Drina Ergueta
SemMéxico, La Paz-Bolivia, 26 de septiembre, 2024.- Ya desde la tierna infancia o adolescencia se aprende que ignorar es una herramienta que hace daño: se decía “poner al hielo”. Es uno de los primeros usos del castigo social u hostigamiento al que se tiene acceso y que es más vigente que nunca en los violentos tiempos actuales, donde tener visibilidad y su reconocimiento es tan vital. Y ya estoy hablando de gente adulta, de políticos, de periodistas, en las relaciones de género y población en general.
Voy a dar unos ejemplos, va el primero: Este lunes llegó a La Paz una multitudinaria marcha encabezada por el ex presidente Evo Morales para, finalmente, presionar y lograr que él sea el candidato del MAS-IPSP en las elecciones presidenciales de 2025. Él dice que fueron 2.000.000 de personas, algún medio habla de 12.000 otro 10.000, pero en general se evitó decir la cifra, no se hicieron muchas tomas aéreas y se centró la información en los enfrentamientos posteriores a la concentración, se ignoró la participación.
Lo evidente es que hubo gran cantidad de gente y que Morales mostró con ello la fuerza que tiene ¿Su actual adversario dentro del partido, el presidente Luis Arce, es capaz de convocar a esa misma cantidad de gente, así sea obligando a funcionarios públicos bajo sanción o multa de 200 bs? ¿Algún partido de oposición puede hacerlo? Lo evidente también es que Morales perdió un referéndum y que la propia Constitución que aprobó durante su presidencia establece sólo dos mandatos seguidos. Él dirá: seguidos, no discontinuos. No está claro, ignoremos el asunto.
Así, desde cada bando dentro del MAS-IPSP se ignora al otro en sus fuerzas y argumentos, esto de manera pública y a través de sus medios de comunicación, que los tienen. Pero aquí hay otra fuerza en juego y es la población que no les vota, con medios que también los tienen, y que miran de lejos y con desprecio el enfrentamiento. Ignoran esa marcha lo más que se puede, hay quien aplaude que en algún medio esta movilización no sea la noticia principal.
Los medios y periodistas. Aquí el siguiente ejemplo: Hace unos días surgió un intenso debate tras el cambio de directorio de la Asociación de Periodistas de La Paz, donde el periodista José Luis Exeni dijo, en su columna de opinión, que de un tiempo a esta parte esta organización se renueva como “pasanaku” (repartiéndose los turnos entre un grupo) ya que sólo se presenta una fórmula en las elecciones; que hay que repoblar la APLP porque sólo votan 83; y que esta entidad se ha convertido en una cofradía excluyente, donde sólo participan los autodenominados “independientes” que a su vez califican de “paraestatales” al resto, sin puentes ni matices. En su descargo, el hoy ex presidente de la APLP, Raúl Peñaranda, recriminó a Exeni que no participe en la APLP ni pague sus cuotas desde hace 15 años y, ya de paso, le lanzó fuertes acusaciones que, seguramente, podrá probarlas.
Lo cierto es que el periodismo está polarizado y que los extremos se ignoran unos a otros. Exeni tiene razón en lo que señala, aunque no toda la comunidad que integra la APLP es “operador mediático” de un pensamiento único, y el problema está en que Peñaranda tiene razón en que una gran parte del periodismo no participa en la Asociación porque no quiere y la ignora. Me ignoran y, entonces, yo les pongo al hielo. Es una entidad que representa al periodismo en su conjunto y su pluralidad es urgente, hay que asistir, hay que pagar cuotas y presentar candidatura alternativa.
Finalmente, un último ejemplo: hay muy pocas mujeres a la cabeza de las luchas. En la política, hacia la presidencia, prácticamente ninguna está en primera línea, se las obvia. Hay dos postulantes: Amparo Ballivián y Eva Copa, pero aún no figuran como tales de manera firme. Hay algún comentario de un aspirante a Milei en sentido de que la paridad es absurda, ya que la meritocracia debe primar y, así, ignora las desventajas y discriminaciones previas por razón de género. Discriminaciones y desventajas sociales que se inician incluso desde que se nace, durante la crianza, la educación, la carrera profesional y durante toda la vida. En todo caso, frente a lo que hay, si sólo fuera meritocracia seguramente las mujeres tendrían más posibilidades, señores, son otras las trabas y no hay que obviarlas, sino denunciarlas y combatirlas.
El ignorar es una forma de violencia y, lamentablemente, se ejerce en todas las edades y ámbitos. Hay que aprender a sacarla de nuestras vidas y rechazarla en espacios públicos para tener una convivencia mejor.