Rocío Fiallega
SemMéxico, Ciudad de México, 9 de junio, 2024.- Una bola de nieve que se convierte en avalancha llena de palabras que se precipitan, se abrazan y se aman, explotando en copos hexagonales que ahora entran por el iris del ojo para llegar al corazón ya derretidos…
Una perra negra que husmea en la obscuridad, bramando en la luz para comenzar a parir universos…
El sonido de un cuenco tibetano que atraviesa los cuerpos y las fronteras, para regresar al mismo punto de emisión, dejando una estela de amor y armonía que responde dónde vive Dios…
Un vehículo que viaja por dimensiones y mundos para hacer nuevas historias y empezarlas a contar a la luz de la fogata…
El arrullo de las olas, esa respiración de Dios, que se extiende al cosmos por una carretera con forma de corriente sanguínea, que va aromatizando el cuerpo transformándose, girando en nuevos ciclos de lo que llamamos tiempo para regresar a escuchar el atardecer desde la playa, saboreando el mar…
La caricia que hacen las pestañas en la mejilla del amado que se transforma en el aleteo del amor inconmensurable, fundiendo las almas…
La desesperación de una niña que no sabe cuál es la izquierda y cuál la derecha, que empieza a utilizar sus poderes, escondiendo la tristeza de no saber por qué los demás sí saben…
El vaivén del equilibrista, intentando poner un pie frente al otro, para no caer; hasta que decide volar…
La voz que grita justicia y se desliza en el espacio-tiempo para alcanzar a nuestras abuelas, para que se acabe la violencia…