Los Estragos que Causó la “Gripe Española”
* Hace un Siglo, en México
Jorge Herrera Valenzuela
SemMéxico, 21 de mayo, 2020.- Este 21 de mayo se cumplen 100 años del asesinato del Presidente Venustiano Carranza.
Estaba por terminar la Primera Guerra Mundial. La población europea vivía entre los escombros. Los efectos de postguerra repercutieron en la República Mexicana, aún envuelta en un movimiento armado que comenzó la tarde del 20 de noviembre de 1910. México se mantuvo neutral en ese conflicto bélico, a pesar de las presiones del presidente norteamericano Woodrow Wilson para que se le declarara la guerra a Alemania.
La pandemia de lo que se conoció como “Gripe Española” llegó a nuestro país, por la frontera Norte, en el Otoño de 1918 y sorprendió al gobierno que no estaba preparado para combatir esa epidemia, se carecía de hospitales y de medicamentos. El virus se expandió con rapidez hasta el Sureste mexicano, según lo informaba el diario El Universal, que estaba celebrando su primer año de circular a nivel nacional.
De acuerdo con las noticias de esa época la también conocida como “Influenza Española” quitó la vida a medio millón de mexicanos, por supuesto se resintió más en las zonas rurales que tenían alto número de habitantes. Las estadísticas apuntaron que Michoacán fue la entidad de mayor número de decesos, ¡48 mil! Cuarenta y cinco mil en Puebla y cuarenta mil en Guanajuato. También golpeó fuerte en Chiapas. En la Ciudad de México se contabilizaron 12,000 fallecimientos. Del total, más del cincuenta por ciento fueron mujeres las afectadas.
Los primeros brotes se dieron en el mes de octubre. Eran los días en que combatían unos contra otros villistas, zapatistas, carrancistas y obregonistas, sus hombres arrasaban pueblos, se robaban a las muchachas y hacían “levas” (secuestraban a los hombres, sin distingo de clase social, edad u ocupación, para que formaran parte de la tropa).
El caso es que la pandemia asoló en el campo y en las ciudades. Fue hasta la primavera de 1919 cuando disminuyó la epidemia. Según las informaciones periodísticas se calculó que a nivel mundial murieron 50 millones, entre hombres y mujeres de todas las edades.
Médico militar en acción
Cuatro años antes de que estallará la epidemia en nuestro territorio, el Jefe del Primer Ejército Constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo Federal, Venustiano Carranza, nombró al doctor y general José María Rodríguez Rodríguez presidente del Consejo Superior de Salubridad y a dicho personaje le correspondió afrontar el grave problema, sobre todo por la carencia de servicios asistenciales y el reducido grupo de médicos disponibles para dar atención a los infectados.
Rodríguez Rodríguez, originario de Saltillo, Coahuila, a los 25 años de edad (1895), se graduó como médico cirujano. Realizó sus estudios en la Escuela Nacional de Medicina y en el Hospital Militar, en la Capital del País. Fue activista en la política y propuso a Venustiano Carranza como candidato a gobernador de Coahuila; partidario de Francisco I. Madero y Diputado Constituyente en el Congreso de Querétaro, en 1917. Fundó el Departamento de Salud Pública, antecedente de lo que después sería secretaría.
He aquí las cinco medidas sanitarias que el doctor y general Rodríguez dispuso a toda la población, entonces estimada en 12 millones de habitantes:
Evitar asistir a aglomeraciones
Esterilizar los platos y las toallas con agua hirviente
No poner la boca en la bocina del teléfono
Caminar en lugar de usar transporte, si es corto el trayecto
Protegerse cuando se produzcan cambios bruscos de temperatura
Se integró un equipo de apoyo al Consejo de Salubridad, en el que participaron los médicos, enfermeras y camilleros de la Cruz Roja y de la Cruz Blanca. Destacó la participación de doña Virginia Salinas de Carranza, esposa de don Venustiano, en su calidad de presidenta de la Sociedad de la Caridad de la Ciudad de México, misma que recibió un lote de medicamentos que enviara el gobierno de los Estados Unidos de América.
Cierres de espacios públicos
La disposición oficial fue también de cerrar los teatros, las iglesias, restaurantes, pulquerías, cantinas, en la Ciudad de México. Las escuelas siguieron en clases, lo que provocó un aumento en el contagio. En algunos Estados los gobernadores ordenaron el cese de actividades escolares y aplicaron medidas sanitarias e inclusive se ordenó el confinamiento de las personas e imponiendo multas a quienes no acataran la orden de estar en casa.
Carranza ordenó el cierre del paso en nuestras fronteras, así como se determinó no permitir el desembarco de personas y mercancías en los puertos, excepto en el de Veracruz, donde había personal para hacer las revisiones de rigor.
Por la escasez de hospitales, el doctor Rodríguez aprobó que los enfermos estuvieran en sus domicilios, donde serían asistidos por los médicos y estudiantes del último año de la carrera.
Origen de la epidemia
Aunque la pandemia es conocida como “La Gripe Española”, lo cierto es que no comenzó en ese país y según las crónicas todo comienza en el final de la Primer Guerra Mundial (noviembre de 1918). Unos trabajadores chinos contaminados llegaron hasta las trincheras francesas y así se inició el contagió que muy pronto invadió a Francia, siguió a la Península Ibérica y se generalizó en Europa.
A México llegó cuando regresaron a sus hogares los soldados norteamericanos que participaron en el combate bélico y que en los campos de batalla resultaron contagiados del virus, según Las informaciones que se obtuvieron en esos días.
Los síntomas: jaquecas intensas, dolor corporal, inflamación en la garganta y temperaturas de más de 39 grados. La gente pobre se veía impedida para recibir atención médica particular, porque la consulta era de 10 pesos y una aspirina costaba 70 centavos. Las medicinas aumentaron de precio, algunas hasta los 400 pesos. Por ello se recomendaban los remedios caseros a bases de hierbas.
Mi comentario está enfocado para conocer, sintetizadamente, versiones sobre el desarrollo de la pandemia mundial del siglo pasado. Queda así, en parte, la respuesta a la pregunta formulada, sobre el tema, por mi colega y amiga Claudia Pérez Atamoros.
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