- En la historia, el movimiento ha logrado avances, pero sin conseguir una transformación capaz de ofrecer a todas las mujeres libertades y plenos derechos
Sara Lovera
SemMéxico/El Sol de México. Ciudad de México. 16 de octubre 2020.- El feminismo nació en 1789 al lado de la Revolución Francesa. Liberal, visible y contestatario a lo largo de la historia, según la época, el contexto y el desarrollo de la sociedad, sus expresiones varían. Ha pasado de la rabia de las inglesas por no obtener el sufragio, en actos muy parecidos a los vistos en México desde 2017, a la reflexión en las aulas universitarias; convertido en una filosofía y hasta en una ciencia que explica la desigualdad entre los hombres y las mujeres.
Las miradas del feminismo están en historia, filosofía, geografía o física en exponentes variadasy diversas. Manteniendo su esencia, su búsqueda por el reconocimiento de las mujeres como seres humanos completos.
Hoy, cuando el feminismo sentó sus reales en la academia, los organismos internacionales, las leyes y las instituciones, las jóvenes se toparon con una realidad no transformada: 10 mujeres son asesinadas en México todos los días.
Por eso nos desconcierta que no sea un movimiento “organizado” o “lógico”, sino cíclicamente de acción colectiva, más que como un ente con existencia permanente.
Así, su filosofía o sus principios se activan en acuerdo con las circunstancias. Con “agendas” o nuevos programas. Sorprendente.
Así se habla del feminismo urbano, anarquista –las okupas radicales-; feminismo social – refugios para mujeres violentadas-; feminismo indígena – centros de apoyo a mujeres campesinas-; feminismo radical – diversidad, libre opción sexual y derecho a la interrupción legal del embarazo-; feminismo político – cuotas de participación electoral-, feminismo institucional – funcionarias públicas-; feminismo cultural –artistas, periodistas, cineastas, dramaturgas-; feminismo laboral – la igualdad salarial-, tantos feminismos como expresiones hay en la sociedad.
No es un solo rostro, no es un solo cuerpo de conocimientos. Es sí un movimiento, cuya característica de nacimiento es su radicalidad, en distintas circunstancias su sello es interpelar al poder, mientras éste siga en manos mayoritarias de los hombres.
Esto es lo que sorprende y desconcierta. Hay avances – según la época-, derechos y reivindicaciones, pero sin conseguir la transformación capaz de ofrecer a todas las mujeres sus libertades y plenos derechos.
Las inglesas llegaron a poner una bomba en la casa del primer ministro para hacerse ver, por ejemplo. Las anarquistas se visten de negro y se embozan. En los años 70, las feministas tomaron las calles en todo el mundo occidental, para hacer saber que la violencia contra las mujeres, se da sólo por ser mujeres.
Es por tanto inasible. ¿Es vigente el o los feminismos? ¿Se pueden contener en una sola imagen? ¿Tiene rostro definido? No. No ha variado desde la rebelión de las francesas por excluirlas de la nueva República, se trata de un movimiento social y político, que ha transitado, durante más de 200 años, por todos los sistemas, políticas o circunstancias. Es el más antiguo movimiento internacional, y sus acciones sorprenden a las buenas conciencias.
Donde está el obstáculo, se preguntan, dónde está la falla, porque que las mujeres, como las aquí entrevistadas, siguen inconformes. Por qué si ahora tienen participación paritaria en política, tienen poder, son mayoría en muchas actividades económicas y sociales, ¿Por qué entonces? Yo preguntaría, porque entonces las/nos matan.
Y a esta pregunta, en pleno siglo XXI, con muchas mujeres premio nobel y algunas jefas de estado, sigue pasando esto. Las víctimas ¿Son solamente las pobres y marginadas? La respuesta es no. El obstáculo es la ideología machista circundante. Hoy en amplias capas de la sociedad, se sigue considerando a las mujeres menos que los hombres, con consecuencias materiales. Por eso los rostros del feminismo seguirán cambiando, pero su búsqueda no.
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Información publicada en el Sol de México (OEM)