Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico, 30 de septiembre, 2020.- Conté varias veces… Pero contar no da resultado, estoy enojada. Traté de ignorar los comentarios de las personas indignadas por lo que en muchos medios han llamado vandalismo, pero incluso me reí de una soberana carta de mujeres o bien diría personas «desquehaceradas» defendiendo un edificio “vandalizado” en la ciudad de Oaxaca, el edificio que resguarda la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña (SMO). (Lo de desquehaceradas es una hermosa palabra que tomé del vocabulario de la abuela de una querida amiga y que además me encanta. Se aplica en aquellas personas que están pendientes de lo que hacen las otras personas, las critican y las cuestionan).
Sin embargo, no pude resistir a no decir nada sobre lo que debo suponer habla medio país. Las «violentas y destructivas marchas de las feministas…” O como dicen esas «decentes» personas que hablan indignadas y que las han calificado como “feminazis”, peyorativo y discriminatorio para con las mujeres que salen a las calles, gritan, lo pintan todo, lo destruyen todo…con motivos verdaderamente encarnados en sus vidas y en sus cuerpos. Mujeres, dicen en otro comentario, de miles que hay en las redes sociales, que no dan la cara, que cubiertas del rostro van por la vida jodiendo edificios, golpeando mujeres policías y cantando endemoniada alabanzas.
Las marchas del 28S son un peligro dirán algunas y otros, en tanto con su dedo siguen señalando a diestra y siniestra. El juicio ciudadano ya dio su veredicto: ellas son las culpables, no los agresores, no los feminicidas, no los Ministerios Públicos ni fiscalías que dan con hechos concreto paso a la impunidad, la revictimización, el letargo, la omisión…menos la indiferencia de gobernadores de norte a sur del país, ni del mismísimo hombre de Macuspana, Tabasco, que dice que gobierna y que recuerdo con tristeza prometió a miles de madres otra cosa.
En fin, miren que dejar roto todo, no tiene nombre. Y volvemos al lugar común ese que nadie entiende, ni unos ni otros. La mañana del pasado lunes, la mañana del 28S, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, amenaza a una señora que un día bajó de su lujoso coche para dejar una o unas despensas, no sé con precisión, en el edifico de Cuba, una oficina alterna de la CNDH, tomada por las Okupas. Y la acusa de apoyar a estas mujeres que subastan cuadros de los héroes nacionales en pleno mes de la Patria, con P.
Coincidencia o no, ese mismo día en el periódico El Economista una declaración sorprende. Se trata de otra acusación, está desde las oficinas de la Secretaría de Gobernación donde despacha la ex ministra Olga Sánchez Cordero, y fue dada a los medios por la titular de la Unidad de Apoyo al Sistema de Justicia de la Segob, Paulina Téllez Martínez quien aseguro que un grupo de feministas está cobrando a otras familias de víctimas de la violencia contra las mujeres la suma de tres mil pesos para gestionar la atención ante las instancias gubernamentales. ¡Cómo si tal cosa fuera posible!
La funcionaria que a diferencia de Sheinbaum no se atreve a decir nombres, da detalles de quién o quiénes se trata: estuvieron en plantón en el zócalo de la ciudad y ahora toman la caseta de Tlalpan. Las mujeres aludidas, que pidieron no decir su nombre, respondieron que cuando se acusa se presentan pruebas y que a diferencia de lo que dice la funcionaria ellas tienen elementos para mostrar que su dicho es falso. Bueno yo misma puedo asegurar que el dicho de la funcionaria es falso. Una de las mujeres señaladas ha estado preocupada por la falta de avances en el caso de mi hija María del Sol Cruz Jarquín, a más de dos años sigue en el mismo triste lugar del principio. Ellas, sin un peso de por medio, han colocado la fotografía de mi hija en sus lonas, ellas fueron ante la CNDH, antes de la toma del edificio de Cuba y presentaron un resumen. Y todo ello lo han hecho sin que medie ningún peso de por medio.
Paulina Téllez señaló lo anterior durante la presentación del VII Informe mensual del Grupo Interinstitucional de Estrategias contra la Violencia, y aseguró que tiene testimonios de sus dichos o sea un “Yo acuso”. Lo cierto es que SEGOB más que preocuparse de los supuestos cobros indebidos que sí suceden en otros grupos, disfrazados de “coperachas”, le debería preocupar las denuncias sistemáticas de las madres o familias de las víctimas a quienes los agentes investigadores les piden dinero para realizar su tarea. Ese sí es un delito grave. O sea, citando un pasaje bíblico: Doña Paulina Téllez hay una viga en sus ojos…
¿De qué se trata? Es la pregunta. Y la respuesta no es difícil de encontrarla. Se llama criminalizar la protesta. ¿Cómo lo hacen? Con las mismas armas en que hace 40 años se criminalizó a los jóvenes de la izquierda, a las personas que tocaban rock, a las personas LGTB. Lo que tenemos enfrente es una enorme regresión, muy conservadora y esa regresión sale cada día por la puerta del Palacio Nacional.
