Las Cartas a las Ancestras una reconstrucción de vida  

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Ethel krauze, Gela Manzano, Silvia González y Esteli Reyes se reencuentran en sus orígenes 

Elda Montiel 

SemMéxico, Ciudad de México,  30 de mayo 2024.- Surgió como un ejercicio de literatura en los talleres de la escritora Ethel Krauze y dio como resultado el rescate de mujeres excepcionales que sobrevivieron al arraigado machismo de sus épocas, y que de alguna manera definió la historia de sus predecesoras, escritoras todas ellas en el libro “Carta a las Ancestras” editado por Fondo Blanco Editorial .

El libro fue presentado virtualmente dentro del ciclo “Viaje al Interior de los libros” del Museo de la Mujer moderado por Gela Manzano y en el que participaron Ethel Krauze, Silvia González y Esteli Reyes.      

Las autoras de Cartas a la Ancestras son Berta Carrillo, Rosy Chávez, Ana Hilda Chávez Mata, Alejandra Huerta Elizondo, Silvia González Delgado, Graziella Guzperé, Gela Manzano, Margarita Muñoz, Gabriela Tanner, Estelí Reyes, Mónica Valdés, Norma Vázquez, viven en distintas partes de la República, incluso la joven Esteli Reyes está en Vancouver, Canadá pero eso no es un obstáculo para reunirse en esta aventura que les permitió saber un poco más de quienes son, señalo Ethel Krauze.

Cada una de las autoras leyó un fragmento de su carta, dirigida a la mamá ya fallecida o a la abuela que no conoció, o a la madrina que llego a vivir más de 90 años. A todas ellas les inquietaba saber ¿Cómo le hicieron para vivir, en esos tiempos? y ¿Cómo fueron felices?

Para Gela Manzano la inspiración fue su madre ya fallecida con la que constantemente sus familiares y conocidos le decían era muy parecida a ella. Dirige su carta a la madrina, la hermana de su madre, y la cómplice con los padres para darle el nombre y bautizarla. La que vivió más de 90 años y sobrevivió a la muerte de varios familiares. 

A Gela Manzano le intrigaba como era vivir en la época de su madre, como ella, que manejaba un camión y fumaba en la costa chica de Guerrero en los años 50s, todo eso que nos es tan común hoy en día, en ese tiempo no era nada común. Y curiosamente preguntarse qué hubiera hecho ella misma. También las contestaciones de ese  entonces que no se pemitía cuestionar  a las mamas, decían eso no se pregunta. 

Para Esteli Reyes Aggi le resulto más sencillo escribirle a las ancestras que no conoció y más doloroso con las que si convivió, porque le quedo ese hueco de haber charlado con ellas cuando tuvo oportunidad y la dejo pasar. De  las ancestras  que no conoció las fotos, las pláticas le permite reconstruir el acertijo de sus vidas. Le permite viajar en el tiempo.

Al tiempo que reconstruye la  vida de las Ancestras se reconstruye ella misma y al final se ve reflejada como en un espejo aunque la separen 100 años. 

Silvia González Delgado expresó que es alentador ver que las mujeres que antes rechazaban la literatura de otras mujeres, ahora están leyéndolas y dándose vida. Fue muy interesante recuperar a una tatarabuela que no sabía que existía. Aunque reconoció que las épocas son diferentes las emociones son las mismas, el amor, el desánimo. Descubrió que fueron felices en su contexto por lo que ella se dispone a vivir más libre, porque le corresponde ser feliz por ellas. 

Ethel Krauze la más entusiasta señala que si le causo una ruptura  el encuentro con el pasado, ya que casi al mismo tiempo escribe la novela Samovar que le provoco un cambio sustancial en su vida.

Ha escrito al respecto “Samovar es la novela más personal que he escrito, rescata la vida de mi abuela y su hermana mayor, judías rusas ucranianas que tienen que huir del nazismo, con sus hijos, y su llegada involuntaria a México donde conocen a Modesta, una migrante náhuatl proveniente de un rancho de Hidalgo, quien huye de los estragos de la Revolución Mexicana. Las tres forman un triunvirato de mujeres extraordinarias dentro de la vida cotidiana en la que tienen que aprender a sobrevivir. Sus historias, de muchas maneras, representan las historias de las mujeres, en dos continentes y un crisol de culturas y de lenguas, desde finales del siglo XIX hasta la pandemia del XXI”.

El samovar (esa tetera rusa para calentar el cuerpo y el corazón) es el objeto que las reúne, piedra de toque que habrá de transformar la vida de la nieta. Me di cuenta de que “mi carta a las ancestras” era, realmente, Samovar, y me sentí parte de ella como nunca.

Reflexiona las mujeres hemos sido piedra de silencios en el laberinto de la Historia y en laberinto de la vida misma. Invitan a las mujeres a escribirles a sus ancestras como un ejercicio para descubrirse.  

Fragmentos 

He contado en estas páginas el caso de la escritora Terry Tempest-Williams que publicó en 2021 Cuando las mujeres fueron pájaros, traducido al español por Isabel Zapata, en editorial Antílope. Es un texto casi inclasificable, como lo que ahora hacemos las mujeres, saltando las fronteras que los colonialismos canónicos culturales han desplegado para la repartición de los bienes y servicios de la literatura. Ahí, la autora cuenta cómo su madre le deja de herencia un librero completo con sus diarios de toda la vida, perfectamente acomodados, empastados con colores, pero le pide que no los lea hasta que haya muerto —la madre tenía una enfermedad terminal. La autora acepta y obedece. Cuando finalmente muere la madre, la autora se dispone a abrir uno por uno los diarios, sólo para descubrir que todos están absolutamente vacíos: páginas en blanco, cientas, vacías. La obra de Terry es una especie de elegía, de resurrección, de grito contenido, imaginando lo que la madre hubiera escrito, tratando de entender cuál era el mensaje que quiso legarle con ese puñado de silencios atroces que la hija tiene que aprender a llenar.

Cuando empecé a leer el libro, sentí que me ahogaba, y así continué hasta el final, en un sollozo, en una devoración de la memoria. Varias autoras hemos conversado ante el público que es momento de acudir a nuestras ancestras: nuestras tatarabuelas, bisabuelas, abuelas, madres, para que sean ellas quienes nos cuenten la gran historia de las mujeres dentro de la Gran Historia, que tanta falta nos hace.

Las mujeres que hemos cruzado el siglo XXI nos buscamos en los orígenes para no empezar de cero cada día, necesitamos descubrir las voces que nos han forjado en las historias de las mujeres que nos han formado, para bien o para mal. Esto, es, pues, Cartas a las ancestras.

¿Cómo sortearon la vida entre esos silencios pavorosos que nos han legado como tatuajes en nuestra historia común? Ésta es la gran pregunta a la cual nos dimos a la tarea de contestar, a veces con la imaginación, otras, con la indagación. Las preguntas estaban en el aire en nuestro taller virtual Casa de Letras, los martes quincenales, donde nos reunimos autoras de diferentes partes de la República Mexicana e incluso de otros países. Bastó que una de ellas, Grazziella, nos trajera un texto sobre los amores de su tatarabuela. Prendió la mecha, ¡vamos a escribir cartas a nuestras ancestras! No para agradecerles, sino para conocerlas. La literatura hace lo suyo, siempre sabe qué camino tomar cuando el brote de la necesidad surge en el lugar más insospechado.

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