*Natalia Vidales de Bitterlin
SemMéxico, Baja California, 6 de octubre, 2024.- La presidenta Claudia Sheinbaum debe una disculpa, inmediata, a los millones de mexicanos que no votaron por ella el pasado dos de junio y que sumaron 23 millones –así como el 45% de los sufragios en el Congreso de la Unión que obtuvieron los partidos de la oposición.
No mencionarlos durante su discurso oficial de gobierno, ni aceptar la mano extendida que en el Congreso le ofrecieron los legisladores de otras bancadas para iniciar con el pie derecho el nuevo sexenio, es una grave omisión y ofensa. Excluir, como si no existieran, a las diputadas en su comitiva de bienvenida fue una verdadera grosería -además de un grave error político- que no debió darse.
Nos molesta y preocupa por supuesto que su mensaje de inicio no haya sido conciliatorio ni incluyente siendo que era el momento ideal para ser generosa, respetuosa, plural.
El desaprovechar esa ocasión fue, por supuesto, muy lamentable pero… hay oportunidad de resarcirlo. ¿Cómo? Muy fácil: pidiendo disculpas. Así como ella ha exigido una disculpa pública de los españoles por hechos -¨por las atrocidades cometidas durante la Conquista¨ que pasaron hace más de 500 años-, de igual manera debe pedirlo a la oposición a la que ha agraviado. ¿Por qué habría de hacerlo? Porque inicia un gobierno y ese gobierno debe aceptar el pañuelo blanco mostrado por la oposición legislativa y también porque debe entender que en el país que gobernará hay mucho resentimiento -justificado o no- que a ella compete acabar. Y no logrará hacerlo con actitudes y mensajes excluyentes y mucho menos groseros.
Por otro lado, la disculpa se le facilita porque el agravio se dio hace apenas cinco días. Ella debería de ser congruente y actuar en consecuencia. . Si piensa -como lo ha dicho en más de una ocasión- que el perdón engrandece…nada debería de costarle disculparse y demostrar que ella también está dispuesta a recapacitar, a reconocer su error…y a disculparse por esa grave omisión propia de gobernantes pragmáticos en vez de elevarse como estadista.
No hacerlo llevará a continuar con esta polarización que en mala hora inició el ex presidente y que no conduce a nada positivo. Es hora de darle la vuelta a esa oscura página en pos de un mejor futuro.
Si durante el sexenio anterior se dispuso el encono como una fórmula electorera que le resultó conveniente, llegó el momento de dejarla atrás aprovechando la sucesión presidencial con todo y su cambio generacional.
La vuelta a la página debe darse y buscar, para el futuro, una reconciliación saludable. Debe existir empatía, entendimiento de los sentimientos de millones de mexicanos que no eligieron a Morena como opción porque se sintieron, durante todo el sexenio, agredidos por un presidente que nunca quedó satisfecho en su deseo de venganza para con quienes no pensaban como él.
El heredar pleitos y rencores del anterior gobernante solo ocasionará evitar -o retrasar- el engrandecimiento de nuestro país.
El propio –y terco — presidente saliente lo dijo en más de una ocasión: que “era de sabios cambiar de opinión”. Bueno, pues aquí está otra ocasión importante para hacerlo.
Hoy, la presidenta tiene la palabra.
*Activista y periodista con más de 40 años de actividad profesional. Fundadora y directora de la revista Mujer y Poder. Comentarios: 6621441440. www.mujerypoder.com.mx