Además de los “yo acuso” ahora sistemáticos, hay otras formas de criminalizar las protestas, lo hemos visto antes en Guanajuato, en Guadalajara y el domingo y lunes pasado en la Ciudad de México y en la ciudad de Xalapa, la capital de Veracruz donde hubo confrontaciones, golpes, encapsulamiento de horas de las manifestantes por parte de policías –una violación a la libertad de tránsito y a la libertad de expresión-. En todo el país la 4-O (la Cuarta Ola feminista) marchó bajo el temor a ser reprendidas, lo que genera siempre más enojo. En Zihuatanejo, Guerrero, como lo reportó la corresponsal de SemMéxico, Josefina Aguilar Pastor, un funcionario municipal casi casi las regañó y les dijo que lo que estaban haciendo estaba muy mal. ¿Qué estaban haciendo? Exigir sus derechos, es decir, ¿está mal exigir derechos? Ese “regaño” sin duda fue bien patriarcal. No sólo se sienten dueños de las ciudades (los gobernantes, funcionarios y policías) sino que además se atreven a reprimir, a regañar, a encapsular, porque ellos están determinados a no dejar pasar la protesta social de las mujeres, el patriarcado en pleno, el dueño de todo, incluso, reitero del cuerpo de las mujeres y hasta de sus dichos.
El mal ejemplo, la desatención, el valemadrismo de López Obrador cunde en el país, y no me digan que no se los advertí, vendrá más represión, menos atención y cero políticas públicas. A 100 años de la lucha de las mexicanas por su derecho a la interrupción legal del embarazo, ese es el gran pendiente y no lo olvidemos una promesa aún no cumplida por el Presidente mexicano.
La indiferencia también es violencia. La criminalización aprovechando la existencia de diversos grupos, organizaciones de víctimas que no logran ponerse de acuerdo, así como muchos intereses aviesos, es bien aprovechada por el gobierno en turno, como siempre, sólo que ahora están dispuestos a otras cosas, amenazan con acciones legales y ponen en riesgo la vida de muchas activistas.
Si no se endereza el camino, cosa que se ve difícil, tendremos una sociedad más polarizada que nunca. Estaremos en medio de una regresión conservadora y de nueva cuenta estará en riesgo la libertad de las mujeres. Señor Presidente, yo creo que las exigencias de las mujeres sí debe interesarle, al menos porque somos más de la mitad de la población y merecemos que ponga atención, estas “las cosas de las mujeres” son lo más importante que debe atender hoy por hoy.
La criminalización no es una acción ajena en los medios de comunicación. Ya vimos que la fotógrafa Kena Uribe aclaró en su cuenta de twitter, para vergüenza de muchos, cómo habían tergiversado SU fotografía, como la habían sacado de contexto y cómo pretendieron descalificar la protesta, bajo el cínico argumento de “mujeres agrediendo a mujeres”.
Una criminalización que camina a lo largo y ancho del país, en detrimento de una tarea fundamental que la de INFORMAR. Por ejemplo, Oaxaca no fue la excepción. Incluso la manipulación de este tipo de notas viene desde oficinas gubernamentales, que emplean supuestas redes sociales para fines maliciosos, como la denominada “bloqueos y accidentes” (utilizada antes contra la misma organización, cuando en junio pasado les fue colocada una cartulina a las puertas de sus oficinas con una amenaza, para desacreditar su denuncia pública) y que, reitero, ponen en riesgo a quienes son señaladas, como sucedió con la delegada de PROFECO, Lourdes Santiago, de quien se dijo fue a la manifestación del pasado lunes, misma que como ya sabemos terminó en el rompedero de vidrios, rotos de por sí, en la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña. Se incluye en esos comentarios y se señala también a la directora de Consorcio Oaxaca, Yésica Sánchez Maya, quien habría que decir sí estuvo en la marcha, pero se retiró al poco tiempo de iniciada.
La funcionaria tuvo que explicar en sus redes sociales que lo dicho era un infundio, uno más en la larga lista, porque ella como ya lo había informado antes, se encontraba guardando una sana distancia debido a que se encuentra convaleciente por Covid-19.
Es la suma de actos que criminalizan y señalan. Incluso la carta enviada por una organización denominada 50 más uno, capítulo Oaxaca. En ella manifiestan su “rechazo a este tipo de expresiones que no privilegian el diálogo y el entendimiento, en un contexto en el nada más que nunca se requiere de conversaciones que hagan posible avanzar en la agenda de género…”
Se refieren a la “destrucción” del edificio que alberga la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña. Y es que habría que decir, pero las mujeres de Oaxaca no han tenido diálogo con la SMO, a cargo de Ana Isabel Vásquez, lo que ha salido de ahí es otra cosa, esa institución se ha mantenido callada frente a los reclamos sistemáticos de las mujeres en materia de violencia de género, de eso que llaman “agenda de género”, que hay que decirlo no se creó con la llegada de la organización que reclama por la destrucción, ha sido una propuesta de las mujeres organizadas de Oaxaca hace varias décadas. Hay muchas formas de utilizar la agenda de género, que para las mujeres de Oaxaca es agenda FEMINISTA, una palabra que, por cierto, les causa escozor a muchas otras y que solo es utilizada en tiempos electorales. Como lamentablemente lo hemos atestiguado sexenio tras sexenio, en esta entidad, como seguramente sucede en otras partes del país.
Si las mujeres están en la calle protestando es porque las instituciones, como la SMO les ha fallado, con su silencio y con la improvisación.