BELLAS Y AIROSAS
Elvira Hernández Carballido
“Querido diario:
Mi feminismo siempre ha sido una indignación, una rebeldía. También, claro, las otras cosas: la búsqueda de nuevas formas de vivir, la solidaridad con las otras mujeres, el análisis y las críticas, la lenta pero inexorable aceptación y conciencia de tu lugar en la sociedad, con tu cuerpo de mujer y tus broncas y tus sentimientos y tus ideas de mujer… El feminismo es un heroísmo, si te lo tomas en serio. La gente, los cuates, los galanes, tu familia te empiezan a ver feo. Como si estuvieras loca. Porque ya no te quedas callada cuando no estás de acuerdo. Porque te enfrentas a los patriarcas sin tanto miedo, o te burlas de ellos en sus narices…”
SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 30 de Junio, 2021.- En 1987, revista Fem decidió que el ciclo de la dirección colectiva había cumplido su ciclo y ya era necesario que al frente quedara un nombre, un rostro, un solo corazón. Fue así como quedó al frente de la primera publicación feminista de América Latina, Berta Hiriart quien llegó con todo el entusiasmo, pero sobre todo de hacer periodismo feminista. Fue así como varias jovencitas llegamos con ánimo entrevistar, de hacer reportajes y crónicas. Entre las nuevas propuestas surgió la columna “Querido Diario”, escrita por Marcela Guijosa.
En ese primer texto, ella reflexionó sobre el significado de tener un diario, cuya esencia es no ser publicado, ni para que nadie lo lea, se escribe para llevar un registro de lo cotidiano, para aclararse lo que le pasa a una misma, para entenderse. Es un confidente, un amigo íntimo, es una persona ideal que sabe escucharte. Sin duda, ha sido una costumbre femenina, expresas a través de él tus sentimientos, aunque mucha más por el placer de escribir. Pero, también descubrió que por algo vendía ese tipo de libretas con llave, para que nadie descubriera lo que venía dentro de esas páginas. Pero a ella, le robaban la llavecita o alguien que no resiste la tentación de saber qué dice, de quién hablas, es capaz de leerlo a escondidas, de aprovechar la ausencia para hojearlo. Pese a todo o por eso mismo, Marcela confesaba haber decidido publicar su diario en Fem, “por aquello del tono coloquial, femenino, cotidiano, sentimental, y por aquello de la libertad de estilo, y por aquello de que lo personal es político, o sea, lo más importante. ¿No crees, querido diario?”
Desde ese enero de 1987, cada mes, quienes empezamos a leer ese Querido Diario imaginamos de mil maneras a Marcela, nos identificamos con muchos de sus relatos, de sus arranques de honestidad, de sus reflexiones y de sus autocríticas. Tanto, que después alguien se quejó de que en Fem ya había solamente puros queridos diarios. Posiblemente, el estilo y la sinceridad de cada expresión, nos permitió tener la certeza de que nuestra experiencia, nuestra cotidianidad podía ser compartida y leída por otra, para volvernos espejo, para que se palpara nuestro lado humano.
Por eso, cuando la siguiente y última directora de revista Fem, Esperanza Brito, empezó a realizar sus maravillosas comidas de diciembre, fue fascinante conocer a Marcela Guijosa. Su cabello cortito, sus ojos enormes, su apapacho franco cuando te acercabas a saludarla y a agradecerle su Querido Diario, a confiarle que decía cosas que no te atrevías a decir, que narraba experiencias que te habían pasado y creía raras o ajenas y ellas las volvía totalmente compartidas.
Cuántas veces empezaba a leer Fem empezando por esa columna, qué decía Marcela, qué le pasó, que pensaba, qué opinaba, que sentía. Festejé con ella el premio que recibió por su relato de vida en Documentos y Estudios de la Mujer (DEMAC), titulado “Altar de Muertos” (memorias de un mestizaje). Poco después, fui asignada para entrevistarla.
La cité en el Sanborns de San Jerónimo, donde platicamos hasta muy tarde. Y entre cigarro y cigarro, risas y llanto, palabras e historias, la sentí más cerquita que nunca.
La presenté como Filósofa de profesión, escritora por vicio. Una amiga abierta, sincera y solidaria. Así compartió conmigo la experiencia de ese premio obtenido, reitero ese vicio de escribir sobre su vida, no porque fuera extraordinaria o muy importante, simplemente aseguró que le funcionaba escribir desde su propia experiencia, ella misma como un punto de partida para entender a los demás y explicarse el mundo que la rodea. Ese premio confirmó su oficio de escribir.
