Yaneth Tamayo Avalos
SemMéxico, Querétaro, 7 de marzo, 2025.- Las mujeres a lo largo de la historia hemos luchado por conseguir que a todas nos sean reconocidos nuestros derechos y nos garanticen en un plano de igualdad oportunidades y libertades.
Si bien, se han conquistado espacios esta lucha no cesa, al contrario, la violencia contra las mujeres se ha ocultado en novedosas prácticas ejercidas y validadas por la sociedad y el Estado, lo que ha obstaculizado el acceso a una mejor vida.
Ya no solo se lucha por igualdad y justicia, por evitar que nos maten o por la precarización en la que nos mantienen al no reconocer nuestras capacidades; sino también, por la objetivación que hacen de nuestros cuerpos y del ideario subjetivo que se hace de nuestra realidad, reduciéndonos a una identidad de género.
El conjunto de estas circunstancias y de otras más, son las que nos mueven a manifestarnos el 8 de marzo; hartas de que el Estado siga siendo omiso ante la realidad de las mujeres mexicanas.
Por ello, en este día miles de nosotras ocupamos las avenidas principales de las entidades federativas, firmes ante cada paso y consigna, incluso mujeres que nunca se han manifestado.
Quizás, algunas de ellas aún no consideran el feminismo como parte de su vida; pero lo que sí es seguro es que todas reconocen la desigualdad, la opresión y la violencia que sufrimos por ser mujeres y entienden la necesidad de transformar la situación de subordinación de cada una.
Todas somos consientes que es necesario desafiar a una sociedad que encuentra su origen en una estructura históricamente machista y que para lograrlo tenemos que unirnos a otras mujeres para luchar por la liberación de nuestro sexo y género.
Lección que aprendimos de las primeras que alzaron la voz para pedir libertad e igualdad, esas mujeres fascinantes, que se rebelaron contra la sociedad en un tiempo en el que carecían de derechos. Su fortaleza, pasión y resiliencia por cambiar la historia, nuestra historia, es lo que nos sigue motivando a luchar.
Tal vez las ideas y las resistencias sean diversas para cada una, la sororidad nunca ha sido un principio idílico e inquebrantable que exima a las mujeres de tener diferencias políticas y éticas, como todo ser humano, pero lo que si es seguro es que queremos un mundo en donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.
Esta lucha no se construye de la noche a la mañana, y falta tiempo para que más mujeres se unan en una sola voz para exigir nuestros derechos y concretar no solo una vida libre de violencia, sino también una igualdad sustantiva.
Por ello, el 8 de marzo es un día de reivindicaciones y de lucha por los derechos de las mujeres, en donde no existe el silencio frente a la violencia y la incapacidad de las instituciones para asegurar el ejercicio de nuestros derechos humanos.
Mientras no exista voluntad e interés social y político para asumir los errores históricos y deconstruir las estructuras sociales que imperan en la colectividad, las mujeres seguiremos luchando, gritando y marchando.
Seremos el grito de las que ya no están.