando un discurso en memoria del presidente asesinado, y que también público artículos esporádicamente en algunos periódicos, también intentó publicar dos libros para dejar constancia de la labor del carrancismo, lamentablemente esos textos quedaron inéditos por falta de recursos. En 1923 contrae matrimonio a la edad de 37 años, con Miguel Enríquez Topete de 40 años, dedicado a las actividades comerciales, sin interés por las actividades políticas. Por su notable timbre de voz fue apodado el “Caruso de México”, y aunque en Guadalajara había tomado clases en el Conservatorio nunca se dedicó profesionalmente al canto. Hermila tuvo una hija, Hermila del Rosario, a la que se unió una hija del anterior compromiso de su esposo, María Concepción que vivió un tiempo con ellos. En 1954, el periodista Daniel Muñoz entrevistó a Miguel Enríquez Topete quien le contó que después del asesinato de Carranza, Hermila se dedicó a la pintura. En el salón de su casa, Muñoz pudo un par de retratos de dos metros de altura cada uno, realizados por ella, de Venustiano Carranza y de su esposo. El 7 de febrero de 1940, la Secretaría de Defensa Nacional la reconoció como “Veterana de la Revolución” otorgándole una pensión y la distinción “Al Mérito Revolucionario, “por los servicios prestados al movimiento durante el primer y segundo períodos (19 de noviembre de 1910 al 15 de mayo de 1911 y del 20 de febrero de 1913 al 15 de agosto de 1914)”. Aunque alejada de la actividad feminista, no por ello dejó de seguir con atención la aparición de organizaciones que darán inicio a campañas para la obtención del voto electoral, como el Frente Único Pro- Derechos de las Mujeres. Una prueba de ello fue la carta que el 17 de octubre de 1953, un año antes de su fallecimiento, envío al Presidente Adolfo Ruiz Cortínez, instándole a modificar el artículo 34 constitucional para otorgar el voto a las mujeres. 

El 19 de agosto de 1954, producto de un infarto, falleció en la ciudad de México, Hermila Galindo Acosta. Cuando su hija Rosario fue a su recamara la encontró sin vida,   a un costado de la cama estaba su máquina de escribir Olivetti y en el rodillo quedaron unas páginas escritas sin concluir. (Valles Ruiz, 2011). 

Fuentes:

Orellana Trinidad, Laura. 2001. Hermila Galindo: una mujer moderna. Instituto Nacional de Bellas Artes. Centro Nacional de Información y Promoción de la Literatura.

Jaime Espinosa, María Elizabeth. s/f. “Hermila Galindo Acosta y La Mujer Moderna (1915-1919)”. www.historiadoresdelaprensa.com.mx

Valles Ruiz, Rosa María. 2011. Sol de la Libertad. Hermila Galindo: Feminista, Constitucionalista y Primera Censora Legislativa en México. 

www.uach.edu.mex/investigacion/productos/4961

Rocha Islas, Martha Eva. 2011. “Feminismo y Revolución”, en Espinosa Damián, Gisela, Lau Jaiven, Ana. Un fantasma recorre el siglo: luchas feministas en México 1910-1920. Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco. Editorial Itaca.

Tuñón Pablos, Enriqueta. 1998. “Los movimientos de las mujeres en pro del sufragio en México, 1917-1953”.  www.cdigital.uv.mx

Cano, Gabriela. 1991. “Las feministas en campaña: la primera mitad del siglo XX”. Debate Feminista. Vol.4.

Cano, Gabriela. 2007. “Las mujeres en el México del siglo XX. Una cronología mínima”, en Lamas, Martha. Miradas feministas sobre las mexicanas del siglo XX. Fondo de Cultura Económica. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Cano, Gabriela. 1989. “Memorias del Olvido. La Mujer Moderna, un Semanario Ilustrado”. Fem. N° 5.   


[1] Valles Ruiz, Rosa María. 2011. Sol de la Libertad. Hermila Galindo: Feminista, Constitucionalista y Primera Censora Legislativa en México. 

www.uach.edu.mex/investigacion/productos/4961

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