Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico, 21 de septiembre, 2021.- En Oaxaca, la manzana podrida empieza a supurar pus por todos lados. El despido de casi tres mil trabajadores de salud es un reflejo de los muchos años de malos manejos, es decir, de acciones de corrupción.
No solo estamos hablando de la escasa existencia de hospitales y clínicas dignas para la atención de enfermedades, la falta de medicamentos, los malos tratos como resultado de la saturación y muchas negligencias médicas, ahora estamos frente a una crisis anunciada derivada del saqueo. Tenemos funcionarios de salud inmensamente ricos y una atención médica miserable.
La crisis sanitaria ha dado paso, como sucedió en un momento determinado con la educación, al fortalecimiento de la medicina “privada”, voraz, incompetente y alcanzable solo por una parte de la población.
Aunque mucho se apunta que el quebranto de los Servicios de Salud de Oaxaca, la manzana podrida, inició aparentemente durante el sexenio de Ulises Ruiz Ortiz, el gobernador no querido de esta entidad, todo indica que el sistema de salud fue una de las cajas chicas de otros gobernadores, incluso antes de Ruiz Ortiz, quien
paradójicamente terminó como un envidiable empresario –a través de Lourdes Salinas, su esposa; la mamá del ex gobernador y su tía-, como socias mayoritarias de un ultra-moderno hospital en la ciudad de México.
El otro empresario, en el siguiente sexenio, fue el ex secretario Germán Tenorio, detenido en junio de 2017, pero liberado cuatro años más tarde, por el desvío millonario de recursos destinados a la Salud para sus causas particulares. ¿Y quien le devuelve al pueblo lo robado, como dice AMLO?
Lo cierto es que en esa “área blanca” hay muchos callejones oscuros y siniestros.
Y todo eso sucedía en una entidad donde las mujeres mueren por embarazos, partos o después del parto, por cáncer de cérvico uterino y de mama. Tres fantasmas que sigue recorriendo la entidad, combinado con la falta de educación y la pobreza galopante. Pero, sobre todo, la inexistente prevención. Por ello, Oaxaca ocupa el octavo lugar en muerte materna y es uno de los primeros en embarazo adolescente. Mientras que los canceres femeninos tienen a la entidad en la punta de las estadísticas.
Esas y otras razones llevaron a creer que un día en Oaxaca tendríamos un hospital de la mujer, que se empezó a construir hace varios sexenios y que nunca llegó a ser lo que se había anunciado, en cambio, en marzo pasado sirvió junto con el hospital de la niñez, al gobernador Alejandro Murat, como moneda de cambio para pagar una deuda con el ISSSTE. Deuda adquirida porque no supieron detener el pus de la manzana podrida y en cambio le metieron toda clase de gusanos, porque esa manzana siempre tenía algo de carnita.
¿Cómo se explica entonces que en Oaxaca el sistema de salud esté colapsado, gravemente enfermo y sus titulares sean millonarios? Son las historias y los secretos a voces.
Hoy, la tragedia es mayúscula. Mucho puso de su parte el personal sanitario de Oaxaca para que la entelequia hospitalaria no se cayera, incluso de sus pírricos sueldos para comprar mascarillas y otros materiales para protegerse durante la pandemia. Y digo pírricos sueldos, como los que ganaban las enfermeras “eventuales” –de las muchas que despidieron-, que trabajaba 40 horas a la semana, en los turnos que se le asignaran, tenía un sueldo de poco más de 8 mil pesos mensuales. Nada que ver con los que perciben “los otros” funcionarios de salud.
Sí, el despido de personal sanitario eventual, castiga a un número mayor de mujeres. Profesionales de la salud para quienes no tenían sueldos dignos, ni se les reconocerá su antigüedad, ni se les dio bono Covid a pesar de haber sido las que estuvieron en lo que se llama “primera línea de atención”, y sí, se les otorgaron dos despensas DIF en estos 18 meses. ¡Qué vergüenza!
No sé si el presidente López Obrador realmente va a resolver el problema, como se comprometió al ser interceptado por un grupo de trabajadores y trabajadoras. Cuestiono porque tengo la claridad en que promete, pero no resuelve, delega y delega y así hasta el infinito.
En fin, reitero, lo que sucede en el sistema de salud oaxaqueño es una muestra de lo que pasa en muchos otros rubros, recuerden: las manzanas podridas estaban todas en el mismo canasto.