Lorena Piedad
SemMéxico, 16 de noviembre, 2021.- Va de nuevo… el feminismo no es odiar a los hombres, esta columna no es para atacar a los hombres, Lorena no odia a los hombres. Acá es un espacio para reflexionar sobre la deconstrucción que debemos, sí, debemos, atravesar.
¿Qué es la deconstrucción? En palabras simplificadas es un proceso que va a evidenciarambigüedades, las fallas, las debilidades y las contradicciones de una teoría o de un discurso. Por ello es que aquí escribimos sobre esos temas. No trato de agradar ni de disgustar a nadie. Léanlo o déjenlo. Es su elección. Siempre lo será.
Vamos al inicio, Laura Gambale escribió el artículo “Micromachismos cotidianos: están ahí aunque no los reconozcas”* (de ahí el nombre de este espacio) y explica que es un término que surgió en 1990 y fue introducido por el psicoterapeuta Luis Bonino para nombrar pequeños controles y actitudes cotidianas de dominación sobre el género femenino que constituyen a la base de las demás formas de la violencia de género o misoginia que normalizan el maltrato psicológico, simbólico, emocional,físico, sexual y económico, es decir, son prácticas legitimadas por el entorno social en contraste con otras formas de violencia machista denunciadas y condenadas habitualmente (por ejemplo, la violencia física y el feminicidio).
¿Cuáles creen que fueron los comentarios respecto al tema? Vergonzosos:
- “Que medio progresista, no se dan cuenta que así espantan lectores”.
- “Micromachismos que no tienes que hacer: Abrirle las puertas, cargar sus bolsos pesados, hacerle regalos, escuchar sus quejas contra otras, darle dinero, pagar la cena, el cine”.
- “Dejen de tratar a las mujeres como estúpidas, como algo inferior que necesita que las defiendan todo el tiempo. Estas notas son muy malas”.
- “Si… es micromachismo que se jubilen a los 60”,
No encuentro palabras elocuentes para describir estos comentarios, pero sí quiero evidenciar lo que probablemente muchos hombres dudan aún: el machismo también les afecta. ¿Cómo?
La Asociación Estadounidense de Psicología (APA) reveló que la “masculinidad tradicional” es dañina para el desarrollo psicológico de los hombres porque restringe su comportamiento y crea tensión en el cumplimiento de roles de género, lo que afectará su salud física y mental.
Por ello, los nuevos modelos de masculinidad apuestan por eliminar esos roles de género aprendidos desde una cultura machista donde los hombres no lloran y las mujeres siempre; los hombres deben ser proveedores y no mandilones; los hombres deben ser agresivos y las mujeres sumisas, por mencionar solo unos cuantos de los millones de ejemplos.
Leticia Magaña, responsable de la Oficina de Género y Comunidad Segura del Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana, destaca que las nuevas masculinidades o masculinidades alternativas proponen replantear la idea de masculinidad y desaprender los roles de género adquiridos durante toda la vida que se han perpetuado a lo largo de la historia.
A continuación, una breve lista de lo que un hombre debe o no hacer, según el machismo:
- Los hombres no visten de rosa (porque es color para las mujeres).
- Las mujeres se guían por sus emociones y los hombres por la razón (lo que les impide expresarse libremente).
- El hombre debe ser el proveedor principal (lo que los presiona incluso en dificultades económicas).
- Existen carreras para hombres y carreras para mujeres (recuerdo a un primo que fue objeto de burlas y humillaciones por ser estilista).
Ya que en la actualidad existe una especie de obsesión por comparar la situación de hombres versus mujeres con frases como “a los hombres también nos matan, nos agreden”, y muchos etcéteras, es momento de incluir “a los hombres también nos afecta el machismo”. Segura estoy de que de una u otra forma (aunque lo nieguen) estas prácticas que les fueron transmitidas por sus padres, sus madres y previamente sus abuelos y abuelas afectan ciertos sectores de sus vidas en esta sociedad en deconstrucción (quiero pensar) porque es urgente visibilizar este cáncer desde la raíz debido a que la mayoría de la población creció con esta cultura, ¿cómo vamos a erradicarlo? Paso uno, como en toda adicción, aceptar que existe un problema. ¿Detectas cómo te ha afectado la educación machista?
Y dicho sea de paso, no escribí esta columna para que me aplaudan los hombres ni para explicar mis motivos, así como tampoco lo hago para pregonar mi feminismo sino para enfatizar en que este es un espacio donde necesitamos una mente abierta y libre de prejuicios. Nadie dijo que deconstruirse es sencillo.
De tarea. Recuerden (hombres y mujeres) cuando fue la última vez que fueron expuestos o avergonzadas por una actitud o emoción y analicen a profundidad qué fue lo que sintieron. Y comiencen a practicar dejar de reírse (o peor aún contar) chistes machistas que solo niegan la desigualdad.