- Las mujeres alcanzamos el derecho al voto el 17 de octubre de 1953, sin embargo, 69 años después las mujeres seguimos saliendo a las calles porque nuestras exigencias siguen siendo minimizadas en los distintos ámbitos de la vida pública y privada.
Araceli García Rico
SemMéxico/LaCostillaRota, Ciudad de México, 21 de octubre del 2022.- Hace décadas las mujeres vivían regidas bajo el monosílabo “NO”, ese que como espada flamígera cortaba de tajo todo aquel anhelo libertario de nuestras ancestras. El siglo de la ilustración o de las luces fue el siglo de la obscuridad para ellas, ya que la negativa de ser reconocidas en la “Declaración Universal de los Hombres” quedo de manifiesto persiguiendo y en varios casos llevando a la horca a quienes levantaron su voz. Y nuestro México no fue la excepción, las mujeres alcanzamos el derecho al voto el 17 de octubre de 1953, sin embargo, 69 años después las mujeres seguimos saliendo a las calles porque nuestras exigencias siguen siendo minimizadas en los distintos ámbitos de la vida pública y privada.
Quiero reconocer a las pioneras, que allanaron el camino para que ahora contemos con un andamiaje jurídico destacado, aunque aún no suficiente. Quiero reconocer a las mujeres del presente que tomamos la estafeta de la igualdad y la no violencia contra las mujeres y que día a día desde donde nos encontremos damos lo mejor de sí para que las mujeres del mañana gocen de todos sus derechos en todo momento.
Es importante destacar que la Condición Jurídica y Social de la Mujer ha señalado la importancia de que las mujeres en la región, pero sobre todo en nuestro país, debe garantizar el acceso a la justicia. Todo acto de violencia es repudiable y merece justicia. Sin embargo, es necesario diferenciar los tipos de violencia que padecen las mujeres y los hombres, pues existen elementos que los hacen distintos. La violencia contra las mujeres, en sus diversas modalidades, se diferencia de la que padecen los hombres por el lugar donde acontece y por la relación que guarda la víctima con el agresor, en la gran mayoría de los casos.
Y aprovechare este espacio para levantar la voz por todas las mujeres que sufren violencia en los espacios escolares. Desde la tierna edad de maternal o preescolar en que apenas dominan la habilidad del lenguaje y son abusadas sexualmente, que sus heridas o conductas evidencian lo que su silencio no logra expresar a esa tierna edad. Que se ha descubierto una serie de abusos en albergues, casas hogar o bien en sus propias casas a manos de personas cercanas.
No muy diferente mientras avanzan en los niveles escolares y llegan a las escuelas de educación media y superior donde el acoso y hostigamiento se vuelven parte del día a día, el hostigamiento por parte de quienes tienen una condición jerárquica superior, llámese personas directivas, docentes o administrativas, o bien acoso por sus pares.
¿Cuál es la problemática sistemática? Falta de áreas debidamente constituidas, identificadas y capacitadas para atender las denuncias por acoso, hostigamiento o abuso sexual.
Revictimización: Contar una y otra vez los hechos a las distintas personas o instancias que consideran deben tener injerencia en la atención del tema.
Careo con la persona presunta agresora ya sea para tratar de “mediar” o en el momento del levantamiento del acta administrativa correspondiente en que el personal jurídico de relaciones laborales desconoce los principios fundamentales de atención a víctimas.
Falta de Protocolos o Normativas escolares internas que se homologuen con la Ley General de las Mujeres a una vida libre de violencias.
Falta de Plataformas digitales para denuncia privada, secreta y confidencial que brinde atención pronta y expedita a los casos. Capacitación permanente e integral a todas la comunidad escolar, principalmente de donde surgen la mayor cantidad de casos de acoso y hostigamiento sexual y desconocen que las conductas, acciones u omisiones que desarrollan son ya constitutivas de Delito y por ende de sanción.
Falta de resoluciones prontas y expeditas así como con perspectiva de Género del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje, pueden pasar años para emitir una resolución y mientras tanto jurídicamente en las Escuelas no se lograr separar al docente o administrativo de su función y su cercanía con el estudiantado o personal de la institución sobre quien ejerce acoso y hostigamiento.
Falta de conocimiento jurídico sobre la identidad que las y los alumnos han asumido y que es su derecho como su cambio de nombre en los listados oficiales, así como en sus documentos oficiales.
Reproducción de roles y estereotipos de género, respecto a las capacidades que tienen las mujeres de estudiar lo que ellas quieran y anhelen, se les repite en clase una y otra vez que sus cerebros no son aptos para las ingenierías, la ciencia, las matemáticas o áreas exactas.
Cosificación, albures y chistes sexistas en las clases en donde se burlan de las estudiantes o personal docente y administrativo femenino.
Atender a las colectivas o mujeres que en lo individual denuncien formal o informalmente a las y los presuntos generadores de violencia sexual. En términos de infraestructura, se deben implementar los senderos seguros, los botones de pánico, sistemas de videograbación y si es posible direccionados al C5 o C4 de acuerdo a cada Estado de la República.
Por estas causas y muchas más es que en esta conmemoración del 69 aniversario del voto de las mujeres, México nos requiere unidas y unidos para que todos los planteles educativos de este país cuenten con las garantías fundamentales para que la única preocupación de las y los estudiantes sea alcanzar sus sueños de ser profesionistas y generar el desarrollo tecnológico y social que requiere este país para su grandeza integral.