Natalia Vidales de Bitterlin
SemMéxico, Hermosillo, Sonora, 3 de octubre, 2021.-Nadie puede negar que se está abusado de la libertad que existe en las redes sociales (twiter y face) donde lo peor del ser humano sale a relucir con palabras hirientes, ofensivas y cargadas de odio de quien utiliza el sitio para denostar, ofender y desprestigiar a su antojo.
Y quien anda en ese entramado no puede evitar ser víctima del sarcasmo, de comentarios indebidos e insidiosos y cargados de hiel, por lo que millones de personas -sobre todo figuras públicas que tienen mucho que perder- se alejan de tener mayor participación y prefieren la prudencia para evitar enfrentamientos estériles y no exponerse a la burla y el resentimiento de personas sin escrúpulos que juzgan y condenan a su antojo sin importarles las consecuencias de sus acciones.
Es lamentable, pero esto es así. Es nuestra realidad y debemos más que aceptarla, aguantarla.
Por ello, nos parece indebido que el presidente -un día sí y otro también- atienda en sus mañaneras las opiniones negativas -en relación a su persona y a la de algunos miembros de su familia- que, de forma constante y anónima, en innumerables ocasiones, se publican en las redes.
Viene a cuento lo anterior, porque en la última semana de septiembre, el presidente y los morenistas explotaron en las redes por un comentario negativo publicado en Twitter en contra de Beatriz Gutiérrez Muller, la esposa de López Obrador. Pero fue exagerada la respuesta y fue indebida porque ella -y los asesores de la presidencia- deberían saber que no está exenta de ser víctima de las burlas, opiniones y ofensas sencillamente por ser la esposa del presidente.
Ella está más que expuesta y ha pecado de imprudente al fomentar el debate y la discordia en su sitio de las redes sociales; ha caído en el juego al participar en debates ociosos promoviendo incluso el enfrentamiento. Y tiene que entender que hay consecuencias, y que estas no acabarán con la estrategia de exagerados e incluso ridículos halagos que se operaron en marcha desde Palacio, procurando combatir a los medios con sus propias armas.
Al grueso de la población no nos importa que ella cante bien y que el presidente la ame y le exprese su admiración en las redes, como se ha estado publicando. Nos importaría mejor verla mostrando empatía y apoyando a los mexicanos que sufren para llevar comida a sus casas, o buscando alternativas para que no falten medicamentos para los niños enfermos, o haciendo labor altruista como hacen millones de mujeres -de esas de la clase ¨fifí¨ cómo despectivamente nombra el presidente a quien a base de esfuerzo ha hecho fortuna- que no se conforman con disfrutar su privilegiado status sino que salen a las colonias populares a capacitar a las mujeres en situación vulnerable.
¡No la ofenderían tan feo si se dedicara a cosas más positivas un par de horas al día o…! vaya! concentrada en su quehacer como Coordinadora de la Memoria Histórica y Cultural de México.
Con los reflectores que como esposa del presidente tiene, pudiera hacer mucho para lograr mejores condiciones de vida para los desprotegidos que abundan por las calles pidiendo limosna.
Las canciones… que las deje para sus fiestas personales si no quiere que, luego, el pueblo ¨bueno y sabio¨ empiece a compararla con otras Primeras Damas también de vergonzoso desempeño.
No están los tiempos para que ella muestre su felicidad con cantos mientras el grueso de la población sufre precisamente por el mal gobierno que encabeza su esposo.
Beatriz, por favor…. ¡deje de cantar!