- Activistas y legisladoras promueven programas y leyes para garantizar el derecho a una gestión digna de la menstruación en las prisiones de la Ciudad de México.
Hazel Zamora*
SemMéxico, Ciudad de México, 19 de febrero, 2024.- Durante los años que estuvieron en prisión, Blanca, Eli y Beatriz tuvieron que usar un calcetín o un retazo de tela para gestionar su menstruación. Para ellas y sus compañeras, las dificultades se presentaron mes con mes.
No tener dinero para comprar una toalla menstrual, nulas o eventuales visitas de sus familiares para abastecerse de estos productos y la falta de agua salubre para su higiene personal. Estas son las condiciones en las que viven las cerca de mil 600 mujeres que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) 2021, están en alguna de las dos prisiones femeniles de la Ciudad de México: Santa Martha Acatitla y Tepepan.
Beatriz Maldonado Cruz conoce bien este sistema, estuvo en Santa Martha Acatitla y en la extinta prisión de las Islas Marías en el Océano Pacífico. Desde entonces trataba de acompañar a sus compañeras con algunos insumos para gestionar su menstruación.
“Fui una de las mujeres privilegiadas que todo el tiempo tuvo sus visitas. Yo le decía: oye mamá, las mujeres cuando llegan no tienen toallas femeninas. Entonces ella en las visitas me llevaba uno o dos paquetes y yo los daba, lo compartía con mis demás compañeras”.
En libertad, Betty, como le llaman de cariño, se mantuvo solidaria con las internas y creó con otras mujeres que conoció en prisión la organización Mujeres Unidas X La Libertad.
Ellas acercan información sobre los procesos jurídicos a las mujeres que permanecen adentro y hacen colectas para donarles calzado, ropa interior, artículos de higiene personal y toallas sanitarias, pues estas últimas son demasiado costosas en las tiendas que existen al interior de los penales.
“Si no tienes una solvencia económica, va a ser imposible que tú te compres una toalla femenina, antes costaban 5 pesos cuando yo estaba, ahorita dicen que cuestan 10 pesos. Y si una mujer tiene un flujo abundante pues va a ocupar más de 5 toallas”.
Para conseguir 5 o 10 pesos en prisión, las mujeres se emplean con sus compañeras en tareas como lavar ropa, trapear los pisos o limpiar los baños. Blanca, por ejemplo, cobraba por estos trabajos máximo 15 pesos y los ahorraba para comprar toallas sanitarias. Sin embargo, no podía pagar las suficientes.
“Guardaba lo que más podía para obtener algunas toallas. Cuando me llegaba mi menstruación, sí en la calle me cambiaba 3-4 veces, ahí tenía que hacer tiempo, lo más que alcanzará para poder cambiarme una toalla, porque ahora sí que las tenía que hacer que me rindieran lo más que podía, porque no era posible tener la higiene que corresponde”.
El dinero además lo debía administrar para adquirir agua potable y otros insumos vitales para su higiene como jabón, shampoo y papel higiénico.
Y es que gestionar una menstruación en reclusión no solo impacta en la economía personal, se extiende a las familias. Blanca estuvo en Santa Martha Acatitla por 10 años y aunque recibía a menudo visitas de su madre, evitaba pedirle productos de gestión menstrual porque se encargaba de la crianza de sus dos hijos.
Por otro lado, están quienes son completamente abandonadas, una situación más frecuente en las mujeres en comparación con los hombres. De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) un 60 por ciento de las mujeres no reciben visitas de sus familiares. Esto, como señala Eli, otra ex interna de Santa Martha Acatitla, las coloca en condiciones de mayor precariedad.
“Yo soy del estado de Veracruz y por lógica, mi familia vivía allá y yo recibí visita cada seis meses […] las mujeres somos muy abandonadas en prisión, somos doblemente juzgadas: tanto por la sociedad como por la autoridad, somos más marginadas dentro y cuando salimos también”.