Ese día me aseguró que la tenía muy sorprendida el gran éxito de su Querido Diario y aseguró: “Yo digo que todas las mujeres deberíamos tener ese espacio tan significativo, que todas deberíamos tener siempre un diario. Es algo muy terapéutico, te cura el alma, te ayuda a entenderte. Al ver reflejado lo que escribiste en el papel te explicas muchas cosas y guardas un testimonio muy valioso. Así, con el paso del tiempo, cuando vuelves a leerlo, te maravillas, te encantas, descubres tus errores, te conoces más a ti misma. Aunque claro, un diario nunca sustituye a una amiga, ellas son muy importantes en nuestra vida pues también comparten todo con una. Fíjate, esto se me acaba de ocurrir ahorita, para mí el Querido Diario navega en estas dos corrientes: Por un lado, es el espacio donde me encuentro siempre; por el otro, es el espacio que me ha hecho ganar amigas. Por eso, siempre estaré agradecida a Fem, es una delicia trabajar en esta revista”.
Y cuando nos quedamos sin ese espacio periodístico, cada una tomó su camino, pero yo no dejaba de asomarme para recuperar de alguna forma a Marcela Guijosa. Por eso, hasta la fecha el libro que publicó con Berta Hiriart, donde sintetizaban sus experiencias en sus talleres de escritura, sigue siendo un texto de cabecera para mis clases de redacción: “Taller de Escritura Creativa” (2003).
Y un texto que lo compré por solidaridad y que después se volvió en el libro de consulta obligatoria cuando empezó mi menopausia, fue el que también provocó que yo me enterara de su partida.
En efecto, al leer la convocatoria del espacio digital “Primera Plana”, decidí participar con un texto sobre el tema propuesto: la vejez. Estaba segura que no lo iban a abordar desde el punto de vista de las mujeres y sintetice las propuestas de cuatro mujeres admirables: Emma Godoy, Graciela Hierro, Amparo Espinosa y Marcela Guijosa. De ella hice la reseña de “Mujeres de cierta edad”. Y entonces, escribí:
“Debido a que no solamente le interesaba el tema, sino que también se aproximaba a esa etapa de su vida, la escritora Marcela Guijosa publicó Mujeres de cierta edad (2008). El tono testimonial del texto permite leerlo con interés pues se crea una complicidad entre autora y lectora. Sin embargo, el contenido no se queda en lo subjetivo, se argumenta con autores expertos en el tema, se refuerzan las ideas con citas textuales puntuales de libros académicos, pero sobre todo se intenta persuadir para que, al llegar a cierta edad, las mujeres lo vivan con menos miedo o resignación y que valientes, alegres, desparpajadas e irreverentes, puedan combatir cualquier forma de discriminación, todos los miedos y se acepten en esa etapa final.
Es así como a lo largo de 140 páginas, 10 capítulos y un apéndice advierte el daño de esa forma de discriminar a la gente mayor, llamada edadismo, y la forma negativa en que influye al centrar nuestra vida según los años que vamos cumpliendo. Detalla el significado de la menopausia, así como la representación de la belleza, la moda, las maternidades, el significado de ser abuela, la soledad y la compañía, las diferentes maneras de ser una mujer de cierta edad. Y reconoce que estamos entrando al otoño, que no se vencerá a la muerte, pero pueden disfrutarse cada año que reste de vida.
Y justo el primer día que el texto aparece en esa revista literaria y cultural, alguien hace una aclaración al dato que puse de Marcela:
“Julieta Giménez Cacho G. el 14 junio, 2021 a las 2:14 pm
Importante comentar sobre la vejez y lo que implica para la propia persona que envejece y también para los que la rodean. Mucho por compartir tiene que haber.
Solo comentar que Marcela Guijosa murió hace aproximadamente un mes, en este 2021. Ya que es una revista digital y no impresa, quizá se puede actualizar el dato.”
¿Qué? Esa persona se equivocó digo con mucha certeza, pero antes de pedir una aclaración, me armó de valor y decido escribirle a su mejor amiga, a mi querida Berta Hiriart. En cuanto responde, me confirma la triste noticia. Es verdad, pero tenía tanto dolor en su alma que no sabía cómo dar a conocer ese duelo. De inmediato, le propongo hacerle un homenaje a Marcela Guijosa, reúno a mis amigas que sé hablarán de ella con el corazón, así aceptan Elsa Lever, Guadalupe López y Lourdes Ruiz Pavón, esta última hizo su tesis de maestría precisamente sobre el Querido Diario. Así que este martes 29 de junio a las 18 horas Marcela Guijosa se volvió inolvidable en cada voz, en cada evocación.