Rogelio Hernández López
SemMéxico, 24 de agosto, 2020.- Apenas el 27 de mayo Adela Cedillo-Cedillo -la historiadora de las izquierdas mexicanas contemporáneas— advertía que aumentaban las divergencias entre Andrés Manuel López Obrador con la clase media ilustrada e invitaba al Presidente a que reflexionara sobre “la importancia que ésta tiene en la construcción de la hegemonía de un régimen”.
Pero tres meses después, en sentido contrario a la sensatez recomendada, la Secretaria de la Función Pública asestó un descontón a mansalva a la revista Nexos, el afluente más amplio y destacado de la intelectualidad mexicana. Un gran error táctico. Ningún político estudioso y experimentado habría tenido tal ocurrencia.
Y se desató la polémica en este tema por sus significancias profundas y trascendentes. Sin embargo, en el debate abundan las simplificaciones vulgares de la lucha política, del “combate a la corrupción y a los chayoteros” de “gobierno autoritario e intolerante”. Sobresalen nuevamente las descalificaciones y agresiones verbales que apabullan a quienes tratan de contextualizar o aportar al análisis correcto.
Revisar esa relación
Quien percibió ese acelerado distanciamiento fue Adela Cedillo Cedillo, maestra en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, especializada en la guerra fría en América Latina; historia de la izquierda y movimientos armados de la segunda mitad del siglo XX en México y lo analizó en su ensayo El nacionalismo revolucionario de AMLO y su confrontación con la clase media ilustrada publicado apenas este 27 de mayo en la revista Común.
La investigadora académica precisa que por clase media ilustrada debe entenderse “a las comunidades académica, científica, intelectual y artística del país”. En todo el texto ella no niega su empatía con el gobierno de López Obrador, asegura que él mismo se percibe como clase media e intelectual y recomienda que esa relación debe revisarse para bien de las partes.
“La coyuntura de la pandemia de COVID-19 ha agudizado la polarización de la clase media ilustrada en torno a la gestión de Andrés Manuel López Obrador –asegura Adela Cedillo– (…) Si bien el sector ilustrado fue hasta cierto punto corrompido por el tipo de relación que construyó con el partido de Estado también es cierto que ha sido uno de los más afectados por las políticas de adelgazamiento del Estado que iniciaron en 1985…”
Para sorpresa de quienes desconocen la línea editorial de revista Nexos, que privilegia las elaboraciones de calidad y críticas, aunque discrepen de los editores, el ensayo de la historiadora fue replicada una semana después en Nexos (https://www.nexos.com.mx/?p=48366)
Ella explica que “no existe aún un ejercicio estadístico para medir tal aprobación (para AMLO) dentro del sector ilustrado, pero si las reacciones en redes sociales de algunos de sus miembros fuesen un termómetro de ellas, podríamos percibir un ligero incremento en los niveles de desencanto, frustración, confusión y enojo con el gobierno y una baja en las muestras de incondicionalidad y confianza.
“Durante la larga era del PRI y las primeras administraciones de la alternancia democrática, los gobiernos oscilaron entre complacer a la clase media ilustrada o brindarle lo mínimo necesario para evitar su insubordinación. Así, el campo cultural mexicano se construyó a partir de la dependencia cuasi total hacia el Estado, misma que en el peor de los casos garantizó el silencio de la intelectualidad ante los abusos del poder y en el mejor, la existencia de “críticos permitidos”.
“AMLO –prosigue– probablemente sea el primer presidente que no busca complacer ni acallar a la clase media ilustrada; pese a descalificar a sus críticos y aplicarles etiquetas homogeneizadoras, la actual administración no ejerce una censura directa como la que se vivió durante el PRIato. De forma recurrente, AMLO se ha mostrado desinteresado en cumplir con las expectativas del sector ilustrado y ha impulsado recortes presupuestales contra instituciones artísticas, de educación superior e investigación científica, los cuales se han agravado durante la actual crisis sanitaria.
“El aparente desdén presidencial por estos ramos ha dado lugar a dos interpretaciones antagónicas: por un lado, la de quienes argumentan que AMLO es un neoliberal y, por el otro, la de quienes advierten un izquierdismo cuasi totalitario en su afán por controlar al sector cultural, ahorcándolo económicamente. A la luz de la trayectoria ideológica y política de AMLO, ambas interpretaciones resultan ajenas a la realidad.”
Al final del ensayo la investigadora recomienda: “AMLO haría bien en analizar por qué sus antecesores buscaron complacer a la clase media ilustrada, o al menos averiguar la importancia que ésta tiene en la construcción de la hegemonía de un régimen. Por supuesto, la invitación no es a que AMLO intente cooptar a este sector, sino a que uno y otro imaginen un nuevo tipo de relación, ajena a los errores y excesos del pasado y basada en la escucha, el entendimiento y el respeto mutuos, tal y como lo hubiera aconsejado Landerreche”.