Condiciones de salud adversas
El acceso a los productos de gestión menstrual no es el único problema, también son las condiciones de sanidad, en especial el acceso al agua potable.
“El agua no es potable es agua tratada que llega de las pipas y llenan las cisternas. Entonces nos han querido dar toallas recicladas de telita, pero pues también no es apto, ya que como el agua es tratada tiene salitre y si tú lavas tu toalla eso se va a quedar el salitre en la toalla, con la humedad de tu menstruación, pues lo único que va ocasionar es infecciones, entonces sí es muy difícil”.
En 2021, la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió la recomendación 35 para que el Estado otorgará a la población penitenciaria femenina artículos de gestión menstrual, así como espacios dignos y suministro de agua potable.
En este sentido, la directora del Consejo para Prevenir y Erradicar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED), Geraldina González de la Vega Hernández, resaltó que negar estos derechos a las mujeres por su situación de privación de la libertad, constituye una práctica discriminatoria por parte del Estado.
“No debemos olvidar que una persona está privada de la libertad pues no se le quitan los derechos. En ese sentido, el Estado en tanto maneja o administra los centros de reclusión es responsable de la vida de las personas que están ahí recluidas. Y por ejemplo, en el tema que estamos hablando, pues acercarles productos de gestión menstrual, acercarles agua, acercarles instalaciones dignas y adecuadas para bañarse, para acceder al baño, para lavarse, etcétera”.
Por el derecho a una gestión digna
Por ahora, en el Congreso de la Ciudad de México un grupo de legisladoras morenistas que se nombran el “Aquelarre de Donceles”, han planteado una iniciativa para incorporar a la Ley de Centros Penitenciarios local el artículo 61 BIS y así obligar a la Subsecretaría del Sistema Penitenciario a entregar gratis productos de gestión menstrual.
La propuesta contempla al igual a las mujeres que asisten a los centros penitenciarios como visita. Así lo expresó una de las impulsoras, la legisladora Valeria Cruz Flores.
“Incluido el acceso al agua, saneamiento y servicios sanitarios para practicar la adecuada gestión menstrual y proteger la salud reproductiva los insumos y materiales gratuitos adecuados, aceptables, suficientes, continuos y asequibles que sean necesarios para la gestión menstrual las instalaciones seguras, privadas y adecuadas que permitan las mujeres y otras personas menstruantes usar, cambiar y desechar en contenedores específicos”.
Actualmente, la iniciativa está en espera de la opinión de la Secretaría de Seguridad Ciudadana local, de la cual dependen los penales, pues tendría que otorgar un presupuesto para la compra de estos enseres.
El Congreso tiene como fecha límite el 31 de agosto de este año para aprobar la propuesta.
“Hoy nos estamos dedicando a generar las condiciones para que ellas puedan tener una gestión menstrual digna y que también puedan acceder a los otros derechos humanos como es la salud, como es la recreación.”
El acceso en prisión a productos de gestión menstrual depende de las donaciones que realizan organizaciones como Mujeres Unidas X la Libertad. Por este motivo, Betty, Eli y Blanca, no dejan de luchar para cambiar las condiciones que vivieron y aún atraviesan sus compañeras en prisión.
“Lo que estamos solicitando es que se les den sus toallas de gratuidad mes por mes. Solamente decirles que las mujeres, aunque estén detrás de unas rejas no dejan de ser seres humanos tienen sus derechos”, Betty.
“Estar más conscientes, ver las necesidades de las mujeres porque se me hace insalubre que vivamos 13-14 personas en una sola habitación. Tenemos que usar el mismo baño y luego el agua, es insalubre realmente”, Eli.
“No por el hecho que estuve o que aún están en la cárcel, yo creo que sí tienen ese derecho de tener una menstruación digna que no tengan que pasar por esas situaciones que no tengan una toalla femenina para cambiarse”, Blanca.
*Difundido por el Instituto Mexicano de la Radio, 16 de febrero 2024.
