Opinión| Avances sensibles y retrocesos dolorosos

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 Dulce Ma. Sauri Riancho

SemMéxico, Mérida,  Yucatán, 6 de marzo, 2025.- Viene el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres. No es celebración sino conmemoración, hacer memoria del camino recorrido para ejercer los derechos que nos corresponden como personas, como seres humanos. Es la oportunidad de realizar un balance de lo alcanzado, pero también de lo que queda pendiente por lograr.

A casi 30 años de la IV Conferencia Internacional de la Mujer de la ONU, realizada en Beijing en 1995, ha habido sensibles cambios en la condición de las mujeres y las niñas, en sus oportunidades de educación, trabajo; en el combate a la violencia que se ceba contra ellas.

Pero también ha habido dolorosos retrocesos, como lo refleja la situación actual de las mujeres en Afganistán, privadas incluso de aquellos derechos que parecían haber sido conquistados en forma irreversible, como asistir a la escuela, trabajar fuera del hogar o simplemente, trasladarse a pie o en bicicleta sin la compañía de un pariente masculino.

Fuera de México, en el mundo, el poder continúa siendo masculino y su imagen corresponde fundamentalmente a los hombres. En estos días circula profusamente en las redes un video con la canción “We are the World” (“Cuando el mundo debe unirse como uno; Hay gente muriendo; Oh, es hora de echar una mano a la vida; El mejor regalo de todos; No podemos seguir fingiendo día a día; Que alguien, en algún lugar pronto hará un cambio”).

Por la magia de la inteligencia artificial (IA) en los casi 4 minutos vemos y escuchamos cantar juntos a Donald Trump y Vladimir Putin; al presidente Xi Jinping, de China; al dictador de Corea del Norte, Kim Jong Un. Aparecen también el Ayatola Alí Jamenei de Irán, con los presidentes de Argentina, Javier Milei; Venezuela, Nicolás Maduro; Nicaragua, Daniel Ortega. Menciono sólo algunos de los personajes más reconocibles, no precisamente por sus buenas acciones.

En este nutrido desfile masculino de poderosos del mundo, casi al final (minuto 2:57) hacen presencia fugaz la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, y la presidenta de la Unión Europea, Úrsula von der Leyen. El cierre corre a cargo de las imágenes de más hombres poderosos entonando las estrofas finales: “Todos somos parte de la gran, gran familia de Dios; Y la verdad, sabes, el amor es todo lo que necesitamos. Somos el mundo, somos los niños…”. Ojalá fuera cierto su canto por la paz, que no lo será mientras a las mujeres, aún a las más poderosas como la presidenta de México, “ni las vean, ni las oigan”, ni siquiera en los videos de IA.

El 1 de marzo el papa Francisco le dio un golpe al “techo de cristal” que limita la participación de las mujeres en el gobierno de la Iglesia Católica. Por primera vez desde la fundación del Estado Vaticano, en 1929, una mujer, la hermana Rafaella Petrini, es la presidenta de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano, es decir, su gobernadora, con facultades administrativas y financieras para manejar a la pequeña ciudad sede del catolicismo mundial.

Falta mucho, es cierto, para que las mujeres tengan la opción de ser ordenadas como diaconas, pero ya es tema de discusiones encendidas en las que el conservadurismo y la exclusión de las mujeres todavía están muy presentes.

El México feminista contrasta con el anuncio de la entrega del relevante premio a la investigación e innovación “Rómulo Garza” en su 50 aniversario que, en sus cinco categorías declaró vencedores a puros hombres (“Reforma”, domingo 2 de marzo, p. 22).

En contrapartida, encontramos en la misma edición impresa de este periódico una fotografía poderosa de cinco mujeres con responsabilidades de gobierno: la presidenta de la república, la gobernadora de Guanajuato y las titulares de las secretarías de Gobernación y Energía, así como la directora de la CFE.

Los avances son frágiles, sujetos siempre a la amenaza del retroceso. La derrota de Kamala Harris, segunda ocasión en la que una mujer postulada por el Partido Demócrata a la presidencia de los Estados Unidos pierde la elección, fue sumamente dolorosa para grandes grupos de mujeres en el mundo, más cuando ha sido acompañada de un giro radical de las políticas de inclusión femenina, no sólo en el gobierno federal estadounidense sino también en sus grandes corporaciones empresariales, como Google, por ejemplo.

Tampoco México está a salvo de retroceder lo avanzado. Desconocemos el saldo final de la tortuosa elección de jueces, magistrad@s y ministr@s del poder Judicial federal. Solo tenemos la certeza de la vulneración de derechos de las mujeres cuyos años de esfuerzo de ascender por méritos en el escalafón judicial fue borrado de un plumazo.

Viene la iniciativa de reforma político-electoral que —ya anunció la presidenta Sheinbaum—, será enviada al Congreso de la Unión para su discusión y aprobación. Veremos si sobrevive la paridad de género en las candidaturas y la alternancia de género en las gubernaturas. Cuando el partido oficial empiece a tener algún problema para postular candidatas en la elección intermedia de 2027, se les va a hacer fácil quitar los mecanismos constitucionales que garantizan acceso de las mujeres a los gobiernos estatales, cuando menos.

Para las mujeres, defender lo logrado no es tarea menor en el ambiente de retroceso que azota los derechos humanos en el mundo. En México tenemos condiciones para resistir, pero también para desarrollar una agenda de avances reales en la vida cotidiana de millones de mujeres.

Insisto en la necesidad de plantear una estrategia integral para el sistema nacional de cuidados. No es otra cosa que un conjunto de políticas públicas, programas y presupuestos destinados a compartir la responsabilidad del cuidado de las y los niños, de las personas mayores, enfermas o discapacitadas, que generalmente recae en las mujeres de la familia.

El Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 establece en su Objetivo T1.2: “Impulsar una sociedad de cuidados con perspectiva de género, interseccional, intercultural e intergeneracional, promoviendo el reconocimiento, redistribución y reducción de los trabajos domésticos y de cuidados, con corresponsabilidad entre las familias, el Estado, la comunidad y el sector privado”.

Sin embargo, mientras no haya conciencia social sobre el problema del cuidado y la forma en la que impacta el ejercicio de los derechos de las mujeres a la educación, al trabajo, la salud; mientras el gobierno no tome el “toro por los cuernos”, asignando gradualmente presupuestos a los programas más relevantes de atención a la primera infancia, a los adultos mayores, en México no vamos a avanzar al ritmo de la esperanza que puso en juego la presidenta Sheinbaum cuando dijo: “Llegamos todas.

dulcesauri@gmail.com Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán

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A partir de este domingo 2 de marzo ofrecemos: una retrospectiva, a 50 años de la primera conferencia mundial de la mujer que se celebró en México, de los 30 años de la IV Conferencia Mundial de la Mujer, Beijing 1995 y todo lo que sucede y está sucediendo alrededor del 8M.


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