“Rafael Landerreche Gómez Morín (1953-2018), fundador de la sección mexicana de la organización latinoamericana Servicio Paz y Justicia (Serpaj), ONG que promovía el ideario pacifista de Gandhi. Él fue el estratega del “éxodo por la democracia” que protagonizó AMLO con un puñado de seguidores en 1991”.
El equipaje de Nexos
Poca gente informada desconoce el lugar que paulatinamente ha ganado el grupo de intelectuales promotor de Nexos desde 1978, año de su fundación. Desde su origen convergieron académicos de todas las áreas, principalmente demócratas y demócratas de izquierda para crear un polo de cultura política que incluso contrastó con el que habían creado derechistas ilustrados en la revista Plural, luego Letras Libres y editorial Clío, al mando de Enrique Krauze.
Este reportero recuerda que varios y destacados miembros de esa corriente de intelectuales se nuclearon en un grupo político llamado Movimiento de Acción Popular (MAP) y que su sumaron a la campaña electoral del líder comunista Arnoldo Martínez Verdugo en 1982, entre ellos Rolando Cordera, Arnaldo Córdova, José Woldenberg, Enrique Provencio y otros.
En 42 años, Nexos se convirtió en una referencia para quienes quieren entender mejor fenómenos de coyuntura política y nuevas elaboraciones de cultura, literatura, ciencia. La calidad de sus autores, aunque se discrepe de ellos, se refleja también en su Comité Editorial actual: José Antonio Aguilar Rivera, Sabina Berman, María Amparo Casar, Jorge G. Castañeda, Soledad Loaeza, Denise Maerker, Ángeles Mastretta, Héctor de Mauleón, Rafael Pérez Gay, Luis Rubio, Jesús Silva-Herzog Márquez, Xavier Velasco, José Woldenberg, Leo Zuckermann.
Nexos, en opinión de este reportero es afluente de la clase media ilustrada de muchas significancias. Eso lo entendió el líder visible Héctor Aguilar Camín y lo aprovechó para el grupo y también para sí mismo que obtuvo relumbrón de figura nacional. La revista por años consiguió contratos de publicidad tanto pública como privada que envidiaban no sólo los diarios sino hasta las televisoras. Tenía hasta listas de espera de clientes que deseaban anunciarse en Nexos.
Los clientes principales de Nexos eran las dependencias del gobierno federal al grado de que, en 2018 (según datos de la Secretaría de la Función Pública) facturó 11 millones 880 mil pesos. Pero al año siguiente, el primero de López Obrador, la inversión federal en Nexos bajó 98.7 por ciento y se reportaron sólo 151 mil pesos. Eso explicaría, en parte, porqué las columnas de Aguilar Camín en Milenio se tornaron de analíticas a golpeadoras de las acciones presidenciales.
En ese contexto, el 20 de agosto el Diario Oficial de la Federación publicó una circular prohibiendo a dependencias del gobierno contratar servicios de ningún tipo con la revista Nexos y la multó también con 940 mil pesos por un contrato de 74 mil pesos. Pero en opinión de este reportero fue, además de exceso autoritario, un error táctico que ignoró el contexto de polarización que tiene como impulsores no sólo a la mayoría de miembros del Consejo Editorial de la revista sino también a gran parte del sector que labora en centros de investigación, culturales y otros que han sido afectados por decisiones de austeridad.
El error táctico, por falta de matices y prospectiva, desconoce también que son poco visibles las personas con elaboración intelectual y ascendencia social que apoyen las aspiraciones del líder de la Cuarta Transformación de México y cuenten con capacidad y foros suficientes (más estables que las redes sociales) para debatir con intelectuales que sí son adversarios reales. Construir hegemonía para cambios esenciales y lograr su institucionalización requiere, como dicen los politólogos, intelectuales orgánicos que sustenten la infraestructura ideológica que necesita el nuevo régimen que apenas está construyendo una nueva hegemonía.
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Nota. Este reportero informa (sobre todo a los potenciales discrepantes de esta columna y que se vuelven agresores gratuitos) que no tengo tipo alguno de relación y menos de amistad con Héctor Aguilar Camín, que no he participado en ninguna de las publicaciones del grupo Nexos (ni en la revista ni en los libros de su editorial Cal y Arena). Añado –para quien lo ignore– que mi formación juvenil fue con los comunistas de antes y que, en 42 años de periodista, aunque siempre he mostrado mi filia con las izquierdas, creo en los valores de informar con responsabilidad social, así como en la crítica oportuna y completa. Por eso, no deseo que fracase el gobierno de López Obrador porque se dañaría más al país y a los millones de mexicanos que necesitan otro orden y nuevo tipo de relaciones sociales.