Remediar y lamentar…en vez de prevenir
*Natalia Vidales Rodríguez
SemMéxico. Sonora. 19 de marzo de 2020.- No siempre, como parecería a simple vista, prevenir es mejor que lamentar…cuando depende del tamaño del daño.
Pese a la Ley de Restitución de Drazen, según la cual el tiempo necesario para rectificar una situación es mucho mayor al tiempo en que ocurrió un mal, resulta que a veces es más conveniente dejar que las cosas pasen.
Se necesita , por poner un par de ejemplos, más tiempo para pegar un florero que el que se ocupó para quebrarlo, pero también cabe la mejor opción de comprar uno nuevo. También se requiere más tiempo para adelgazar que para ganar peso, pero la mayoría suele mejor olvidarse del asunto.
Durante el 9M, al ser entrevistadas, muchas mujeres que trabajan en el comercio informal dijeron no poder participar del Paro porque “vivían al día”; y hoy millones de personas que se emplean en la llamada economía subterránea no “sobrevivirían” de decretarse una cuarentena para paliar la proliferación del Covid-19.
A diferencia de otros países (E.U., Francia, Alemania, el Reino Unido) con economías no solo más robustas que la mexicana, sino con la mayoría de los empleos formalizados, pueden darse el lujo de decretar una cuarentena generalizada y apoyar a esos trabajadores con subsidios laborales. Pero en México el 60% de los trabajos son informales. Y aunque somos la onceava economía mundial, la concentración del ingreso y las pobres finanzas públicas hacen imposible los subsidios para imprevistos, como sucedería en el caso de una cuarentena por el coronavirus.
El “bien” (la previsión) de decretar un confinamiento para evitar la propagación del Covid-19, provocaría el mal mayor de dejar sin ingresos a las millones de personas y familias que viven “al día” en la economía de subsistencia (es cierto que muchos de ellos ganan más que los asalariados, pero en épocas de crisis estos últimos tienen una mayor cobertura social, y los recursos oficiales alcanzan porque son menos que aquellos).
La anterior parece ser la lógica del Presidente y, en consecuencia, de una vez resuelve (casi) ignorar el problema, de ahí que siga saludando de mano y de beso en sus giras y matinés informativos. Se espera que, luego de la sesión de la tarde de este jueves, en que se reunió de emergencia la Comisión Nacional de Salud–tras presentarse las primeras muertes por el nuevo virus– y en que se resolvió que el Covid-19 era un grave problema de salud pública y que deberá de atenderse prioritariamente, el Presidente ordenará lo conducente, pero pocos apostarían a ello, luego de que la misma mañana de ese día descartó la cuarentena para atajar la enfermedad. Ya veremos que resuelve –o qué se le ocurre– este fin de semana.
AMLO ha dicho además, que el calorcito primaveral (que ya empezó) minimizará al virus, lo cual es posible y probable. Pero aun de no ser así, los “costos” de su extensión son menores que el paralizar la economía: su letalidad es apenas del 2% y en su inmensa mayoría son adultos mayores con enfermedades crónicas quienes mueren; la mayoría sana en quince días y queda inmune de por vida; y la práctica de pequeñas acciones –que ya se están acostumbrando, como lavarse las manos y no tocarse las mucosas nasales o la boca — son suficientes para evitar el contagio ( además, el Covid-19 es un virus “pesado” y aun tras un estornudo cae al suelo antes de un metro y medio de distancia del prójimo): la llegada tardía de este mal a México enseñó a evitarlo.
El mal mayor por la contención voluntaria –y el temor– de la gente, de hecho, ya está provocando daños a la economía (formal e informal) y es lo que debe evitarse porque ¿de que vivirán los sobrevivientes si la sociedad quedará colapsada?
Con su actitud, parece que AMLO medita que dado que la violencia mata a miles, sobre todo jóvenes, es mejor el mal menor -la muerte de los adultos mayores que no sobrevivan al virus- al mal mayor: que no puedan salir adelante los millones de sobrevivientes. Nos parece, sin duda, que fue irresponsable el gobierno al no tomar medidas en su tiempo pero….no se hizo y hoy, lo que queda es procurar el mal menor. Suena cruel y es triste, dramático, injusto pero… práctico y real.